Gabo Ferro en Boris Club de Jazz
Una anticrítica emocional
Sábado 21 de mayo.
Gabo Ferro: voz, guitarra
Agustín Durañona: piano
En un recientemente inaugurado espacio musical del porteño barrio de Palermo, se presentó el pasado sábado 21 de mayo Gabo Ferro. Desde el escenario del Boris Club de Jazz, el historiador, músico y poeta, nos llevó a pasear durante casi dos horas por su discografía solista y nos mostró un adelanto de lo que será su nuevo material discográfico.
Allá por 1997, en un recital de la banda hardcore Porco, su líder Gabriel Ferro, abandonó el escenario, anunciando tácitamente el fin de una etapa y su alejamiento de la música. Ínterin estudió historia, se recibió con honores, aprobó su Maestría en Investigación Histórica, ejerció la docencia en diferentes instituciones, participó como expositor y coordinador en diversos congresos de historia y realizó varias publicaciones en distintos medios especializados. Pero la música y la poesía urgen y el 25 de febrero de 2005 se encerró en estudios ION y en un sólo día grabó su primer disco solista, compuesto en tan solo quince: Canciones que un hombre no debería cantar. Desde entonces, editó un disco por año: Todo lo sólido se desvanece en el aire (2006); Mañana no debe seguir siendo esto (2007); Amar, temer, partir (2008) y Boca Arriba (2009). También en 2009 editó en colaboración Nada para el destino (Ral Veroni + Gabo + Flopa) y en 2010, le puso música a las palabras que le enviaba desde Berlín, vía correos electrónicos, el escritor Pablo Ramos para dar vida a El hambre y las ganas de comer. Asimismo, su impecable trayectoria como historiador lo llevó a publicar dos excelentes ensayos en la editorial Marea. Entre otros, la colección Pasado Imperfecto está compuesta por Barbarie y Civilización. Sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas (2008), una adaptación de su tesis de maestría en Investigación Histórica, que había recibido la Mención Honorífica del Fondo Nacional de las Artes y el ensayo Degenerados, anormales y delincuentes. Gestos entre ciencia, política y representaciones en el caso argentino (2010).
En esta oportunidad, Gabo no expuso teorías, ni defendió tesis alguna. Pero una vez más, dio cátedra.
La palabra crítica me hace ruido. Me provoca cierta reticencia y en general le encuentro alguna connotación negativa. Si bien, toda crítica contiene una –aunque sea mínima- porción de subjetividad que va a otorgar una impronta determinada al evento objeto de análisis, cuanto mayores son los conocimientos técnicos del crítico y menor la subjetivización que realiza en su observación, más acotada a la realidad objetiva y más asimilable a una ficha técnica deviene la reseña que formula.
Lamento decepcionar al lector avezado, que advertirá en forma cuasi inmediata, que la presente no es un crítica. Más bien es una anti-crítica, casi una declaración testimonial, plagada de subjetividad, absolutamente huérfana de referencias objetivas y totalmente despojada de datos técnicos, cuyo objeto fundamental es transmitir, en la medida de lo posible, la percepción individual que vivencié desde lo emocional -y me atrevo a tomar la representación promiscua y extenderla al colectivo presente- que generó esta presentación de Gabo que hoy tengo el placer de comentar.
A lo largo del repertorio de más de treinta canciones, se destacaron “De Palabra”, “Retiro terminal”, “De paso”, “Mi vida es un vestido”, “Costurera y carpintero”, “Nada”, “El cuadro de mi daño”, “Un par de cositas nuestras”, “Sólo tenemos ciencia” y “Como tus zapatos” por citar sólo algunas. Una vez más, el golpe es certero; va directo al alma. Una combinación perfecta de amor, pasión y dolor narrados desde lo metafórico, lo onírico, lo irónico. Sus interpretaciones conmueven, generan una emoción extra a la que de por sí aporta el artista en cada estrofa, que no es poca.
La voz aguda de Gabo se conjuga con la dulzura de su guitarra, la belleza lírica de sus canciones – y en esta ocasión la cadencia del piano de Durañona- y producen un efecto de hipnosis colectiva, únicamente interrumpido a la hora de aplaudir, susurrar tímidamente los estribillos y pedir algunas canciones.
Nos presentó “Voy a negar el mar”, un anticipo de su nuevo trabajo, aún sin fecha precisa de salida, aunque probablemente no rompa con el rito de editar un disco por año.
No faltaron algunos breves y sarcásticos comentarios como al cantar “Con su perfume y su olor” que alude a la muerte del ser amado o ante el continuo pedido del público de distintas canciones responder “yo sé lo que les digo, escuchen lo que está ensayado porque esto se cae con mucha facilidad”, una rápida presentación de Pablo Ramos antes de cantar del último disco, hecho a cuatro manos “Hada narcotizada”, “Codeína” y “Agua zarpada”. El escritor, con su clásico humor mezcla de ternura, ironía e inocencia, confesó que se había abierto un facebook y que mientras antes le llevaba diez años hacer un amigo, ahora ya tenía ciento cuarenta y siete en una semana. Se fue del escenario pidiendo que “lo agreguen”.
Las canciones se sucedían, el evento llegó a su fin. Nos dejó felices, extasiados, con las esquirlas de su arte clavándose en cada célula, en cada neurona.
Sin fecha para una nueva presentación, anticipó su participación en la Marcha por la Despenalización del Aborto a llevarse a cabo el próximo martes 31 de mayo en el Congreso de la Nación.