Aunque sigue siendo muy joven, Lucio Ferrante tiene una vibrante trayectoria en el cine y la literatura, como actor, guionista, director y programador de ciclos. En los últimos años encaró iniciativas editoriales no tan despegadas del terreno audiovisual, empezando por la edición en español de Paura, autobiografía de Dario Argento, que vio la luz en 2021 mediante Letra Sudaca Ediciones. Más acá en el tiempo, Ferrante y la editorial también presentaron Horror, historias de sangre, espíritus y secretos, un libro de cuentos del cineasta italiano ícono del terror. Compartimos la entrevista a Lucio con motivo de la aparición de Paura.
¿Cómo llegás al cine de Dario Argento?
Llegué de una forma muy rara. Nací en 1996 y llegué a la muerte del videoclub de barrio con los VHS y el nacimiento y auge del DVD. Me acuerdo de ir al videoclub y alquilar los VHS con todas las cajas toscas. Había una que me llamaba la atención por la caja roja y era Trauma. La alquilé por el color del plástico de la caja. No sabía quién era Argento, no sabía de qué iba la película. Sólo sabía que me impactaron visualmente, físicamente, la caja y la portada. Fue un VHS que nunca devolví al video. Me pusieron como cliente indeseado durante un tiempo (risas), hasta que mi papá fue a hablar y se arregló todo. Me quedé con ese VHS que lo tengo todavía en mi casa, y me acuerdo de cómo me impactó ver Trauma de chiquito por todo: por el contenido de la película, por la forma en la que lo narra, por esa oscuridad en la que está inmersa la historia; por todo ese trasfondo que tiene la película con la anorexia, con la crisis de la adolescencia… En el medio hay un asesino que corta cabeza, hay todo un misterio por resolver, hay un chico que tiene una relación con los animales… Todo el germen de Argento me parece que está en esa película, y sin saber que después me iba a fascinar la obra, me fascinó esa entrada. Así que un poco como que ese es el puntapié inicial de mi fascinación posterior con el cine de Argento.
¿Cómo surge la posibilidad de editar en castellano Paura, la autobiografía de Argento?
Fue una alegría inmensa como lector y como fanático, en primer lugar, porque cuando leo el libro -que lo leo en italiano- lo disfruté muchísimo y no podía dejar de pensar lo increíble que era la vida Argento y la forma en la que él la narraba. Era como si Argento estuviera en una sala de cine viendo su vida y escribiéndola de una forma muy natural y auténtica, con muchos deslices narrativos de una persona que se nota muy cultivada. Me fascinó su escritura y me fascinó su vida, y no podía dejar de pensar, como fanático y como lector, cómo era que este libro no estaba traducido al español. A partir de ahí, esto se conjuga con una cuestión que la productora Sarna Cine siempre lleva como bandera, que es que si algo no existe, hacelo sin la mediación de otras personas y no esperes que alguien te lo venga a dar para que eso exista. Así, con esa bandera del punk, de no esperar nada en el medio, se empezó como armar un equipo de trabajo, porque las cosas siempre se hacen muchas personas, en pos de lograr la traducción y la edición del libro, siempre con el objetivo de que Argento esté al tanto de la edición y esté igual entusiasmado que nosotros. Entonces ahí se conjuga, por un lado, una faceta como medio editorial seria, que sería que el libro exista en una edición cuidada y amigable para el bolsillo, y por otro lado, una cuestión muy de fanático personal, que era lograr que Argento se entusiasme con este proyecto. Como lograr que todas las vertientes coincidan en un mismo proyecto, que era la edición del libro en español.
¿Y cómo fue el contacto con Argento?
