Crónicas de adultos jóvenes
Ir a la Comic Con es en parte viajar en el tiempo. Es conectar con ese niño interno que de vez en cuando necesita salir a jugar con su arsenal de muñequitos entre superhéroes diversos, soldaditos verdes y dinosaurios de goma. Es distensión y festejo en un espacio donde los pibes llevan de la mano y guían al adulto por un laberinto donde pululan gente disfrazada, geeks y una enorme cantidad de curiosos por la nueva forma que deba poco parece conquistar este mundo: el fandom.
Es por eso que esta crónica está pensada y escrita por mí desde un pasado no tan lejano, cuando miraba con asombro los dinosaurios de Jurassic Park (a quien engaño, sigo haciéndolo), las trompadas entre robots en Terminator 2 y me sentaba a la hora de la merienda junto a los Thundercats. Acá hay de eso y más también. Bastante más.
Porque básicamente al enterarme que Robert “T-1000” Patrick sería el gran invitado de lujo en esta nueva edición del evento mis emociones primarias se dispararon en todas direcciones. Si, en resumidas cuentas, sería la oportunidad de conocer al mítico T-1000: ese perfecto villano amorfo que imitaba a cualquier ser humano que se le cruce y que, a fuerza de metafísica, era pura representación sobre el capitalismo (sí, el capitalismo). En fin, toda la ansiedad puesta en conocer a un héroe (villano) de mí infancia o al mejor villano de la historia del cine después del Hans Gruber de Alan Rickman en Duro de matar (1988).
La cita fue otra vez en Costa Salguero. Como invitado primerizo lleve conmigo a mi equipo, que constaba de una fotógrafa eficiente además de organizadora nata y gran escritora, a tener en cuenta.
El viernes 20 de mayo pudimos asistir al esperado Meet and Greet de Robert Patrick, que constaba de una fotografía, a elección entre un autógrafo. Lo mío era lo primero. Hice cola sin hacer uso y abuso de mi pase de prensa y esperé. Avanzaba lento. Pero no tanto. Tal vez mis ansias detenían el tiempo en un interminable momento que parecía momificarse a cada pequeño paso que la fila marchaba. Al acercarme lo veo, tras abrirse una cortina, sin redoblantes que anuncian el esperado encuentro, y todo fue fugaz a la vez que protocolar y estricto. Alguien nos aclaraba que no se permitían abrazos, besos y cualquier demostración de afecto demasiado cercana. Aún así me estrechó la mano y cordialmente me dijo: “Un gusto en conocerte”. Le respondí pertinentemente. Posamos, la fotógrafa disparó dos veces y que pase el siguiente mientras yo aún me retiraba del espacio. El encuentro fue fugaz y preciso. Aún así, ese instante tan cercano a la nada para Patrick era para mí un momento eterno e invalorable. Era un tipo alto, simpático y canchero. Sonreía sin problema alguno y la campera de cuero lo hacía lucir más joven y enérgico de lo que ya era. Ésta es una sola de las tantas experiencias que se apelotonan entre estrella y admirador, cada una cargada de emociones y pequeños detalles personales.
Para cuando la noche había caído sobre nosotros y un centenar de personas, en el Main Stage, a eso de las 18:30 hs, Patrick regresaría por más. Esta vez la cita sería en un gran escenario al aire libre, con dos sillones dispuestos en el centro, una pequeña mesa en medio y detrás una enorme pantalla. Un entrevistador hizo el anuncio, y como toda estrella de rock (¡Con su chaqueta de cuero!), Robert hizo su entrada triunfal ante la atenta mirada de una multitud extasiada por su presencia. La entrevista fue informal, dominada por el carisma del actor de The X-Files, en donde se recorrió parte de su trabajo en varias películas y series. Hubo momentos hilarantes, en parte por el humor y la soltura que desprendía en cada momento y que impregnó el escenario de carisma y buena vibra. El encuentro se volvió a repetir el sábado 21, casi a la misma hora. Cambio de entrevistador, pero siempre la misma dinámica y entrega hacía el público. Yo, todos los presentes, chochos.
