Dirección y dramaturgia: Federico Aguilar. Traductora de Inglés: Carolina Zumarán Jibaja. Bailarines: Leandro Dumón y Marcio Barceló. Realización de videos: Chúmeya Lanusse Aguilar y Federico Aguilar. Diseño sonoro e interpretación musical en vivo: Pedro Donnerstag. Interpretación musical en vivo: Bárbara S.Carboni, Franca Daniela Boccazzi. Diseño de escenografía, vestuario, objetos y utilería: Emilia Martínez Dómina. Diseño espacial para sala Espacio Urbano: Antonela Fucenecco. Realización de escenografía: Emilia Martinez Dómina y Antonela Fucenecco. Realización de máscaras para lucha: Daniela Fernández Blanco. Diseño lumínico: Florencia Carboni. Grabaciones en estudio: Juan Pablo Martínez. Asistencia técnica: Naomi Ronco. Asistencia de dirección: Naomi Ronco y Carolina Zumarán Jibaja. Producción: Carolina Silva. Imágenes, videos de archivo y objetos indígenas pertenecientes: Fundación Norte. Voces y cantos en off: Ñata Aguilar. Piezas invitadas (dibujo en vivo): Sofía Ugarte, Carolina Barretto, Silvana Lozano, Antonela Fucenecco.Elenco: Ignacio Ciminari, Carolina Silva, Carolina Fernández Kostoff, Chúmeyá Lanusse Aguilar, Guadalupe Lanusse, Laura Casale, Gonzalo Cenizo, Claudio Yanes.
Genealogía de la memoria bélica.
Casus Belli es una obra construida a partir de la memoria, como vector que recorre toda la escenificación para organizar, interpretar, analizar, interpelar y asir a la historia como acontecimiento. Cada actor es parte de un complejo engranaje que se despliega como un museo de guerra ante el espectador; pero la guerra a la que la obra alude no es solo el conflicto bélico sino: las relaciones humanas y los conflictos tanto interiores como exteriores.
La obra alude a la figura del derecho internacional que justifica la guerra, refiriéndose de esta manera a los incidentes que desencadenan las hostilidades bélicas, para analizar el concepto de la guerra y exponer su esencia o su existencia, según como la obra sea percibida por el espectador.
Así, pasamos a recorrer un museo de guerra performativo en el que aparecen un abuelo y una abuela separados, realizando sus actividades personales, un ajedrez esperando al hombre del discurso, al autor de la obra buscando exponerse y a un hombre enmascarado a punto de comenzar a danzar su lucha contra la escenario. El recorrido es interrumpido por las guías del museo que organizan la velada para presentar al alter ego del autor que realiza la arqueología de un dibujo cuyos motivos de cristos, guerras e indios hacen surgir las historias reconstruidas alrededor de su memoria.
El museo se convierte en un espacio vivo que se transforma, interpelando al espectador a participar, sentir y experimentar la obra como un protagonista más. Ya sea a través de una copa de jerez, una partida de ajedrez o una charla casual sobre un concepto que deconstruye en el dialogo la participación. Surgiendo primero como posibilidad para convertirse en una necesidad ante una memoria individual que de a poco se transforma en colectiva.
De esta manera la memoria se transforma en experiencia y más tarde en relato de esa experiencia, de un trauma personal que es también una herida social aún abierta. La Guerra del Paraguay, los enfrentamientos políticos alrededor del peronismo y los conflictos globales como base de la ficción, funcionan como ejes de un intento de problematizar la guerra y el amor como conceptos que se deforman para intentar seducir y provocar, induciendo a la participación del espectador y la aparición de relatos que combinen ambas ideas.
La violencia de la guerra sirve como un dispositivo para liberar al espectador o ponerlo en tensión. Las máscaras funcionan como una forma de anonimato pero también como un mecanismo de defensa ante lo hostil. La vorágine de la obra lleva al espectador a actuar pero para después pensar en lo sucedido con el fin de comprender que los mecanismos utilizados por el autor permiten visibilizar que la hostilidad es un camino transitivo y que la violencia de la guerra tiene una respuesta por parte de la obra y después una reacción de los espectadores.
Los distintos lenguajes artísticos cruzados, la danza, la música en vivo, el teatro, el video, el dibujo organizan este ritual en el que dieciocho actores reconstruyen una obra que se transforma con cada puesta en escena. Casus Belli crea de esta forma un espacio para dejarse llevar y abrirse o resistir, pero que de ninguna manera permite la indiferencia.
Teatro: Centro Cultural Paco Urondo: 25 de Mayo 201
Entrada General: 50 pesos
Funciones: Viernes 20 30 hs
Por Martín Chiavarino