EL MONSTRUO SOMOS NOSOTROS
La figura de lo desconocido, de lo anormal, de la otredad; conceptos sumamente peculiares que funcionan para extrapolar los miedos de nuestra sociedad. Para que el terror exista siempre tiene que presentarse una fuerza oscura, que en un inicio no pueda ser explicada, en la que no seamos capaces de entenderla y pueda romper con las normas establecidas a las que estamos acostumbrados. El terror funciona como la manifestacion de lo reprimido, de lo que no queremos que vea la luz. George A. Romero utilizó el genero en La noche de los muertos vivos para representar el horror a partir del segregacion racial con la excusa de una invasión zombi. En Psycho, Alfred Hitchcock caracterizó en Norman Bates la figura monstruosa del “yo reprimido” por medio de la doble personalidad. Sin embargo, en La hora de la desaparición el terror se encuentra diluido, o más bien reformulado, lo que complica su categorización dentro del género.
El film de Zach Cregger presenta en sus primeros minutos por medio de cámaras de vigilancia acompañados de una voz en off, como en una misma noche 17 niños de un mismo salón de clase abandonaron su hogar sin razón aparente y se adentraron en la oscuridad para no ser vistos nuevamente. La película busca en su primer acto exponer la insuficiencia y fragilidad de un sistema social en el cual si una pieza de dominó cae, condena a las demás a seguir su mismo destino. Cregger a diferencia de su film previo, Bárbaro, en donde el terror estaba adentro, en lo profundo, en el sótano con tintes de calabozo; hace que en La hora de la desaparición la figura de lo desconocido se encuentre en el afuera, en el espacio sin respuesta al que fueron llamados los alumnos de Justin Grandy.
En términos de estructura, el guión divide su narrativa con distintos puntos de vista en el que a partir de ciertos eventos nexos, que une a las distintas piezas, se empieza a resolver el misterio. Las escenas de miedo aparecen poco, y cuando lo hacen cometen el error de caer en el ya repetido y gastado jumpscare. A diferencia de Bárbaro en donde el miedo no estaba en el susto, sino en la expectación de este, en el sumergirse en la oscuridad en búsqueda de una salida, en el no saber que esperar y en la infinidad de posibilidades que podían presentarse desde lo desconocido. Considerar a La hora de la desaparición como una película de terror sería un error, en todo caso es una película de misterio con tintes de terror y con ciertos toques de gore en algunas escenas específicas. La distribución de saberes, vital para una película de estas características, nos pone en el mismo nivel que los personajes, desconocemos tanto como ellos el misterio que tenemos que descifrar y entendemos tan poco como ellos la amenaza que tenemos enfrente. A partir de esta bifurcación de puntos de vista es que recorremos las distintas instituciones o sectores afectados de la comunidad a partir de la tragedia, presenciamos cómo un padre de familia(Josh Brolin) busca incansablemente a su hijo, como la profesora del salón (Julia Garner) lidia con las acusaciones en su contra, o como un agente de policía (Alden Ehrenreich) se encuentra en medio de esta investigación.
En términos estéticos, la película mantiene diálogo en su primera mitad con Perdida, de David Fincher, hay escenas propias del género del misterio como en la que está reunida toda la comunidad y las autoridades brindan calma diciendo que están haciendo su trabajo.
Al mismo tiempo, la historia y la forma en que está narrada resuena indirectamente con la literatura de Stephen King, de la manera en la que las pequeñas comunidades son afectadas por algo mucho más grande que ellos, por algo que no comprenden pero que desata sus mayores miedos. Durante el transcurso de la historia se va viendo cómo poco a poco las instituciones que están prefabricadas para mantenernos como la policía o la educación se trastornan y se convierten en “Armas” a disposición de una entidad superior. Esta entidad, representada como la otredad forajida que viene al pueblo y lo revoluciona, y que se vuelve parte central de la segunda parte del film.
Todo lo construido en la primera mitad de la película se va transmutando desde “lo terrorífico”, la histeria colectiva y la perturbación de lo urbano, hacia una historia de misticismo y brujería. Resonando con la leyenda del flautista de Hamelin o con El gabinete del Doctor Caligari, de Robert Wiene, que sirve como pretexto para explicar el misterio de la primera mitad. Para este punto, el género del terror ya llega debilitado, si bien mantiene durante el largometraje elementos propios de su semántica es necesario que esta evolucione (para bien o para mal) para llegar al destino final que propone el guión. Al mismo tiempo, e inteligentemente, la película empieza a direccionarse hacia situaciones de humor negro, a veces mezcladas con gore y otras simplemente funcionando como alivio cómico, que siguen con el tono que se propone para la segunda parte.
La hora de la desaparición es una película que no tiene un monstruo clásico, en todo caso lo monstruoso somos nosotros, y cómo podemos ser manipulados por otros. La otredad se vuelve familiar porque se vuelve reconocible pero al mismo tiempo carente de alma y despojada de todo raciocinio.
En cuanto a su puesta en escena, Cregger busca mantener la distancia con sus personajes en un inicio, los seguimos desde atrás, vemos sus espaldas como si estuviésemos espiándolos. Uno empieza a confiar en ellos cuando va conociéndolos poco a poco. En cuanto a la manera en la que está filmada la desaparición de los niños, el realizador parece optar por una forma que recuerda mucho a una escena de Rebecca de Hitchcock en la que Maxim cuenta como mató a su esposa. Se trata del momento de Weapons donde la voz en off de uno de los niños narra lo que sucedió esa noche. La cámara pasa por una casa vacía con la puerta abierta hacia la calle y va hacia una oscuridad total. Dicha oscuridad hace que lo que sucedió aquella noche quede a la imaginación del espectador. Igualmente se muestran imágenes explícitas de lo sucedido inmediatamente después, las más interesantes siendo las captadas por las cámaras de vigilancia de las casas.
En pocas palabras, La hora de la desaparición es una película que aunque no cumpla con lo que promete, es bastante satisfactoria de ver. Por momentos logra generar miedo y en otros risa genuina, y es en este balance que se encuentra al final de la historia en donde el film encuentra una identidad propia que vuelve reconocible al estilo de su director. Zach Cregger no hizo una película de terror, sino por el contrario un híbrido entre este con el género del fantástico y de la comedia; y si bien es notoria la estructura partida de la narración, su resultado termina siendo aceptable.
(Estados Unidos, 2025)
Guion y dirección: Zach Cregger. Elenco: Julia Garner, Josh Brolin, Alden Ehrenreich, Amy Madigan. Producción: Zach Cregger, Roy Lee, J.D. Lifshitz, Raphael Margules, Miri Yoon. Duración: 128 minutos.