Abundan las historias de jóvenes adultos -y no particularmente triunfadores- en la Capital Federal de Buenos Aires. Que adquieran gracia e identidad es algo que abunda menos y depende de sus directores. Pero Amancay consigue salir airosa gracias a esa personalidad tan suya.
Máximo Ciambella había codirigido con Damián Coluccio El árbol negro. Aquí debuta en solitario al zambullirse en la rutina de unos personajes urbanos y nocturnos, empezando por una actriz under (Lucía Aráoz De Cea) y un amigo (Adriano La Croce). Se encuentran, hablan de amores, de relaciones pasajeras, de sexo, del temor a partir del sexo sin protección. Se habla de la vida, de los miedos, de los sueños. También salen a tomar algo, viajan en auto, andan.
El mérito mayor de Ciambella es evitar que la película quede en el mero registro de charlas cotidianas (todas filmadas con cámara fija) para ir trazando una progresión y generar interés y simpatía por estos individuos. Así como surgen momentos de tensión (el muchacho teme haberse contagiado una enfermedad por no haber usado preservativos), hay espacio para las situaciones hilarantes, como un juego de la copa con resultados impensados.
Amancay no busca ser más que un fresco personal de los sub-40 de la gran ciudad y con eso le alcanza para ganarse un lugar propio dentro de las tantas historias de ese estilo.
(Argentina, 2022)
Guion, dirección: Máximo Ciambella. Elenco: Adriano La Croce, Lucía Aráoz De Cea, Manuel Bersi, Rocío Barbenza, Tomás Raspall. Producción: Micaela Álvarez, Máximo Ciambella. Duración: 67 minutos.