Críticas finales, publicadas el domingo 24 de abril.
Rosa Chumbe, de Jonathan Relayze Chiang (Perú, 2015 – Competencia Internacional), por Martín Chiavarino
Historia de la miseria
La miseria y la corrupción moral, política y económica van siempre de la mano y crean lazos profundos que conforman valores y esquemas de obrar, pensar y sentir, que el fallecido sociólogo francés Pierre Bourdieu denominó como “habitus”.
El debut cinematográfico del realizador Jonathan Relayze Chiang es una excelente película sobre la miseria social que se extiende a todos los estratos y a todas las prácticas.
Rosa es una administrativa de la policía que vive con su hija, una joven madre soltera con un bebé pequeño y otro en camino. Mientras la hija toma la decisión de realizarse un aborto dejando a su bebé solo, la madre, que desempeña sus tareas policiales con gran ineficacia, hasta quedándose dormida en el escritorio, debe hacerse cargo del cuidado del bebé.
Reflejando las injusticias y la desigualdad extrema de Perú, Rosa Chumbe funciona como una denuncia de las paupérrimas condiciones sociales, de la hipocresía y del estado de indigencia en la que se encuentra el pueblo. La vida parece una penuria insoportable que agobia a los personajes, obligándolos a sobrevivir sumisamente y a desperdiciar el tiempo en lugar de a reclamar por su dignidad.
La extraordinaria acción de Liliana Trujillo que sostiene toda la película manteniendo una mirada y un espíritu agotado que transmite una angustia o una alegría efímera y desdichada al reír tenuemente es el principal valor de Rosa Chumbe, un film necesario para comprender el estado de Latinoamérica y así transformarlo.
Crimen de las Salinas, de Lucas Distéfano (Argentina, 2016 – Competencia Argentina), por Ximena Brennan
La palabra del pueblo
El único crimen ocurrido en el pueblo. En 2005, un hecho conmovió a San José de las Salinas, un pequeño lugar tranquilo de 700 habitantes. Lucas Distéfano (responsable del mediometraje Ballena Blanca, sobre los mitos en torno al animal), está muy lejos de realizar una crónica policial, sino que lo que más le atrajo para el relato cinematográfico son las diferentes reacciones, vivencias y versiones de los vecinos del pueblo sobre el asunto, casi como un estudio social.
Una mujer de 33 años se casa en secreto con un hombre de 77. Tres años más tarde, ella con la ayuda de su hermano, lo asesina. Cinco años pasaron hasta que el Tribunal de Justicia de Córdoba los condenara a cadena perpetua. A partir de allí, en 2009, Lucas Distéfano decide viajar al lugar para desempolvar los hechos de la misma manera que lo hizo con Ballena Blanca, dejándonos en claro nuevamente aquí que lo más jugoso es lo que está más allá del hecho en sí.
Distéfano prueba con un relato más intimista. Lejos del cuento amarillo y mediático (el crimen apareció por un corto período en las noticias, y tiempo después se olvidó), el operaprimista recurre a las situaciones cotidianas: anécdotas en una peluquería, reuniones en la mesa familiar o el domingo en la iglesia. La película de Distéfano se baña así con un halo de convencionalidad pero no dejando de lado una cuota, aunque mínima, de misterio en torno a la historia.
No hay que dejar de destacar los atractivos travellings que Distéfano efectúa con su cámara al desierto salino, para sumarle aun más clima a la cuestión y para atribuirle más excentricidad al lugar. Este elemento y el rostro de los pueblerinos conjugan una interesante tesis de lo que es alejarse de la tradicionalidad de un tema y encontrar lo interesante en el detrás de las cosas. Es evidente que a Distéfano le atrae lo naturalista y misterioso más que los hechos que podemos encontrar en cualquier parte.
The Diary of a Teenage Girl, de Marielle Heller (Estados Unidos, 2015 – Hacerse Grande), por Enrique D. Fernández
Tan de repente
Después de convertirse en uno de los títulos más ovacionados durante la anteúltima edición del Festival Sundance, The Diary of a Teenage Girl finalmente pasó por el Bafici 2016 para presentarnos el relato en primera persona de Minnie Goetze (Bel Powley, toda una revelación), la adolescente del título en cuestión, quien se encuentra transitando su despertar sexual en la ciudad de San Francisco durante unos revolucionados años setenta.
La invasión cultural de aquellos años (el fervor que se rotulaba bajo los ideales de sexo, drogas y rock and roll) decora el escenario vintage que la directora y guionista Marielle Heller utiliza para influenciar el comportamiento de Minnie, mientras mantiene un romance clandestino con la pareja de su madre, y experimenta un coming of age anclado en los conflictos románticos de toda adolescente que solo quiere sentirse amada y correspondida.
