Buena Gente
Dirección: Claudio Tolcachir. Dramaturgia: David Lindsey-Abaire. Versión: Fernando Masllorens, Federico González del Pino. Escenografía: Alberto Negrín. Iluminación: Eli Sirlin. Vestuario: Sofia Di Nunzio. Producción: Pablo Kompel. Intérpretes: Mercedes Morán, Gustavo Garzón, Verónica Llinás, Silvina Sabater, Marina Bellati, Gerardo Otero. Prensa: Javier Furgang.
La suerte está echada
¿De que depende el destino de cada persona? ¿Cuáles son las decisiones que nos cambian la vida? ¿Cuáles son nuestros números de la suerte? ¿Qué provoca que a una persona le salga el número para convertirse en “buena gente” y quiénes siguen esperando hacer bingo en la vida?Esta es la línea narrativa que maneja esta inteligente obra de Lindsey-Abaire, autor de la obra “Rabbit Hole”, que adaptó para el cine, John Cameron Mitchell y acá se conoció como El Laberinto.
Buena Gente, se estrenó en febrero del 2011 en Broadway con Frances McDormand como Marge, la protagonista, que en esta adaptación de Masllorens/González del Pino, interpreta Mercedes Morán como Margarita.
La protagonista proviene de un humilde barrio suburbano. Trabaja en un depósito, pero una serie de circunstancias provoca que la despidan. Marga, desesperada por buscar un nuevo trabajo para mantener a su hija discapacitada de 30 años, recurre a Mirta, amiga y vecina del barrio, que le recomienda que visite a Juan, ex novio de la adolescencia y el barrio de Marga, que se ha convertido en un filantrópico médico endocrinólogo. Marga buscará a Juan, con el único propósito de solicitarle trabajo, pero la insistencia termina desenterrando viejos pleitos del pasado de ambos.
Planteada como una comedia, Buena Gente, hace énfasis en la discriminación social, y no de parte de la burguesía hacia la clase baja, sino en la autodiscriminación y la vergüenza que siente el personaje de Juan, que pudo salir del barrio humilde para terminar viviendo en un barrio privado, hacia su propio pasado y sus antiguos amigos.
Los inteligentes diálogos no prejuzgan la percepción del espectador ni de los personajes, y aunque el tono costumbrista, por momentos es un poco estereotipado, se convierte en necesario en la resolución para marcar los contrastes, diferencias y similitudes de dos clases sociales, que en realidad no están alejadas una de la otra.
La humanidad y el buen sentido del humor con la que los intérpretes llevan a cabo los personajes, sumado a la siempre dinámica y ágil puesta en escena de Claudio Tolcachir, que nuevamente confirma el talento y visión para trasladar obras extranjeras a contextos nacionales, y aplicando una interesante dosis de ironía y cinismo al teatro comercial, hacen de Buena Gente una obra atractiva y entretenida, que da pie a la reflexión y al análisis acerca de nuestros propios orígenes y nuestra visión del presente. Tolcachir consigue no villanizar a los personajes, no crear héroes ni villanos. Los recuerdos no solamente son recuerdos, sino que se convierten en anécdotas que terminan confluyendo en el conflicto final.
Durante casi dos horas, el relato se hace fluido y no pierde nunca el interés. Gracias a la aplicación de un preciso sistema de cambio escenográfico, las escenas se van sucediendo con una naturalidad, casi cinematográfica.
Cada actor le aporta algo de sí, lo que permite generar un clima ameno y empático, creíble. Se destaca la enorme Mercedes Morán, que con gracia innata y sutileza compone a una soberbia Margarita, que tiene su punto más alto, en un monólogo final digno de la pluma de Ibsen. Gustavo Garzón, haciendo uso de carisma, naturalidad e ironía consigue transformar a Juan en el “tipo” de barrio. Sin embargo, también logra traslucir el perfil más oscuro e hipócrita del personaje, con un tono cínico magistral.
El resto del elenco tiene momentos notables: Llinás, siempre precisa, aportando humor negro en las escenas más dramáticas; Sabater, se roba varias escenas colectivas y los más jóvenes: Bellati y Otero, también consiguen retratos verosímiles, acompañando muy bien a los protagonistas con interpretaciones sólidas.
Buena Gente, explora un retrato social universal, una realidad identificable, un conflicto que es cercano a todos. Al fin y al cabo, todos nos creemos, “buena gente”.
Teatro: Liceo – Rivadavia 1499
Funciones: Fin de Temporada