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CRÍTICAS - CINE

Con amor y furia (Avec amour et acharnement)

Verano francés, parece. La semana pasada se estrenó Los jóvenes amantes, rutinaria historia de amor algo recordable desde la pareja protagónica. Y ahora viene Con amor y furia, con Juliette Binoche y Vincent Lindon viviendo una inesperada crisis pero, vaya que resulta importante, con Claire Denis detrás de cámara.

A través de su extensa trayectoria (más de 15 películas) Denis vuela por los aires la añeja (¿vigente?) política del autor: en su obra se encuentran relatos íntimos sobre parejas (Vendredi soir), historias de fuerte óptica feminista (Bajo un sol interior, también con Binoche), inserciones en el terror canibalístico (Trouble Every Day) o en la ciencia ficción distópica (High Life, otra vez Binoche), diversas miradas que confrontan culturas (su opera prima Chocolat; 35 Rhums; El intruso; White Material) o un sutil homoerotismo de desierto y arena naranja (Beau travail), entre otras confluencias temáticas y formales marcadamente antagónicas. Pero en más de una película de Denis se cuela una visión muy francesa, sobre conflictos arraigados al viejo Tercer Mundo desde una mirada claramente eurocéntrica que, por momentos, roza o hasta avasalla debido a su cómoda corrección política.

Sara trabaja como periodista radial y entrevista a una mujer libanesa que describe las atrocidades en su país y en más de una escena este subtema (que incluye citar a Fanon desde una prédica burguesa siglo XXI) pretende acentuar o, por lo menos, disimular la historia central de Con amor y furia: la súbita crisis de una mujer y un hombre a plena felicidad (Sara y Jean) desde el momento en que ella se cruza con Francoise (Grégorie Colin), su ex y amigo de su pareja actual.

Esa felicidad de Sara y Jean ocupa los primeros quince minutos: mar, sol, intimidad de la pareja, besos, silencios. El nudo argumental, placentero desde un inicio, irrumpe de manera inesperada con la novedad que cité más arriba. Y acá surge el desafío para una directora experimentada como Claire Denis: cómo sostener durante hora y media (con los correspondientes intervalos “políticamente correctos”) una relación que parece hacerse trizas sin caer en lugares comunes o escenas estéticamente estereotipadas.  

Desde la planificación del guión las novedades son las esperables: los encuentros de Sara y Francois, sujetos al punto de vista narrativo elegido por la directora, la soledad que vive Jean junto a sus dudas por el comportamiento de sus mujer, la hipótetica relación laboral entre Jean y Francois… y así. En este punto, Con amor y furia es una historia convencional, bien narrada y con dos estupendos actores. 

Pero Denis está y se hace presente en un excelente trabajo de cámara, en especial en dos escenas (extensas) donde Sara y Jean discuten en interiores ante la inminente crisis. Allí la realizadora recurre al plano secuencia o, en contraste, a abruptos cortes entre toma y toma, como si estuviera espiando el conflicto desde el ojo de una cerradura. En esas y en otras escenas registradas en exteriores con Sara y Francois, Con amor y furia se aproxima sin regodeos ni pedidos de disculpas, a una estética cassavetiana: la energía que transmite en un principio la palabra escrita en un guión, se transfiere a los actores protagonistas y, por extensión, a las decisiones que toma en este caso la realizadora para concebir una determinada puesta en escena.

Ahí Con amor y furia se convierte en una película distintiva y sutil.

(Francia, 2022)

Dirección: Claire Denis. Guion: Christine Angot, Claire Denis sobre la novela de C. Angot. Elenco: Juliette Binoche, Vincent Lindon, Grégoire Colin, Bulle Ogier, Mati Diop, Issa Perica, Hana Magimel. Duración: 116 minutos.

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