(Argentina, 2017)
Dirección: Fabián Forte. Guión: Lucas Bucci, Micaela Libson, Nicolás Silbert, Tomás Sposato. Elenco: José María Listorti, Pedro Alfonso, Osvaldo Santoro, Facundo Gambande, Sebastián Presta, Inés Palombo, Diego Reinhold, Soledad García, Miguel Ángel Rodríguez, Dady Brieva. Producción: Esteban Mentasti, Hori Mentasti, Alejandro Gruz, Gabriel Sucari. Distrbuidora: Energía. Duración: 94 minutos.
Cuando está bien hecho, cuando se le pone esfuerzo, cuando hay cine, las películas decididamente pasatistas (sean de Argentina o de cualquier parte del mundo), siempre tienen sus hallazgos, siempre ofrecen un poco más que chistes fáciles. Cantantes en Guerra (2017) es un buen ejemplo.
Ricardo (José María Listorti) y Miguel (Pedro Alfonso) son amigos, son músicos y conforman un dúo con ganas de triunfar. Pero en el casting al que se presentan sólo eligen a Ricardo. Pese a sus promesas de hacer razonar a los responsables de que son un dúo, un corte a 20 años después muestra al ahora denominado Richie como a una estrella pop. En ese contexto de fama y fortuna reaparece Miguel, hoy un humilde profesor de música, casado y con una hija. El reencuentro motiva que Richie lo invita a su gira por la provincia de Salta. Richie terminará hundido por su propio carácter arrogante, y Miguel tendrá la oportunidad de ocupar su lugar como astro latino. De pronto los roles quedan invertidos y comenzará una batalla despiadada.
Fabián Forte ya había trabajado con Listorti y Alfonso en Socios por Accidente (2014) y su secuela, en aquella oportunidad codirigiendo junto a Nicanor Loreti. Ahora Forte en solitario toma las riendas del proyecto, y si bien él no es autor del guión -allí participan dos de los responsables de La Última Fiesta (2016)-, aquí se notan las preocupaciones que caracterizan su filmografía más personal, como el costado oscuro de la naturaleza humana y la crítica hacia la sociedad de consumo. En Cantantes en Guerra nadie es un santo: en mayor o menor medida, todos se dejan llevar por la ambición, por la codicia, por el materialismo, por el lujo, y no pocas veces caen en conductas de dudosa moral. Sobre todo, por el lado de la industria discográfica, por el mundo del espectáculo todo, con su devoción por los ídolos y por la caída de esos ídolos. Pero los personajes siguen siendo humanos y, por lo general, hay aprendizaje y redención al final del camino. Todo esto, contado como una correcta comedia para toda la familia, sin pretensiones, dispuesta a divertir.
Se nota que Listorti disfrutó haciendo su papel (una parodia del prototípico cantante latino), y aunque Alfonso tenga un registro actoral limitado, ambos conforman una dupla efectiva. El elenco secundario incluye a Osvaldo Santoro, Facundo Gambande, Soledad García, Fiorela Duranda, Inés Palombo y Diego Reinhold; unos representan el anclaje con el mundo real, mientras que otros encarnan el costado más despiadado del show business.
Cantantes en Guerra nunca deja de ser lo que es: un producto para todo público. Así y todo, cumple muy bien con su cometido, sin chistes revolucionarios aunque sin jamás insultar la inteligencia del espectador, y además habla de los peores aspectos del negocio del entretenimiento.
© Matías Orta, 2017 | orta@asalallena.com.ar | @matiasorta
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Estrellas estrelladas
El director Fabián Forte, fiel a sus principios, centra la génesis de su filmografía en historias que reflejan su mirada del star-system. Desde La Corporación (2012) realiza una crítica constructiva al mundo televisivo, el show business y cómo el fetiche del sistema publicitario impone modas y un consumo exacerbado de productos efímeros, que marcan tendencia en la sociedad. En esta ocasión, bajo el mismo espíritu vuelve al ruedo con Cantantes en Guerra (2017). Una comedia blanca y pasatista donde aborda en un guión por encargo el behind the scene de la industria pop: su esencia, representantes y artistas. En este marco invita al espectador a reflexionar sobre sus actos de consumo.