Entre diálogos afinados que combinan melodrama y comicidad, Heller intercala las escenas de sexo con ribetes animados que evocan los dibujos de Aline Kominsky, la famosa caricaturista formada junto a Robert Crumb. Sin lugar a duda The Diary of a Teenage Girl es uno de los puntos más altos de la sección Hacerse Grande.
Oleg y las Raras Artes, de Andrés Duque (España, 2016 – Competencia Internacional), por M.C.
Disonancias socialistas
El documentalista Andrés Duque busca en su nueva película descifrar el misterio de la genialidad del pianista y compositor Oleg Karavaychuk, un músico ruso que compone perturbadoras piezas disonantes a medida que toca, creando sensaciones corporales y una nueva forma de expresión a través de la música.
Rechazando cualquier tipo de proyecto comercial, el pianista se centra en sus deseos creativos que por momentos parecen devaneos de un desequilibrado pero que el documental logra rescatar como parte de su excéntrica personalidad que se opone a la cultura moderna, a la apertura capitalista y a la adoración del hedonismo y el dinero.
Con escenas extraordinarias que incluyen performances de Karavaychuk interpretando piezas propias en el museo Hermitage de San Petersburgo en el piano de oro de los zares, rodeado de algunas de las obras de arte más representativas de la historia de la humanidad, Oleg y las Raras Artes capta fragmentos del pensamiento y del proyecto estético del poco conocido y menos apreciado pianista para navegar entre las disonancias y las consonancias en una música exquisita e incómoda que raya la atonalidad.
Duque se encuentra con un verdadero artista que vive el arte como una forma de supervivencia ante la realidad hostil que lo rodea. Oleg y las raras artes le da voz a la persona, al pianista y al compositor para completar una semblanza de uno de los grandes músicos de nuestra era injustamente prohibido que por mucho tiempo solo pudo componer para el cine y el teatro.
Alone, de Park Hong-min (Corea del Sur, 2015 – Nocturna), por E.D.F.
Soo-min y una serie de eventos desafortunados
El protagonista de este relato es Soo-min, un fotógrafo voyerista que a partir de una secuencia impactante, en la que es testigo de cómo un grupo de hombres enmascarados asesina a una chica con un martillo, comienza a sufrir una serie de encuentros traumáticos y nostálgicos en la que se reencuentra con sus padres y su pareja.
Alone arranca desde el vamos como una cinta frenética que se propone someter a nuestro personaje por diferentes instancias pesadillescas en formato loop (consideremos la formula tan estereotipada últimamente de Hechizo del Tiempo, pero sin tantas reglas, aunque más pendiente de un destino onírico sin explicaciones), pero que rápidamente desciende hacia el melodrama psicológico para comportarse como una película inquietante que desafía la paciencia del espectador.
El acierto está en querer representar la mente del protagonista con el escenario que domina la historia, instalado en los laberintos interminables de un vecindario ubicado frente el departamento de Soo-min. Los diálogos juegan a descifrar los recuerdos que contemplan el inconsciente de un hombre atrapado en sus temores, y las imágenes que se van sucediendo arrastran al espectador por ensueños que casi podríamos clasificar como lyncheanos. Otro de los tantos delirios que nos llega desde Corea del Sur.
Illegitimate, de Adrian Sitaru (Rumania / Polonia / Francia, 2016 – Competencia Internacional), por Martín Chiavarino
Claro de luna
El extraordinario director Adrian Sitaru vuelve a sumar otro éxito entre su filmografía con Illegitimate, un drama sobre el incesto y el aborto que cuestiona todos los discursos sobre el tópico a la vez que los tabúes occidentales poniendo en juego el pasado y el presente de Rumania.
La película comienza con un padre medico explicando a sus hijos en medio de un almuerzo familiar acerca de su libro sobre cuestiones sobre el tiempo desde la perspectiva de las teorías sobre física cuántica, en un tema en el que se destacan las hipótesis del físico Ilya Prygogine. El almuerzo deviene en una acalorada y amarga discusión violenta acerca del rol de informante del padre durante el régimen de Nicolae Ceausescu. A raíz de su aparición en una lista de médicos que denunciaban a mujeres embarazas que expresaban su deseo de abortar, los hijos cuestionan las creencias y el accionar del padre y comienza una pelea penosa para todos.
La situación empeora cuando Sasha, la hija menor, queda embaraza de su hermano mellizo, Romeo, con el que mantiene una relación incestuosa desde hace años a espaldas de la familia. Al hacer públicos relación y el embarazo, el entorno familiar estalla por completo y cada uno de los protagonistas queda descolocado en su posición.
Illegitimate es una lección brillante de debate discursivo a nivel cinematográfico con grandes actuaciones y escenas de altercados memorables que abren una herida en el entramado social imposible de sellar. Sitaru pone en relieve dos temas polémicos, atacándolos desde todos los ángulos posibles, para romper todos los prejuicios y que cada espectador saque sus propias conclusiones. Un autentica demostración de cine realizado a martillazos.
