(Estados Unidos, 2014)
Dirección: John R. Leonetti. Guión: Gary Dauberman. Elenco: Annabelle Wallis, Ward Horton, Tony Amendola, Alfre Woodard, Kerry O’Malley, Brian Howe, Eric Ladin. Producción: James Wan y Peter Safran. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 99 minutos.
Aquella devoción malsana.
Hubo una época no tan lejana en la que la industria estaba superpoblada de creaciones deslucidas como Annabelle (2014), en lo que constituía un panorama bizarro que hasta podía resultar gratificante porque dentro de esa catarata de “películas flojas” siempre estaba latente la posibilidad de encontrar alguna joya encubierta. Lo que desapareció con los años fue precisamente ese componente involuntario, ya que la producción y distribución actual están controladas por una camarilla de marketing que reemplazó a las figuras despóticas del pasado, quienes -mal que pese- nos brindaron unas cuantas anomalías gracias a que sus elecciones dependían del capricho, el principio subjetivo fundamental del acervo cultural.
Así las cosas, hoy por hoy a nivel mainstream debemos conformarnos con obras deslucidas a secas, cortadas con una misma tijera orientada a una taquilla que se autosustenta mediante la duplicación ad infinitum de resortes vetustos que necesitan sí o sí de una mano maestra detrás de cámara para inyectarles un poco de vida: los días en los que predominaban las propuestas accidentalmente simpáticas quedaron en el ayer (aquí dejamos de lado a los proyectos independientes y/ o periféricos, el manantial de la frescura contemporánea anti Hollywood). La presente realización de John R. Leonetti, director de fotografía habitual de James Wan, ejemplifica esta ausencia de una mínima novedad por fuera de la base estándar.
Como ya se dijo en innumerables ocasiones, estamos frente a un spin-off de El Conjuro (The Conjuring, 2013), que a su vez funciona también como una precuela porque transcurre un año antes de la original y se concentra en la historia de la muñeca del título. Con un tono marcado por un automatismo exasperante que respeta al pie de la letra la puesta en escena clasicista de Wan, el film carece de personajes que despierten verdadera empatía, construye un desarrollo anodino y en muchos sentidos parece una relectura deficitaria de convites similares y muy superiores como Chucky, el Muñeco Diabólico (Child’s Play, 1988), de Tom Holland, y la entrañable Muñecos Malditos (Dolls, 1987), del enorme Stuart Gordon.
Nuevamente tenemos a la parejita de turno, John Gordon (Ward Horton) y su esposa Mia (Annabelle Wallis), siendo aterrorizada por sucesos paranormales luego de un ataque por parte de dos satanistas obsesionados con invocar a un asalariado del averno vía el sacrificio de un inocente. El paupérrimo desempeño del elenco, una ejecución desapasionada a manos de Leonetti y un guión que recurre a demasiados estereotipos son factores que terminan empantanando la progresión narrativa y condenando la película al olvido. Este brillante envase vacío lo único que consigue es confirmar el poco vuelo de determinados productos que desaprovechan la devoción malsana de antaño, esa que tantas satisfacciones nos dio…
Por Emiliano Fernández
Sin duda, El Conjuro es uno de los más recientes éxitos del cine de terror. Una historia inspirada en hechos reales, acerca de una casa, posesiones… Pero a modo de actriz secundaria, en unas pocas pero inquietantes escenas, logró destacarse ella: Annabelle, una muñeca como las de antes, de la altura de un niño, que provoca miedo con solo verla. Y si agregamos que también está inspirada en un episodio verídico, la pesadilla se vuelve muy real. Entonces, entre el público -y, sobre todo, por el lado de los responsables del film- surgió la siguiente pregunta: ¿por qué no debería tener su propia película? Pero más acá en el tiempo siguió otro interrogante: ¿podrá este oscuro juguete cargar con el protagonismo de su propia historia?
Annabelle transcurre un tiempo antes de lo acontecido en la obra de James Wan: fines de los ’60, época en la que el flower power se escurría entre los dedos de una realidad cada vez más infernal, con la Guerra de Vietnam, el asesinato de líderes políticos y las actividades del Clan Manson. De hecho, un matrimonio joven, a la espera de un bebé, sobrevive justamente al ataque de dos miembros de una secta satánica. Uno de los asesinos es Annabelle Higgins, quien muere de manera muy sangrienta… no sin antes poseer a la muñeca ya conocida. De ahí en más, la familia, ahora con la pequeña hija nacida, deberá sobrellevar toda clase de fenómenos sobrenaturales. El fantasma busca algo, y la pareja deberá hacer lo imposible por protegerse del Mal.
Siguiendo la línea de El Conjuro, el estilo es climático, sugestivo, con suspenso y sustos en momentos específicos. Una fórmula que supo ser exitosa aquella vez, en los films de La Noche del Demonio (también de Wan) y, sobre todo, en los más grandiosos exponentes del terror hollywoodense: El Bebé de Rosemary, El Exorcista y La Profecía. La película podría ser definida como El Bebé…, y Chucky, el Muñeco Diabólico, ya que, si bien Annabelle es distinta (no anda corriendo con un cuchillo ni habla, sino que cambia de lugar sin que la veamos o levita), el origen de su aura tenebrosa tiene algunas similitudes. Igual, a los pocos minutos la presencia de la muñeca se vuelve cansadora, cada vez provoca menos miedo y hasta lleva a pensar por qué los personajes principales no se esfuerzan en deshacerse de ella, lo que habla de varios agujeros en el guión. Además, a la hora de aterrar es opacada por un ente demoníaco que surge en las pocas escenas inquietantes.
El director John R. Leonetti viene de ser director de fotografía de Wan y, mucho más atrás, debutó iluminando juguetes homicidas en Chucky 3. La puesta en escena y el trabajo con las luces y las sombras evidencian su talento en el área donde se desempeña normalmente. Sin embargo, como director le falta pulso, y lo que queda es una desabrida imitación de La Noche del Demonio.
Annabelle todavía tiene potencial como nuevo ícono del terror, pero esta película no la ayuda demasiado, debido a que resulta mucho menos de lo que promete. Si tendrá una nueva oportunidad como estrella o sólo se quedará en una escalofriante figura de reparto, dependerá del éxito de este film. Igual, ¿cómo no temerle un poco a esas muñecas que parecen humanas?