A Sala Llena

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CRÍTICAS

Agua para Alejandra

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Agua para Alejandra

Dramaturgia y Dirección: Florencia Bethold. Iluminación: Juan Fernández Gebauer. Utilería y Vestuario: Ezequiel Galeano. Música: Iván Espeche. Elenco: Agustina Montiel, Lucila Németh, Micaela García, Nicolás Deppetre.

Dicotomía de una poetisa

Acaso una de las mujeres más importantes de la literatura argentina, Alejandra Pizarnik, vivió rápidamente, murió joven, pero dejó una herencia narrativa marcada. Sus libros de poesía tienen un valor importantísimo, y recién después de sus suicidio, su obra empezó a cobrar repercusión.

Florencia Berthold (Lázaro, el cuarto oscuro) traduce las palabras autobiográficas de Pizarnik con una sutileza trascendental. Tomando en consideración que la obra de la poetisa se inscribía en el movimiento surrealista, la dramaturga decide poner símbolos en imágenes y crear a su vez, una puesta cargada de lirismo, emoción y metáfora, dividiendo a Alejandra, en cuerpo, alma, conciencia y razón.  Tres actrices y un actor, cada uno ocupando un baño se contestan con monólogos y expresiones corporales.

Agustina Montiel es la cabeza, la que no deja de hablar, reflexionar y pide agua para suicidarse. Está atrapada en un baño, un estado mental del que no puede salir. Lucila Németh es su respuesta a sus preguntas. La división de un cerebro. Poesía y razón. Vida y muerte. En el medio surge Micaela García, como el alma, el carácter poético de Alejandra, expresando con el cuerpo aquellos que no se puede transmitir en palabras.

Por útlimo, Nicolás Deppetre interpreta la conciencia y razón en un nivel superior, y el perfil más masculino de Alejandra. Los cuatro se fusionan creando un solo personaje que interactúan entre sí. Se enfrentan, se pelean, se reconcilian. El cuerpo y la palabra se reconstruyen en lirismo y magia, acompañado por una puesta lumínica que apoya cada cambio de escenario.

Agua para Alejandra impacta desde el texto, duro, directo, visceral, y fascina a nivel visual, permitiendo que el espectador siempre esté activo y deba dividir su objetivo de visión. Berthold rompe la estructura escénica clásica, jugando con cada objeto y parte del teatro que encuentra a su alcance. Manipula a sus personajes para generar un efecto tragicómico, irónico, donde la danza y la música también son fundamentales para acompañar las sólidas interpretaciones. Las palabras fluyen como cada abrazo, y los elementos como un vaso de agua, una pared, una máquina de escribir o la materia prima de la escritura, los papeles, cobran otro significa en la vida de Alejandra.

No importa cuanto realmente se entiende, cuanto queda. Después de casi una hora y media de obra, el efecto que queda es devastador, pero al mismo tiempo emocionante.

Teatro: El Grito – Costa Rica 5459

Funciones: Viernes 21:30 Hs

Entradas: $50 y $35

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