La trama, a cargo de los guionistas de La Última Fiesta (2016), por momentos recuerda a Muertos de Risa (1999), dirigido por Alex de la Iglesia, cuando dos jóvenes pasan de ser el inseparable dúo musical Los McCartney a peores enemigos. Sin embargo, la arista funciona gracias a la performance, innata, de la dupla protagónica compuesta por José María Listorti y Pedro Alfonso, que asume el reto de confrontar irónicamente el rating, la fama y los mass-media que los vio nacer en Showmatch. El éxito de la narración radica en la química de la dupla, que aporta la misma cuota de humor que en Socios por Accidente (2014) y en su secuela, dirigidas por Forte y su coequiper Nicanor Loreti. Aquí interpretan a la perfección el estereotipo de dos amigos incondicionales de la adolescencia que se reencuentran tras haberse distanciado veinte años.
Bajo esta premisa pivotea constantemente el film. El eje se centra en como el exitoso productor Sammy (Osvaldo Santoro) manipula en una audición de 1997 al dúo, lo separa, y cual hada madrina, le cumple el deseo a Ricardo (José María Listorti) de convertirlo en la nueva estrella del pop latino: Richie Prince. Los minutos avanzan y el espacio-tiempo sitúa al espectador en 2017: Richie traicionó a su amigo y vivió los últimos veinte años a cuestas de un hit, refritado, que está a punto de pasar a la historia. Entretanto, la contracara del dúo, Miguel (Pedro Alfonso) formó una familia y sobrevive dando clases de guitarra y composición musical. De pronto, un accidente automovilístico los re(encuentra) y Richie, consciente de su actual decadencia, le propone a Miguel sumarlo a su gira en la provincia de Salta. Allí tocan juntos y el productor descubre que la gema siempre fue Miguel pese a su falta de carisma. Le propone lanzarlo como cantante solista de reggaetón, él acepta y pese a que sus valores sobre la amistad, familia y trabajo se contraponen al pulso de la fama, sigue su sueño. Nace Miguell´o y con él sus fans que responden positivamente ante el nuevo fenómeno impuesto por Sammy. Esto desata una guerra de egos entre los cantantes y nuevamente los sitúa como rivales ¿Serán capaces de finalizar la guerra y confrontar el sistema? ¿O el star-system marcará la esencia del ser?
Párrafo aparte para la producción que sumerge al espectador en la estética del feísmo a través de la artística musical que, mediante jingles pegadizos (a cargo de Néctar), transmite por el universo del entertainment la repulsión buscada. A ello se suma la impecable puesta escénica de Forte, logrando un fuerte arraigue televisivo al mechar locaciones de estudios de televisión y cameos de actores secundarios, como Diego Reinhold (en la piel de un sanguinario conductor de programa de chimentos de televisión), y testimonios de Valeria Lynch y Carlos Vives, que potencian y dan ritmo a las escenas. Estos matices denotan como una historia simple con un mensaje lineal y conciso puede entretener sin caer en lo amateur. En este sentido, la impronta del rodaje en la provincia de Salta resultan primordiales; aparece en escena el mismísimo Forte instruyendo a Miguell´o y sus bailarines cómo deben bailar ante cámara el ritmo del “perreo” en medio de los cerros para un videoclip, cuyo tinte berretín resulta culturalmente chocante ante la cultura que promueve el NOA.
Cantantes en Guerra entretiene y está pensada para un público capaz de comprender la lógica ilógica del star-system. Tiene dos datos color interesantes. El primero, cómo Forte se asume portavoz del mensaje al aparecer en el film y (re)marcar como deben responder eficientemente ante cámara los famosos para no pasar, en cuestión de minutos, de estrellas a estrellados, producto del rating. El segundo, la alegoría entre la música del dúo pop frente a la de su ídolo Paul McCartney (aunque no se lo mencione directamente). Sin embargo, estos elementos quedan como una anécdota al paso y la propuesta de Forte no sale de la zona de confort del cine popular y comercial, liviano y recreativo, al utilizar el recurso de la ironía mediante personajes que resultan creíbles al reproducir clichés y gags televisivos en sintonía al tono estilístico buscado. Si bien esta mecánica funciona, se limita a re(marcar) cómo los fans y artistas están enfrascados bajo la etiqueta de zombies que siguen la corriente esteticista.
© Luciana Calbosa, 2017 | @LulyCalbosa
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