Gabriel Lichtmann es egresado de la FUC y contemporáneo de Pablo Trapero y Lucía Puenzo, su amiga. Daniel Antín, en charla con este cronista, supo destacar las dotes de alguien con quien además colaboré, en la realización de videos institucionales sobre la industria petroquímica.
Sus tres películas comparten una temática común, que ya se anunciaba en Judíos en el espacio, su primer largometraje de 2006. Pero la gran novedad de La estrella roja es que se aparta sustancialmente de las dos comedias anteriores, al cambiar drásticamente de registro.
Parece injusto afirmar que se trata de un pseudo documental, ya que el film es mucho más que eso y en verdad una mezcla de varios géneros. Para aprehender su contenido resulta hasta recomendable una segunda visión, ya que el personaje central de Lalia Salama se revela misterioso y por demás desconocido. Habiendo leído y visto más de una decena de libros y películas sobre Adolf Eichmann, su nombre nunca aparece hasta ahora en ninguno de las fuentes conocidas, para quien esto escribe.
Que la película es también una ficción lo atestigua la presencia de varios actores y actrices de diversa popularidad. Que Lichtmann no fuera interpretado por el director mismo, sino por el actor Héctor Díaz, ya resulta una curiosidad. Y que éste, en más de una oportunidad, corrija a su interlocutor diciendo que se pronuncia “Lijtam” seguramente corresponde a su personalidad detallista.
Dividido en seis partes la gran riqueza del film se traduce en que en sólo 75 minutos presenta a varios personajes, a quienes “Lijtman” entrevista, matizando dichas escenas con imágenes de noticieros y films antiguos relacionados con Laila Salama y también con el nazismo y algunos de sus personajes más célebres. La mención de Rommel, no en su característica más sobresaliente, la militar, sorprenderá a más de uno.
Otro hallazgo, que hace una diferencia con sus obras anteriores, es el reparto con nombres importantes de nuestra cinematografía como Juan Leyrado, Rafael Spregelburd, Juieta Zylberberg y Ana Katz. La única que desentona un poco es esta última, ya que la forma en que se la hace expresarse (a su personaje) aparece como algo sobreactuada.
Parece muy acertado el casting del personaje central de Laila Salama (la heroína silenciada”), que recayó en la muy expresiva Thelma Fardín. Conviene no develar mucho sobre ella, para que el propio espectador entre en el juego envolvente. al que nos invita el realizador. ¿Mito, realidad? En todo caso, seguramente después de la proyección, más de uno saldrá a investigar y profundizar la historia detrás del personaje. Y para los amantes del tango, “la estrella roja” y la mención de Osvaldo Pugliese serán un guiño y un enigma que no dejarán pasar de largo.
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