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[22] BAFICI | El oso antártico

[22] BAFICI | El oso antártico

 

Quien haya visto el cortometraje cordobés en Competencia Internacional Mi última aventura también puede sintonizar en la grilla del BAFICI El oso antártico. Ambos trabajos comparten productora, técnicos y artistas. Ambos son de Córdoba. Ambos siembran sus historias en un sustrato criminal correspondiente a lo siniestramente urbano y ambos eligen atrapar sus personajes en la oscuridad de una visión de la camaradería que muestra que no todo en Córdoba es sierra, río, sombrillas y risas en el estío entre amigos. Ambas películas, además, transcurren en una estación del año que puede ser invierno u otoño pero nunca es verano. No existen las escenas diurnas en uno y otro. Hay una mujer, un arma y un misterio. Hay una traición. Algo huele a policial aquí. 

Llegados a este punto, aclaremos que el planteo argumental de El oso antártico pertenece a otra esfera de inspiración. No es un cuento corto de austeridad noir ‘a lo Mi última aventura’ sino ambicioso y arborescente, político e historicista incluso, en cuanto surge de una novela (lo que grafica su ambición, aunque una ambición erudita, no pomposa) pero se dispara hacia otras referencias literarias, como las que utiliza como puntos suspensivos del relato: esos panoramas aéreos de la ciudad sumida en la noche que ilustran ciertos textos del filósofo cordobés Diego Tatián correspondientes a su libro “Contracórdoba”, leídos con una pertinente pátina lúgubre por el actor y comediante Pato Achával. 

Él y Ella –llamémoslos así– deambulan a las apuradas y sudando paranoia en la busca de pistas por plazas y puentes del casco céntrico cordobés. Alguien les deja cajitas y notas sobre la pista siguiente. Él y Ella corren a buscarlas una y otra vez como si esta búsqueda del tesoro les fuera a “parar la olla” o salvarles la vida. Alguien les dispara en la noche. ¿Otro buscador? En todo caso, ¿qué se busca? ¿Quiénes? Nunca llegan las respuestas, y la incógnita no se resuelve como un acertijo o como lo haría un wikipedista. Pero de a poco se avizora una confrontación que es a su vez un posible desvío hacia la clarividencia; alternativamente, la voz en off y los indicios que van descubriendo Él y Ella dejan entrever que, lamentablemente, la canción es la misma: estamos ante la siniestra dualidad de un país enemistado históricamente por la diferencia entre las clases sociales y por los crápulas de la clase política que le dieron de comer a las letras de Discépolo y a los conspiradores que buscan explotar el lado oscuro de este riquísimo territorio. El cuadro es ominoso, y, a contrapelo del colorín, colorado, este cuento no ha terminado. 

Problemas generales en el doblaje (las voces suenan como si estuvieran en otro lado y pierden vitalidad) y poco énfasis dramático en algunos diálogos de Ella pueden resultar problemas menores ante quiénes queden fuera del relato por la confusa exuberancia de información que derrocha esta película breve y mistérica que surfea las aguas turbias del cine criminal local. 

© Miguel Peirotti, 2021 | @MPeirotti

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Argentina, 2021)

Dirección: Alejandro Cozza, Nicolás Abello. Duración: 28 minutos.

 

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