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CRÍTICAS - CINE

Un lugar en silencio (A Quiet Place)

(Estados Unidos, 2018)

Dirección: John Krasinski. Guion: Bryan Woods, Scott Beck, John Krasinski. Elenco: Emily Blunt, John Krasinki, Millicent Simmons, Noah Jupe, Cade Woodward. Producción: Michael Bay, Andrew Form, Brad Fuller. Distribución: Uip. Duración: 90 minutos. 

Refugiada en una granja rodeada por un bosque frondoso, una familia -aparentes únicos sobrevivientes de un misterioso evento apocalíptico- hace del silencio su única arma posible ante el ataque de extraños seres atraídos por los sonidos. Bajo ese marco, John Krasinski logra que su rol como director obtenga, finalmente, un merecido reconocimiento.

Que una pequeña película de terror, destrone de la taquilla a una de las más grandes megaproducciones de los últimos años es, cuanto menos, llamativo. El David de Krasinski le ganó al Goliath de Spielberg ($50 millones de dólares contra $41 en sus fines de semana de apertura, sólo en Estados Unidos, repitiéndose el esquema en varios países, aunque no la cifra, por supuesto), gracias a un boca a boca tan inusual como bienvenido, prueba de que el minimalismo y la falta de luces de colores (aun siendo éstas brillantes, llamativas, hasta con profundidad) pueden ser exitosas en la taquilla actual. Un buen thriller, con premisa propia, sin pedir prestado de universos previos, y una fuerte apuesta a cuestiones formales que a priori parecen anti populares, puede hacerle frente a un evento bigger than life actual, como Ready Player One. Claro que esto sucedió dentro del marco de la industria: Un lugar en silencio no es una película del todo pequeña, aunque sí modesta en su concepción. Quizás, a futuro, haya quienes puedan leer en este caso y –por ejemplo- el de ¡Huye! (Get Out, Jordan Peele, 2017) señales de una posible vía de salida para el cine de género de producción hollywoodense, anquilosado en remakes insulsas y franquicias innecesarias.

Un poco de trama

Quizás no haya mucho que se pueda contar de ella a priori, lo que la hace más interesante, por cierto. Evitando spoilers, por ahora: sin demasiadas pistas de cómo, qué o por qué pasó lo que pasó, la película nos presenta a una familia alejada de un pueblo arrasado, sin habitantes. Datos por aquí y allá nos indican que –casi- todos los miembros de la familia –madre, padre y tres hijos- están al tanto de que hacer cualquier tipo de ruido puede significar una muerte terrible, en manos (patas, brazos, pinzas, quién sabe) de unos extraños y terroríficos seres con capacidades auditivas extremas. La supervivencia, entonces, depende totalmente de la capacidad para hacer silencio, súper poder que la familia (cuyos nombres nunca se vocalizan) parece haber desarrollado al extremo y, por supuesto, no es así: en las pequeñas fallas es donde el terror comienza a tomar forma y reina la construcción del suspenso. Allí, en esa construcción, es donde brilla la película.

Delante y detrás de cámara

Para muchos, John Krasinski es, fue y será Jim Halpert, uno de los personajes con mayor protagonismo de la versión estadounidense de The Office: además de actuar en las nueve temporadas que duró la serie, Krasinski también produjo y dirigió varios episodios. Pero su paso por el cine es mucho más variado y rico: como actor trabajó para Sam Mendes, Christopher Guest, Nancy Meyers, Kenneth Lonergan, Cameron Crowe, George Clooney y Kathryn Bigelow, etc. Como guionista, junto a Matt Damon coescribió el guion de Tierra prometida (Promised Land, 2012), de Gus Van Sant, película en la que ambos también aparecen en roles enfrentados. Pero su labor como director es la menos celebrada, quizás porque sus dos largometrajes anteriores no lograron el éxito esperado.

Su ópera prima, Brief Interviews with Hideous Men (2009), fue la primera adaptación cinematográfica de David Foster Wallace, basada en su libro homónimo, Entrevistas breves con hombres repulsivos, compilación de historias breves y una serie de, sí, entrevistas ficcionales a personajes bastante poco agradables. Buscando distanciarse de las adaptaciones teatrales que la obra original ya había tenido, Krasinski escribió un guion que le permitiera brillar a él y sus varios intérpretes, con un resultado final que si bien recibió críticas poco favorables, merece ser revisitado: hay un nervio muy latente en la película, la presencia de una intención que supera al resultado, quizás porque el proyecto sea demasiado ambicioso para un debutante detrás de las cámaras.

Si comenzar con Foster Wallace fue apuntar muy arriba, The Hollars (2016) sirvió para equilibrar: al fuerte desafío del debut, Krasinski optó por contrastarlo con una obra menor, si se quiere, en cuanto a exigencias formales. Aquí la trama es la que mueve todo, apoyándose más en las actuaciones que en los artilugios de realización. El resultado es una buena película, injustamente ignorada, en la que todos sus intérpretes (Margo Martindale, Richard Jenkins, Sharlto Copley y Anna Kendrick) brillan por igual, incluido Krasinski, por supuesto. En un universo de comedias dramáticas sacadas de moldes ya oxidados, The Hollars merece ser vista como una pequeña y agradable sorpresa.

