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CRÍTICAS - CINE

Alicia a Través del Espejo, según María Paula Putrueli

Un espejo con dos caras.

Luego de la fallida Alicia en el País de las Maravillas, dirigida por un Tim Burton, desentendido de su esencia y de su peculiar y brillante visión cinematográfica, llega la secuela Alicia a Través del Espejo, en este caso dirigida por James Bobin (Los Muppets), corriendo una suerte similar a su antecesora.

Basada en el poderoso libro de Lewis Carroll, el film se aleja un poco de la columna vertebral que sostenía el texto, una partida de ajedrez más que interesante, la cual en esta entrega solo se presenta en la escena inicial donde Alicia se sumerge nuevamente en el País de las Maravillas para cumplir una nueva misión.

Luego de recorrer los mares en el barco Wonder, Alicia regresa a su casa y junto a su madre asistirán a una fiesta en la mansión de Lord Ascot, aquel desagradable muchacho que le había propuesto casamiento anteriormente. En esta ocasión, apremios económicos presionan a Alicia a tener que vender su barco y dedicarse a trabajar en la empresa del nefasto Ascot. Algo imposible de imaginar para una persona que insiste con pensar seis cosas imposibles antes del desayuno y a quien solo le interesa vivir una vida embebida en imaginación y maravillas.

Como no podía ser de otra manera, se encuentra con Absolem, ahora convertida en una mariposa bellísima, quien la guía hacia un espejo mágico, el cual será el acceso directo para volver a Wonderland, donde se encontrará con todos sus viejos amigos, el Conejo Blanco, el Gato Sonriente, Lirón, la Liebre, los Tweedles, la Reina Mirana y el Sombrerero Loco (quien, en esta oportunidad, ha perdido toda su locura y alegría). Y aquí es donde la historia da un giro que nada tiene que ver con el libro del cual toma su nombre, y todo se convierte en un viaje demasiado fugaz y con poco sustento dramático.

El Sombrerero está convencido de que su familia está viva y Alicia será la única que crea que esto es posible, por lo que deberá viajar a la fortaleza donde vive “El Tiempo“, una persona mitad humano mitad reloj (interpretado por Sacha Baron Cohen), dueño de la cronosfera, un artilugio que permite viajar en el tiempo, el cual Alicia deberá robar para dar inicio a su viaje al pasado.

Allí también volverá a encontrarse con su supuesta enemiga, la Reina Roja, nuevamente interpretada por Helena Bonham Carter, quien en esta ocasión parece ser un personaje más de relleno para lo que la historia quiere contar, y su línea argumental resulta demasiada forzada (al igual que su desenlace).

Desde allí todo se reducirá a una vuelta de tuerca a otra anterior, a algunos chistes repetidos sobre el paso del tiempo -o la carrera contra el tiempo- que no alcanzan para sugerir esbozo de sonrisa, y al cliché ya utilizado/ desgastado por el cine sobre la idea de que volver el tiempo atrás solo puede traer nuevos inconvenientes y que por más que lo intentemos el pasado no puede modificarse, convirtiendo algunas escenas en metáforas y moralejas pobres que bordean lo ridículo.

Las actuaciones de todo el reparto en general son buenas, pero más que nada debido a que no se les plantea a los actores en ningún momento un desafío interpretativo que implique un trabajo preciso; cabe mencionar que en esta entrega el personaje del Sombrerero (interpretado por Johnny Depp) parece ya una caricatura y pierde la originalidad que poseía en la primera entrega de Alicia. Lo que si mejoró y mucho, entre ambas películas, es la calidad de los efectos visuales: no cabe duda que el trabajo de producción es magnífico y cada escena es un deleite visual cuando de deslumbrar se trata, el infortunio de esta mejora es que paralelamente remarca que el film brilla de manera visual en lo que palidece en términos de argumento.

Existe una coherencia estética que se mantiene en ambas entregas, incluso podría pensarse en un mismo director dirigiendo ambas, porque no existe nada significativo que destaque la mano de un nuevo director a cargo. Se brinda un espectáculo en líneas generales entretenido aunque excedido en duración, no obstante aquello que se vuelve casi imperdonable es que, luego de ser testigo del flamante viaje de Alicia una y otra vez al pasado, el final del film nos encuentra casi en el mismo lugar en que iniciamos: no hay un crecimiento de los personajes, un aprendizaje que haya valido la pena, y el correrse tanto del origen literario resulta ser una muy mala decisión.

Siguiendo el interés por nunca renunciar a los imposibles, por mantener la magia en cada situación que la vida nos presente, Alicia a Través del Espejo se resume en una infinidad de buenas intenciones que no logran dar con un resultado óptimo, al nivel del magistral texto escrito por Carroll.

calificacion_2

Por María Paula Putrueli

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