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CRÍTICAS - CINE

Buscando a Dory, según Denise Pieniazek

Buscando la identidad se encuentra la libertad.

Trece años después de Buscando a Nemo (2003), llega al cine su secuela, Buscando a Dory (2016), escrita y dirigida nuevamente por Andrew Stanton, pero en esta ocasión cambia de dupla para la codirección (antes lo acompañaba Lee Unkrich y hoy Angus MacLane). Con un prólogo muy original, el relato inicia con breves vaivenes temporales que nos muestran a Dory de niña junto a sus padres. Luego retoma en donde inicia el largometraje anterior, para pasar exactamente a un año posterior. En esta oportunidad el viaje de aventuras será con el objetivo de encontrar a los padres de Dory, y de esa odisea no sólo participarán sus amigos entrañables Nemo y su padre Marlin, sino que también se reencontrará con amigos del pasado y hará otros nuevos, como el pulpo camaleónico Hank.

A través de pequeños disparadores, Dory se contactará con su pasado e irá recuperando recuerdos de su niñez temprana, alcanzando -como en las novelas de bildungsroman- el autoconocimiento. En este viaje Dory buscará su propia identidad y se dará cuenta de que lo que la define no es la pérdida de la memoria sino el “¿qué haría Dory?” en tal o cual situación. Es decir, la tierna moraleja del relato consiste en aceptarse a uno mismo y ver que lo que parece un defecto en realidad le otorga a cada individuo originalidad y virtudes únicas que le permitirán lograr sus objetivos.

Buscando a Dory es un film lleno de momentos divertidos -sobre todo aquellos en los que interviene la actriz Sigourney Weaver, quien ya había prestado su voz para WALL-E (2008)- pero también muy emotivos, tanto para chicos como para grandes. En un análisis exhaustivo, al igual que Liberen a Willy (1993), el film está a favor de la liberación de los animales en cautiverio bajo el lema “rescate, rehabilitación y liberación”. Incluso es necesario decir que en este sentido -y a nivel narrativo- es más profunda y compleja que Buscando a Nemo. Si Buscando a Nemo finalizaba con el tema musical Beyond the Sea como síntesis del relato, Buscando a Dory finaliza con What a Wonderful World, dejando un mensaje utópico sobre el mundo y enfatizando la liberación y el respeto por el reino animal.

Pixar, después de haber perdido la magia de Toy Story (1995) y Monsters, Inc. (2001) con sus respectivas secuelas (o precuela, en el caso de Monsters, Inc.), el año pasado volvió a lucirse con Intensamente (2015). En adición, Buscando a Dory definitivamente demuestra que Pixar ha vuelto a lo esencial y emotivo de sus inicios, esperemos que esta creatividad -tanto desde lo audiovisual como en lo narrativo- sea permanente.

Bonus Track:

Como es habitual, todos los largometrajes de Pixar comienzan con un cortometraje, en el caso de Buscando a Dory lo precede Piper (2016). En dicho corto se narra la historia de una pequeña ave llamada Piper (al igual que una compañía que fabrica aviones), la cual comienza a salir al mundo. Su hábitat está cerca del mar y allí se topará con nuevas aventuras que asimismo traerán miedos. Piper, con una animación muy mimética y realista, trata sobre crecer y enfrentar los miedos. Este pequeño pajarillo aprenderá que lo que no nos mata nos fortalece, y podrá disfrutar de aquello que en un principio le daba miedo. Sin dudas vale la pena verlo, ya que al igual que Buscando a Dory, está lleno de emociones y explora los vínculos paternales: ambos constituyen un regreso al origen del estudio, en una línea temporal que va desde For the Birds (2000) a Piper y nos entrelaza al vuelo de las aves.

calificacion_5

Por Denise Pieniazek

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