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CRÍTICAS - CINE

Alicia y el alcalde (Alice et le maire)

La política en Francia observada desde el Partido Socialista. Política de ayer y de hoy… ¿de siempre? Nicolas Parisier y su segundo largo después de Le gran jeu donde ponía el bisturí en las turbias relaciones entre la intelectualidad de su país y el mundillo político. 

Ahora, con Alicia y el alcalde, retoma la apuesta para sumergirse en las cavilaciones de un alcalde del PSF (Fabrice Luchini) y la especialista en filosofía (Anaïs Demoustier), contratada por el partido para acercarle ideas nuevas a un líder vacío pero con pretensiones de alcanzar la presidencia. 

La película recorre pasillos, reuniones y puertas que se abren y cierran ofreciendo el a-b-c de una película sobre la política sin demasiados riesgos pero valiéndose de una historia que fluctúa según su punto de vista. En un principio la joven filósofa se convierte en observadora de ese mundo, auscultando su mirada hacia el alcalde y a quienes lo rodean. En esos momentos, Alicia se posiciona e invade un territorio ajeno, no con ansias de trascender sino de sugerir qué hacer en determinadas situaciones y cómo ofrecerse hacia el otro, el que finalmente votará en una elección. Entre máscaras que gobiernan desde su hipocresía y consejos que redituarían beneficios a futuro, el personaje de Alicia cobra poder dentro de ese mundo fuera de campo, de la calle misma, de la gente, de la conducta ética.  

Lejana en cuanto a su contexto pero bastante idéntica en sus pretensiones por mostrar el detrás de la escena política, la trama de Alicia y el alcalde recuerda a la segunda película de Daniel Hendler como director, la olvidada El candidato. 

El sujeto narrador de la primera parte trastoca al del personaje del alcalde, ahora mostrado desde sus carencias afectivas, sus ambiciones sin demasiado sustento y, al mismo tiempo, la posibilidad de una pronta jubilación y retiro voluntario. En este punto surge una escena clave, la del encuentro a solas y en su oficina privada donde practica yoga o algo parecido, entre el político y la joven consejera. Allí se produce el cambio de punto de vista, ya que ahora la narración ancla su interés en el alcalde y su privacidad omitiendo por momentos la potencia dramática que tiene el personaje de la joven Alicia. 

Por suerte, el director no recurre al lugar común de sugerir una historia de amor otoñal entre los dos personajes. 

Cabría preguntarse, en tanto, si su película refleja solamente una mirada inquietante sobre el socialismo en Francia en beneficio de una derecha a la que también se invoca en más de un diálogo entre sutil y contundente. En todo caso, también vale plantearse si el discurso que se dirige a la política en Francia pretende una universalidad que puede llegar hasta donde… se sabe.  

Cualquiera de los interrogantes podría responderse dentro de una bienvenida incertidumbre. 

(Francia, Bélgica, 2019)

Guion, dirección: Nicolas Parisier. Elenco: Fabrice Luchini, Anäis Demoustier, Nora Hamzawi. Producción: Emmanuel Agneray, Serge Hayat. Duración: 103 minutos.

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