Momentos antes, ese mismo sábado a las 16 hs, arriba del mismo escenario se dio el esperado concurso de Cosplay. Para quienes no sepan que es ser cosplayer, se trata de un arte donde se confecciona un disfraz emulando a personajes de series, cine, cómic, manga, anime o cualquier otro carácter del imaginario popular que pueda ser imitado por fanáticos. Desde jedis, guerreros cazadores de dragones, pasando por Digimons, Harley Quinn, la Liga de la Justicia completa y las mismísimas Spice Girls, desfilaron por el escenario principal, delante de un jurado de tres cosplayers reconocidos. La labor que dedican estas personas a los disfraces es enorme y el resultado salta a la vista.
Mientras, en el auditorio, lugar que ofició como sede de diversas charlas y encuentros en la jornada de tres días que duró el evento, tuvo su punto máximo gracias y obra a la presencia del genial Ariel Olivetti; sin lugar a dudas, el mejor dibujante argentino de cómic de todos los tiempos. Olivetti, conocido en nuestras Pampas por ser uno de los creadores de Cazador, cómic polémico y políticamente incorrecto que alcanzó su máxima popularidad en la década de los 90, logró entrar por la puerta grande a Marvel y DC con tan solo 25 años. El artista se mostró dispuesto y respondió varias preguntas hechas por el público que colmó la sala. Uno de sus seguidores, un joven en primera fila, lo comparó con el mítico Alex Ross, considerado una eminencia americana en el arte del dibujo de historietas. Su yuxtaposición no está para nada desacertada: Olivetti tiene el talento de cien dibujantes comprimidos en una sola mano. Entre anécdotas y algunos consejos para aquellos novatos en el arte de cómic, se mostró como un apasionado y sin jamás abandonar la humildad que lo caracteriza.
Mí colaboradora, dedicada a tomar fotografías tenía mucho para decir. Más allá que la fotografía hable por naturaleza y comunique todo tipo de ideas, mensajes, discursos y emociones, el autor de dichas imágenes también se expresa con palabras. Esas mismas son las que darán fin a una jornada lúdica y divertida, un coto de caza para fanáticos de batiseñales, robots gigantes, monstruos babosos, dinosaurios mutantes que emergen del océano y superhéroes con calzas fluorescentes y capas de color arcoiris. Yo me despido por ahora, hasta la Cómic Con que viene. Adiós.
Crónicas de una espectadora
Como buena fanática de la mítica feriante, el volver a un evento de tal magnitud donde se reúnen varios conceptos de nuestra parafernalia ñoña, es de por sí un gran regalo como tal. Pero dejando de lado un poco lo conocido, las grandes productoras de comic, streaming y mangas con sus elaboradísimos e interactivos stands, me gustaría hablarles del presente lado B del evento, en lo que Galeano llamaría… “Los nadies…”
En principio, cuando nombraba “la Mítica Feriante” doy en referencia a las era de antaño, en donde artesanos de determinados pueblos comercializaban a través de sus oficios artísticos con pequeños puestos callejeros a la espera de transeúntes espectadores, deseosos de encontrar aquello que no sabían que lo necesitaban hasta que lo ven. Y de ahí ese feedback de consumo, pero también de interacción y encuentros. Dicho esto, me situó en la misma escena a la actualidad, en los Alley de Artistas locales de la Comic Con, unos pequeños callejones como a la sombra, en las afueras de los grandes centros de atención del evento (los castillos de renombre) encontramos a ellos… “los nadie… los que no son, aunque fueran”, a quienes llamaremos Pequeños Grandes Artistas del Fandom, que nos deleitaron con sus dibujos, pinturas, cómic, literatura, objetos, etcétera. En diminutas mesas, aglomerados, apilaban sus obras de ingenio y virtuosismo, de creativa e infinita imaginación. Pese a las condiciones sombrías, no dejaban de ser buenos anfitriones de su espacio ni de intercambiar intereses hasta con quien solo pasase a observar. Era en estos pequeños pabellones, donde relucía el caos artístico; era en esas sombras donde la luz encandilaba, era aquí donde los antihéroes pasaban a ser los verdaderos protagonistas.