El contacto con él fue una cosa muy loca porque siempre el ida y vuelta no era directamente con Dario sino con su ayudante. Algo con lo que insistí mucho al principio era que el libro cuente con una entrevista hecha especialmente para la edición en español. Eso fue un ida y vuelta de muchos mails a lo largo de un año, hasta que finalmente en el invierno de la pandemia, tanto para Italia como para Argentina, se pudo lograr una videollamada. Una cosa muy increíble. Argento estaba muy bien predispuesto, estaba de muy buen humor, estaba en un plan muy carismático. Yo estaba muy nervioso. La entrevista la hice en italiano -obviamente con un italiano muy de cavernícola- y Argento me preguntó si quería que hablemos en español porque aparentemente él tiene un buen manejo del idioma. Le dije que no, que como iba a hablar más él que yo prefería que esté en italiano, y a partir de ahí se generó una muy buena recepción. Él estaba muy entusiasmado, se copó con la conversación que tuvimos, y yo me acuerdo que estaba muy nervioso y no paraba de tomar café de un termo y él desde su casa en Roma estaba tomando también una taza. El momento que para mí fue el más hermoso de la entrevista no tiene que ver con ninguna respuesta ni pregunta sino con una situación que me excede: él me preguntó qué estaba tomando y le dije que café. Él se quedó en silencio y dijo que estaba tomando té. Ahí se generó una situación en la que no sabía qué contestar y lo único que me salió fue proponer un brindis a la distancia, y él se rió y levantó su taza y yo la mía y eso fue como una especie de pacto implícito a la distancia. Es como una cosa muy, muy hermosa, que me deja una alegría muy, muy enorme.
Sabiendo que él entiende español, ¿hizo alguna sugerencia en cuanto a la traducción?
No. Él nos dio vía libre para que la edición corra por nuestra cuenta. No obstante, algo que también estuvo pactado con Carmen Burguess -de la banda Mueran Humanos, que es la ilustradora que hizo la portada del libro- fue que Argento estuviera de acuerdo con la última versión de la portada. Entonces hubo una especie de insistencia en nuestra parte para que Argento conozca la tapa del libro, que iba a ser obra de un artista argentina, que de alguna manera apruebe el collage. Era una cuestión también un poco personal nuestra porque no había necesidad legal de que él apruebe la tapa del libro, dado que eso se maneja por editoriales y no por autores. Sin embargo, la decisión nuestra como editores del libro de Carmen como artista que iba a hacer la tapa, de Lorena que fue la traductora y todo, fue que Argento tenga un conocimiento previo a lo que iba a suceder y de alguna manera apruebe todo lo que estábamos por hacer. De vuelta se conjuga esta cosa entre fanático y editor, como buscando siempre el visto bueno del artista con el que estamos trabajando para que él sienta que cuidamos su autobiografía, que es casi como decir que cuidamos su vida (risas). Entonces todo el tiempo buscamos esa buena recepción de su parte. Por suerte, cuando vio la portada del libro -un collage del que me siento muy orgulloso, Carmen que es un artista que admiro muchísimo- se entusiasmó mucho con la tapa del libro y dijo que sí, que estaba totalmente entusiasmado con cómo estaba y que le dieramos para adelante. Estaba muy contento con todo.
Paura salió en simultáneo con Profundo suspiro: el cine de Dario Argento, editado por Cuarto Menguante, donde pudiste escribir sobre varias de sus películas (los otros autores son José Miccio, Facundo Baum y Juan Pablo Martínez, además de Diego López). ¿Cómo fue formar parte de este otros proyecto sobre el director?
Fue una inmersión total en la obra de Argento. Fueron dos proyectos que, sin estar relacionados entre sí y sin tener puntos de contacto directos, corrían por un carril paralelo a la vez que estaban intrínsecamente ligados. Por un lado era el cuidado de la edición de su biografía, y por otro, un trabajo más relacionado con la crítica cinematográfica o con la escritura crítica. Para mí fue una alegría y un honor haber podido formar parte de Profundo suspiro. Fue un ejercicio que nunca había practicado y lo hice con muchísima alegría, que fue escribir con un determinado tiempo de publicación, con una determinada cantidad de caracteres, con una especie de matriz de escritura que fui practicando a lo largo de cada una de las películas que me tocó reseñar. Eso me permitió no solo volver a ver un montón de películas que capaz ya había visto varias veces, como Rojo profundo, sino ver más de una vez, y sobre todo prestándole atención a ciertos detalles, a películas que capa son medios marginales en la filmografía Argento, como La quinta jornada o como las películas que hizo para televisión. Entonces fue como un periodo de mi vida en el que no paré de salir del mundo Argento, leyendo lo que otros críticos escribieron sobre su obra, leyendo muchas entrevistas, volviendo y mirando de vuelta sus películas, trabajando mano a mano entre traducción y original… Sí, fue el período argentezco de mi vida.