Esta vez hay chances de que la copa del mundo regrese a nuestro continente. Y, por eso, comparto algunas películas y apuntes al respecto.
El espectáculo del cine y del fútbol son cosas bien distintas. El cine de ficción es el resultado de un guion corregido muchas veces, que ha pasado por varias lecturas y aportes, y a veces por varios guionistas, es una obra que requiere una planificación minuciosa y ensayada puesta en escena, de una filmación donde cada plano se ha repetido hasta el cansancio o hasta que salga como se quiere, que necesita una selección y armado de todo lo filmado y de correcciones del sonido, de la imagen y a veces de las actuaciones en el doblaje, y que necesita de una reproducción de cuantas copias sean necesarias para que se exhiba una y otra vez casi exactamente de la misma manera. Se da en miles de lugares a la vez; por eso muchos sienten tanto placer de volver a ver la misma película, la película es la misma, pero al volver a verla entendemos o ponemos nuevos ojos en el mismo acto.
En cambio el fútbol es lo contrario, en cada juego se mezclan todas las cartas y el espectáculo es y será siempre único e imprevisto, siempre irrepetible; por eso hay gente que orgullosa recuerda haber estado en la final de tal año, en cierto estadio, donde a pesar de tener todas las cartas en contra, su equipo se llevó el triunfo; y gusta de contar orgulloso esa fuerte experiencia. Un espectáculo donde todas las cosas externas pueden interferir en el resultado, los protagonistas siempre son diferentes en cada match, hace mucho el estado de ánimo, la condición física, el clima y cómo chocan dos estrategias y alientos diferentes.
El espectador, a diferencia del cine que ingresa en blanco, entra a la cancha ya parcializado con un bando, y por más que hagan lo que hagan sus protagonistas, al salir seguirá fiel al mismo bando.
En el fútbol a diferencia del cine que siempre queremos novedad, las reglas siempre son las mismas y no se pueden cambiar.
Cuando se han querido juntar esas dos pasiones en general, tal vez por esas diferencias, los resultados casi nunca satisfacen a ninguna de las dos hinchadas; los intentos de tratar de hacer un film para atrapar al mercado de los futboleros casi nunca cuajan, aunque están los ejemplos de algunos directores de renombre que trataron de hacer lo suyo: el argentino Leopoldo Torres Ríos con Pelota de trapo (1949) (8 IMDB) después fue el brasilero Nelson Pereira dos Santos con Rio 40 grados (1955) (7,5 IMDB) , también el maestro John Huston con la actuación de Pelé en Evasión o victoria (o Escape a la victoria, en otras traducciones) (1981) (6,6 IMDB), en España Alex de la Iglesia con Messi (2014) (7,2 IMDB), o esta el ejemplo de uno de los únicos directores que ponen sin sonrojarse su apellido en el título: Maradona de Kusturica del director que curiosa o casualmente apoya la invasión de Putin.
Otros con más acierto contaron una historia donde los personajes tienen una relación con el fútbol, sin la necesidad de mostrar lo que pasa dentro de la cancha como Papeles en el viento (2015) de Juan Taratuto, escrita por otro gran futbolero, Eduardo Sacheri, o El año que mis padres se fueron de vacaciones (2006) de Cao Hamburger . También está o Golpe de estadio (1998) de Sergio Cabrera de Colombia.
Caso aparte es el de Juan José Campanella que hizo Metegol (2013) una animación sobre futbolín, pero sobre todo en la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos (2009) hizo un famoso plano secuencia en el que se ve meter un gol a su equipo y la cámara desde el cielo hasta la cancha y sale del estadio.
Otros en cambio como el gran director peruano Francisco Lombardi de manera más sana nunca mezclaron las cosas y su fanatismo futbolero lo llevo a ser presidente de Sporting Cristal.