La tercera parece ser la vencida: con Un lugar en silencio su máximo responsable parece haberse ganado el respeto que viene buscando desde hace prácticamente una década: sí, Krasinski afinó mucho su desempeño detrás de cámara, poniéndose en función de la construcción dramática –en este caso un thriller con fuertes elementos del terror-, sin desatender su propia labor como actor. Toda una confirmación, sin lugar a dudas.

El elenco

De su obra anterior queda claro que el foco principal de este actor devenido en realizador son sus compañeros delante de cámara: valga Sharlto Copley como ejemplo extremo, aniquilando exitosamente su acento original en The Hollars. El sumar a su esposa Emily Blunt al pequeño elenco de Un lugar…, fue una impecable jugada inicial que les sirvió en varios aspectos, aunque el golpe de gracia fue el haber incluido a Millicent Simmonds, que ya había brillado en Wonderstruck (2017), de Todd Haynes: padeciendo sordera desde nacimiento, Simmonds tiene un implante coclear que fue incorporado a la trama de forma muy activa. Como sucedió con Haynes, Krasinski quería una actriz que supiera lenguaje de señas, pero que además pudiera reforzar el personaje. A ellos se sumó el pequeño Noah Jupe, recién sobresalido en Bienvenidos al paraíso (Suburbicon, George Clooney, 2017). La familia sea unida.

Silencio: se suspensa

El silencio tiene acción, cantaban por ahí, algo que aquí es norma y hasta punto de partida. Desde su incorporación a la imagen en movimiento, el sonido se transformó en parte indivisible del cine, tanto que el privarse de él es considerado como una decisión artística. Construir hoy en día una película alrededor del silencio es hasta poco conveniente desde lo comercial: quienes tenemos un dejo de cinefilia no hacemos más que padecer la falta de mutismo que tiene el público actual en salas, a lo que se le suman las comidas, los celulares y demás distracciones de lo que sucede en la pantalla. Por eso, esta película es una rara avis desde su concepción y es una aplaudible muestra de salud que el estudio responsable haya la sostenido. De todos modos, se nota que hubo un tira y afloje importante: uno de sus puntos débiles es el uso de la música, que peca de obvia en algunos momentos en que podría haber funcionado mejor el silencio imperante. No es difícil imaginarse a un puñado de ejecutivos sufriendo por cada segundo de silencio contabilizado. Por suerte, hubo compromisos tomados de ambos lados.

No ver al bicho

Spielberg – ¡oh, coincidencia!- no lo inventó pero sí hizo de eso un arte en Tiburón (Jaws, 1975): mientras menos veamos al monstruo, sea cual sea su hábitat natural o el lugar en el que acecha, más miedo nos va a dar. Tememos, por supuesto, a lo desconocido, eso que acecha entre las sombras, quizás desde tiempos inmemoriales: miedos atávicos. Y si lo Innombrable lo es porque, precisamente, al hacerlo es invocado, aún peor. Astutamente, en el guion escrito a cuatro manos por Scott Beck y Bryan Woods e intervenido por Krasinski, esa necesidad de ver completo al monstruo, el bicho, o cómo quieran llamarlo (pero en silencio) tendrá saciedad. Mortal, para algunos. Quedan millones de incógnitas alrededor de estos seres, desde si se trata de un paralelo absoluto de los gurbos de El Eternauta (primeros enviados de una misión más ambiciosa) hasta su propia fisonomía. Lo ideal es que queden abiertas. Pero Hollywood ya se va a encargar de arruinarlas…

Debilidades

Al mencionado exceso de musicalización –aun siendo leve, es notorio- se le puede sumar cierta sobre utilización de los sobresaltos como efectivo método efectista: una vez más, la tensión es el fuerte principal de los climas y es allí cuando la película gana puntos, cuando tensa, no cuando grita buuu. Otro tópico cuestionado es que no se termina de delinear del todo a los personajes, algo que podría haber ayudado aún más para la empatía, sin embargo sí lo hace lo suficiente como para justificar sus motivaciones e impulsos, comprendiéndolos lo suficiente para que no haya acciones desmedidas e injustificadas.

Fortalezas

Ver todo lo que no aparezca enumerado en el apartado Debilidades.

Continuará

No es extraño que ya se esté pensando en una secuela: hay mucho por explicar en este universo y los guionistas ya se encargaron de dejarlo claro en varias entrevistas: ideas les sobran, sólo falta el dinero para ponerse a trabajar. Habrá que ver o, más bien, oír atentamente.

El otro obvio “continuará” es qué le deparará el destino a John Krasinski. Como actor, lo inmediato es interpretar a Jack Ryan -tomando la posta de las encarnaciones previas de Alec Baldwin, Harrison Ford, Ben Affleck y Chris Pine- en la serie televisiva homónima del personaje de Tom Clancy. Pero es su futuro como director el que quizás sea más prometedor: ¿se dejará tentar por el Hollywood que hoy todos padecemos, siendo deglutido por la factoría Marvel, o, peor, la DC? No sería nada extraño: todo aquel que asoma apenas un poco la cabeza parece tener al menos una oportunidad. Lo ideal es que siga apostando a su errática búsqueda: ecléctico, en constante crecimiento, más intuitivo que talentoso, Krasinski tiene esas características que hoy por hoy no abundan en el cine norteamericano mainstream.

calificacion_4

 

 

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