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CRÍTICAS - STREAMING

Matthias & Maxime

CONFRONTACIONES NO TAN RETUMBANTES

Competidor en la selección oficial de la -hasta ahora- última entrega del Festival de Cannes, el octavo largometraje dirigido por Xavier Dolan fue proyectado en el Cine Gaumont de Argentina durante la semana de diciembre que conmemoró al renombrado evento francés. Por causas sobradamente sabidas, su exhibición oficial no se llevará a cabo este año en pantallas grandes, pero Mubi, su distribuidora casi mundial, la estrenó en su plataforma streaming a fines de agosto.

Tal como lo expone su título, los protagonistas son dos: Matthias (Gabriel D’Almeida Freitas) y Maxime (el mismo Dolan). Dos amigos desde la infancia que, llegados a una edad madura, podrían haber descubierto un amor mutuo y secreto. Una coming-of-age en espíritu, solo que sin el -en apariencia obligatorio- desfase de la adolescencia a la adultez.

Matthias & Maxime es un buen film de Xavier Dolan. Presenta con una grata dinámica algunas de sus posturas con respecto a la situación actual del cine, nuestro compromiso cuando lo vemos y cómo interpretamos sus valores predominantes o más frecuentes. Las obsesiones compartidas con el resto de su filmografía se mantienen con firmeza, pero el problema es que su declaración de principios tiende a la sobreexposición y al bloqueo de la solución de continuidad.

Ilustramos con la primera escena, para no sorprender a quienes no hayan mirado la película (insistimos, merece el visionado) y no revelar detalles específicos de la trama o, si quieren, sucesión de acciones. Maxime, interpretado por el director, mira con cierto desagrado un cartel publicitario protagonizado por una familia –digamos- convencional (de hombre, mujer, e hijos) y que reza el eslogan “danos nuestro pan de cada día”. ¿Hay problemas con las discrepancias de Dolan hacia el cristianismo y el vínculo matrimonial hegemónico para la civilización occidental? No, ninguno. Sí hay problemas cuando eso se vuelve una obviedad para traducir el desasosiego que acompañará al personaje durante el resto del metraje, casi exclamando en imágenes “me opongo a estos valores porque no los comparto” y dejando de lado su puesta en escena. Suene forzado o no, el momento Blockbuster de la Capitana Marvel es una clara antítesis para lo que acabamos de destacar. Nos detendríamos en el análisis de la escena del video club, pero les sugerimos visitar el texto de Daniel Nuñes, quien le dedicó un párrafo con una interpretación que compartimos. 

El desacuerdo y el enfrentamiento a lo habitual es uno de los grandes ejes del cine. Declararlo con poca sutileza inclina a dicha expresión audiovisual hasta convertirla en otra cosa, para bien o mal. La polivalencia es clave para destacarse en la omisión de lo estruendoso. Esta calamidad, pese a obstaculizarla con reiteración, no es del todo preponderante en Matthias & Maxime. Dolan entiende que al arte cinematográfico lo ensombrece toda una sarta de amantes del nihilismo. Es fundamental la escena de la exhibición de un cortometraje frente a un público que elogia a su directora –cuya mirada no se sale de su celular y su sonrisa evidencia que esas alabanzas son su única y exclusiva finalidad para volverse cineasta- y hasta pronuncia mal el apellido del director con quien la comparan. También lo es la única escena en la que cambia la relación de aspecto (o aspect ratio), expandiendo el largo de la pantalla y no el ancho (cual película filmada con cámaras IMAX, formato aplicado por Dolan en su colaboración con Adele), un poco afirmando que aquello que la película se niega a mostrar solo lo hará el cine, puesto que con esa modificación extradiegética emula la forma del más amplio cuadrado rectángulo de las pantallas grandes, un valor añadido que beneficia únicamente a la experiencia en salas y no al consumo hogareño.

Con Matthias & Maxime Dolan vuelve a proclamarse como enamorado de las experiencias personales, más si son marginales. Tiene una audiencia clara y eso no se reduce a la sobreprotección de quienes comparten su orientación sexual. En base a sus inquietudes, diremos que Dolan dispone de los recursos necesarios para volverse un autor universal, aunque, tal vez, esto nunca vaya a ser de su interés. El resultado es un recorrido ameno, con agitaciones y que está lejos de volverse un consumo culposo y escapista, o al menos no en su totalidad.

 

 

© Lucas Manuel Rodriguez, 2020 | @LucasManuel94

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Canadá, 2019)

Dirección, edición, guion: Xavier Dolan. Elenco: Gabriel D’Almeida Freitas, Xavier Dolan, Pier-Luc Funk, Samuel Gauthier, Antoine Pilon, Adib Alkhalidey, Anne Dorval, Micheline Bernard, Marilyn Castonguay, Catherine Brunet. Producción: Xavier Dolan, Nancy Grant. Duración: 120 minutos.

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