Otro interesante lugar donde pudimos apreciar el mencionado lado B, fue el auditorio, donde además de escuchar las ya conocidas charlas de comics y sus derivados, el terror se hizo presente, más precisamente el terror argentino como bien nombró Matías en la primera parte de la cobertura.
En la charla de Escribir terror en Argentina nos encontramos con tres autores y una interesante idea sobre identificar a los mitos universales y llevarlos en esencia entendibles a nuestra cultura como sujetos ordinarios o de par. Vanesa O’Toole, gran escritora de ciencia ficción, nos presentaba esta vez, su actual obra en producción, una novela de terror que trata sobre Brujas, ritos & conjuros desde un lado más barrial, posicionándose en religiones y curanderos que vemos en el cotidiano del conurbano oculto, a quienes antigua y actualmente se le deposita la fe de un “empacho” hasta de un aborto. Por otra parte, Gonzalo Ventura, nos presentó su obra de terror 3 Días, en la que nos invita a adentrarnos en el misterio, la investigación y el thriller, situándonos en una ya conocida ruta 40, un accidente, una desaparición y algo misterioso acechando en las noches. Narrado desde un dialecto argento, ameno, amigable, nos cuenta como una historia que nos encantaría de Stephen King, la podemos tener acá, con nuestras herramientas y haciendo del terror un jugoso momento de disfrute literario con lo ya conocido. Esta obra fue adaptada a la pantalla grande bajo el nombre de Al 3er día, dirigida por Daniel de la Vega, con un gran éxito internacional. Y, por último, Ricardo Romero editor y autor de reconocidas obras, nos presenta El conserje y la eternidad, una novela de vampiros, pero una vez más, llevada a la ordinariez de un sujeto para el lector. El vampiro existencial, romántico, glamoroso que conocemos, esta vez es narrado desde la óptica de un cansado y plano conserje de edificio. Repite una y otra vez su mísera y agobiante vida de portero, pero se alimenta de sangre. Cabe destacar que Romero sitúa la novela en grandes eventos que transcurrieron en nuestra historia argentina, como ser en los años 1955, 1982 y 2001, enlazando y haciendo verosímil la inmortalidad decadente del vampiro.
Uno de los atractivos favoritos “B” de estas convenciones es conocer a los actores de doblaje, esos que reconocemos como voz de varios artistas y/o personajes, pero no como identidad personal. El tenerlos cerca es una fantástica oportunidad de salir de nuestro imaginario, y a ellos les permite salir de la sombra de sus intérpretes. El viernes 20, en el gran Main Stage a las afueras del predio, se realizó la presentación de Sebastián Llapur, argentino oriundo de Jujuy y residente desde hace más de veinte años de la capital del doblaje latino la ciudad de México. Una persona muy carismática, versátil, con un gran sentido del humor, tal como quedó demostrado en la entrevista. Mientras nos iba acercando su historia, nos iba envolviendo de manera cómica con las voces que fueron parte de ella. Fue intérprete de grandes personajes, como el inconfundible Bruce de Buscando a Nemo, el temible Darth Vader, el abuelo Abraham Simpson, Krusty, Snake, Mufasa del Rey León, Thorin de El Señor de los Anillos, Quico y muchos más. Con un público también receptivo y participativo, fue una jornada amistosa, agradable y graciosa, de la cual quedarán gratos recuerdos del encuentro en esta Comic Con Argentina 2022.
Daniel Nuñez y Daiana Ojeda
Fotos: Daiana Ojeda