(Estados Unidos, 2012)
Dirección: Lorene Scafaria. Guión: Lorene Scafaria. Elenco: Steve Carell, Keira Knightley, T.J Miller. Producción: Steve Golin, Joy Gorman, Mark Roybal y Steven M. Rales. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 101 minutos.
¿Qué vas a hacer el resto de tu vida?
Si una película tiene la capacidad de tocarnos en algún punto, conmovernos, y producir un cambio en nuestro pensamiento -por más mínimo que sea-, es porque hay una emoción verdadera en ella. No hay nada más humano que sentir. El miedo, el desasosiego y la muerte, son algunas cuestiones a enfrentar para los personajes que son tan humanos como es posible. Esta suerte de road movie apocalíptica se plantea cómo algo tan efímero como el paso del tiempo puede pasar de ser tan cotidiano en la vida de una persona, a transformarse en vital cuando está por agotarse. Entonces, uno se pregunta por el significado de su vida y cómo pasaría el resto de ella, por más breve que sea.
La elección de Steve Carell y Keira Knightley como la dupla protagonista, por más despareja que parezca –y lo es-, no podría ser más adecuada: los registros actorales de ambos son muy diferentes y chocan, creando por momentos cierta incomodidad, sobre todo en la escena que ella habla por teléfono con su familia. Él es “cara de poker” Carell, sonriendo tímidamente, y ella es pura gesticulación, pero funciona. Son dos formas de actuación opuestas, dos personajes opuestos, cuyas personalidades colisionan, así como el asteroide que va a acabar con la vida en la Tierra. Lo único que comparten -además del gusto por el jarabe para la tos-, es que ambos se encuentran solos para hacerle frente a semejante destino: afrontar las últimas tres semanas de sus vidas.
Esa decisión de casting –bastante arriesgada- le da un extra de verosimilitud a la situación, porque no es perfecta. Ambos desean pasar el resto de sus días con otras personas: él busca reencontrarse con quien fue el amor de su vida, y ella con su familia. La historia de amor entre los opuestos, se dará a través de un acto de amor incondicional por parte de ambos.
Uno puede pensar que va a encontrarse con una cruza entre Armageddon y una comedia de Judd Apatow, pero Buscando un Amigo… sorprende por su rareza, concebida a través de esa atmósfera trágica, pero a la vez mágica y hasta romántica, que mantiene hasta el final como una promesa de prórroga. La muerte está presente como un fuera de campo, mientras que la película se centra en la vida. La película se centra en la vida, en el aquí y ahora, mientras la muerte aparece como un fuera de campo. Sí, es el fin del mundo pero eso no impide que sea un final feliz. Entendiendo por feliz, la oportunidad de hacer valer el tiempo que nos queda, que ya sea mucho o poco, igualmente nunca será suficiente.
Por Elena Marina D’Aquila
Elogio de Keira Knightley.
Un asteroide se dirige a la Tierra. Quedan ahora 21 días de vida y a Dodge lo acaba de dejar su esposa en un ataque de pánico. Solo, sin familia ni hijos, debe esperar el fin de la civilización sin ningún ser querido. Él es Steve Carell, un actor que en comedia a veces funciona bien pero que en drama ha aprendido a tener el “manual indie para componer personajes trastornados”. En el piso de abajo vive Penny, su adorable aunque algo inestable vecina. Ella es Keira Knighley. El título de esta nota es bastante obvio. Lo que hace esta actriz en Buscando un Amigo para el Fin del Mundo es algo que asciende al plano de lo maravilloso.
Películas menores como esta hay miles. Sin embargo, artistas como Knightley ya no se ven seguido. Y eso parece entenderlo la directora de este film, Lorene Scafaria. La idea de un asteroide con destino en la Tierra refuerza el encanto que recubre a la actriz. En un mundo tan contaminado como finalmente encantador como este, la imagen de ella es lo único que se desearía recordar para siempre. Abrazarla, verla sonreír y besarla. Hayan pasado pocas o muchas mujeres en la vida del protagonista, a medida que avanza el relato se cae en la (inevitable) cuenta de que en ese hermoso saco de huesos se encuentra el amor de una vida. Su cuerpo, extremadamente delgado, no impresiona porque su encanto le gana a la conmoción que puede producir su físico. En otras personas, su peso llevaría a un impacto desagradable. Knightley es su sonrisa, su voz, su manera en la que se expresa formando parte de la actuación. Pocas actrices usan su físico con un determinado objetivo. El de ella es simple y directo: detrás de su estructura ósea hay delicadeza, fragilidad. En el argumento, esto se traduce en el desesperado deseo de protegerla, de no dejarla ir. Por eso, en esta película cada desencuentro es más desolador que el inevitable asteroide que dará fin al mundo. Perderla es igual que situarse en una estación viendo como ella se va en ese tren, desapareciendo entre la espesa niebla.
Menos previsible de lo que parece, Buscando un Amigo para el Fin del Mundo termina siendo más que una típica propuesta independiente. Es decir, deja de ser una copia de este gastado subgénero americano y juega con elementos que forman una dualidad interesante. Por cada muestra de caos, aparece la amor; por cada lagrima, la sonrisa de ella; por cada desencuentro, las miradas que vuelven a unirse. Como en la vida de Dodge, junto con la idea de la muerte, aparece la belleza; con la desaparición, la eternidad.
Posiblemente, este film no deba ser resumido a una enumeración de sus méritos y defectos. Buscando un Amigo para el Fin del Mundo se encuentra marcada por la gracia desde el casting. El mundo se acaba y las cosas deben ser experimentadas antes que ser científicamente estudiadas. La realizadora entendió el poder que se encuentra en su protagonista femenina: lo único que queremos sentir en el final de la vida -más allá del destino de nuestro planeta- es la calidez de Keira Knightley.
Por Luciano Mariconda