La mitología dentro del mudo cinematográfico permitió rescatar a los dioses del olvido. Pero éstos, como en el juego de cartas, no siempre salen bien barajados. Sobre todo cuando se mezclan las distintas historias de dioses que pertenecen a diferentes culturas y siglos.
Crearles y entremezclar leyendas que no tienen nada que ver unas con otras ocasionan, especialmente en los preadolescentes, a quienes van dirigidos estos film, confusión. En vez de dar una mínima ilustración de quiénes fueron esos superhéroes que habitaron en un espacio determinado del cielo o el mar, dejan que piensen que son de carne y hueso y los tienen a la vuelta de la esquina.
Estos son dioses surgidos del cine y no de Homero, ni de los egipcios o de los nórdicos. Se trataba de creaciones anónima, pero todos eran gigantes como Odín o Locke. También la mitología eslava era anónima; su gran Dios, Perún, reinaba en los cielos, y Veles o Volos lo hacía en el mar. En tanto, la mitología armenia tenía a Ahura Mazda. Los dioses nacidos del cine intentan poseer la fuerza de aquellos, pero les falta el sentido metafísico y realizar sus proezas.
Aquaman debutó en More Fun Comics en noviembre de 1941 y fue creado por el artista Paul Norris y el escritor Mort Weisinger. Más tarde protagonizó varios volúmenes de una serie de cómics en solitario. Durante los últimos años de la década de 1950 y 1960, el período de recuperación de superhéroes conocido como la Edad de Plata, fue miembro fundador de la Liga de la Justicia. En la década de 1990, los escritores interpretaron el personaje de Aquaman más solemnemente, con historias que representaban su poder como rey de la Atlántida.
Por otra parte, Aquaman fue ampliamente distinguido por la cultura popular y se convirtió en uno de los superhéroes más reconocidos en el mundo. En tiempos de guerra, sus enemigos eran los nazis o los botas negras y villanos del Eje. Finalizada la contienda, se enfrentó a criminales, incluidos piratas modernos como Black Jack.
Aquaman atravesó un film en solitario y otros en los que interactúo con otros superhéroes de DC, y cada propuesta se explicaba en base a la anterio y siempre finalizaba en un pastiche del que se podía comer chocolate con almendras o ciruelas con higos secos.
Con un costo de 215 millones de dólares, Aquaman y el reino perdido se desmorona por completo. No solo es aburrida sino que cae en lugares comunes de refritos de otras producciones, como Vikingos o los Vikingos del Valhala.
La lucha entre el bien y el mal, desde tiempos remotos, es leiv motiv de cuentos de hadas, mitologías provenientes de cualquier lugar del mundo a partir de los egipcios, los hebreos, los griegos. Pero en esta nueva aventura de Aquaman se mantiene en base a despojos de unas y otras que genera cansancio por su humor tonto y bizarro. Las escenas con Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II) son tan superficiales que podría creerse que están jugando al gato y al ratón, ya que el estrafalario traje del villano hace pensar que es un muñequito de cartón. Lo mismo sucede con las de Nicole Kidman, totalmente deslucida, como si la desidia le hubiera ganado la partida.
Parte videojuego, parte efectos especiales, parte mínima de actuación, Aquaman y el reino perdido se transforma en una película intrascendente, simple, desganada.
Las críticas en los Estados Unidos se centraron más en las peleas entre Johnny Deep y Amber Heard (compone de nuevo a Mera), y la relación de la actriz con Jason Momoa, aduciendo su falta química con ella. Eso llevó a prescindir de la actriz, reduciéndole su actuación a una pequeña serie de apariciones.
Lo execrable de esta fracasada película es la violencia que proyecta. Si los padres prestan un poco de atención a esta crítica y no se dejan llevan por los deseos y llantos de sus hijos, no deberían ir a verla, sobre todo por la salud mental de ellos.
(Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Islandia, 2023)
Dirección: James Wan. Guion: David Leslie Johnson-McGoldrick. Elenco: Jason Momoa, Patrick Wilson, Nicole Kidman, Temuera Morrison, Dolph Lundgren, Amber Heard. Producción: Rob Cowan, James Wan. Duración: 124 minutos.