Corre (2020) puede ser una metáfora exacerbada de cómo se construye y refuerza la discapacidad dentro del núcleo familiar. En principio, Chloe (Kiera Allen) nace con múltiples dificultades biológicas y Diane (Sarah Paulson), su madre, ha acompañado estas hasta que su hija en apariencia ya se defiende por sí sola con las rutinas.
Los primeros segundos de la obra plantean una disyuntiva ante eso. Se nos ofrece de manera escrita y en el plano la definición médica de las cinco condiciones con las que nace la bebé de Diane: parálisis, diabetes, asma, arritmia y hemocromatosis. Al no usar a un actor que le anuncie a ella sobre las complicaciones de su hija y al remarcar el run. de la última definición, el director propone que desconfiemos de las imágenes posteriores y de las maneras como serán dadas a conocer la información en la obra. Y eso precisamente hará Chloe en su adolescencia, curiosa y ávida para sobreponerse a las complicaciones.
Para sugerirnos la relevancia de tales discapacidades, los guionistas aprovechan códigos del thriller y así exageran lo que en el día a día, fuera de la ficción, pasa desapercibido. Eso es una obviedad teórica además aprovechada dentro de la película cuando madre e hija van al cine vienen reiterando “Hace tiempo que no vemos una película” y Chloe se escapa de la sala para investigar sobre unas pastillas en la farmacia de la cuadra aledaña. Atención que la farmacéutica se llama Kathy Bates, actriz icónica desde que interpretó a otra mujer controladora: Annie Wilkes en Misery (1990).
Por otro lado, sería cierto que la película desaprovecha lo visual si el uso de los tonos amarillos* del diseño de producción no estuviera sostenido en el transcurrir de la trama. A medida que Chloe investiga las mentiras de Diane; estas tonalidades indican los términos de la dinámica familiar y qué hará la hija para luchar en contra de ellos. Los mostaza de las cortinas y del buzo de la adolescente señalan que ella es un adorno en su propia casa; un adorno a la espera de su liberación. De hecho hay una escena donde Chloe se traslada de una habitación a otra de la casa atravesando la ventana, pero dar más detalles sería echar abajo la trama de una obra que se afianza en sus giros. También los amarillos limón al fondo de un plano medio de Chloe en la última escena del hospital pueden sugerir una vida ácida para este personaje.
Antes en Seeds (2014), Chaganty mostró dosificados sus intereses técnicos y temáticos ahora más desarrollados para este su largo posterior a Searching (2018). Aunque en aquella ocasión la madre del realizador en nada se parecía a Diane, él le llevaba un correo pasando por catorce ciudades y con cortes rápidos donde el foco es el paquete y su destinataria. En su obra más reciente también el correo postal será clave y no solo para que Chloe espere un preciado documento.
Si en su corto la economía de recursos importaba para la llegada y entrega sorpresivas, ahora lo narrativo no busca limitarse a los thrills. Para esto un segundo visionado permite detallar mejor la proeza actoral de las protagonistas. En general el desempeño de Paulson tiene más fuerza constante que el de Allen. Con su mirada fiera y la corporalidad, ella da fe de un sacrificio materno mal entendido. De todas maneras Allen, actriz con dificultades motoras en la vida real, saca provecho de sus flaquezas corporales con el ingenio del personaje para huir del encierro. Los momentos menos convincentes de la actriz ocurren cuando ella muestra a la Chloe más desesperada pero estas bien podrían deberse a primerísimos planos tan delatores. Aun en la escena final Allen interpreta con convicción a una Chloe adulta, aunque igual de anclada a la necesidad de su madre como lo estuvo antes.
Es probable que en pos del mentado género, los guionistas Aneesh Chaganty y Sev Ohanian arriesguen con el final un comentario más agudo sobre cómo puede progresar la relación madre e hija. ¿Por qué no hacer que Chloe cumpla lo que ella dice: dejar de necesitar a su madre? Tal vez este pedido sea una pregunta caprichosa para una obra que desde su póster promocional indicó que tal cambio es imposible. Con la imagen de Chloe en rojo y en miniatura dentro del perfil de Diane en blanco y negro, ya el afiche anunciaba en su momento que la hija era una creación mental de la madre.
Finalmente, es difícil no poner esta película frente a Swallow, también estrenada en 2020 donde Hunter, la protagonista, enfrentaba su pasado tortuoso y huía del entorno restrictivo. El detalle es que las comparaciones resultan odiosas cuando son diferentes las pretensiones de cada obra. Chaganty no busca redimir y complejizar la individualidad femenina como hace Mirabella-Davis, sino resaltar lo nocivo de sus vínculos y a qué da pie la ficción en este proceso: la huida.
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* Recordemos que el amarillo es un color contradictorio en sus connotaciones. En India, de donde proviene la familia del director, está más vinculado con el conocimiento y la sabiduría. Sin embargo, también es el color de la enfermedad y la alegría.
(Estados Unidos, Canada, 2020)
Dirección: Aneesh Chaganty. Guion: Aneesh Chaganty, Sev Ohanian. Elenco: Sarah Paulson, Kiera Allen, Sara Sohn. Producción: Sev Ohanian, Natalie Qasabian. Duración: 90 minutos.