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CRÍTICAS - STREAMING

Un príncipe en Nueva York 2 (Coming 2 America)

Escuchen esto: “Dejé de actuar para evitar seguir saliendo en películas de mierda”. Escúchenlo, o léanlo, porque lo dijo Eddie Murphy en recientes e inevitables entrevistas promocionales de una nueva y, por cierto, (muy) evitable película de mierda, Un príncipe en Nueva York 2. Preguntamos bajo total desconcierto: ¿está tan orgulloso de esta secuela, Murphy? Sus declaraciones son insostenibles desde la cordura y sólo se explican desde la deshonestidad de necesitar vender un producto que no salió como lo esperaban y que directamente no esperaba nadie (aunque, si los números son lo único importante para vos, es menester saber que fue la película más vista un fin de semana durante lo que va de la pandemia. ¿Por qué los asesores de Murpy eligieron una secuela tardía tras 22 años para el retorno del actor al mainstream? ¿Por qué, además, eligieron la secuela de una sus películas menos efectivas -más “de mierda”-, para usar el epíteto poco ortodoxo pero pertinente con el que Murphy se interpela a sí mismo, con perdón de John Landis? ¿POR QUÉ UN PRÍNCIPE EN NUEVA YORK? Esta última pregunta anida en lo retórico puesto que sabemos que todo, pero TODO es dinero allá en lo alto del mapamundi y que Un príncipe en Nueva York (1988), la predecesora, fue un éxito de taquilla relativo a fines de los reaganianos años ochenta, pletóricos, sobre todo en su segundo lustro, de películas “de mierda”. La inexplicable vuelta de Murphy a su zona de confort de películas familiares (etapa infame que lo hundió en la ignominia de las nuevas generaciones de espectadores por sobrepeso de liviandad argumental) es ya completamente delirante si tenemos en cuenta el amague que nos hizo comer con su protagonismo en Mi nombre es Dolemite en 2019, una de las películas más completas que hizo a lo largo de toda su carrera, una comedia biográfica y cinéfila escrita por los grandes Scott Alexander & Larry Karaszewski (autores de los guiones de Ed Wood y Larry Flynt – El nombre del escándalo, entre otros). Aquí creímos en la resurrección de Murphy como un ave fénix emplumada con humor del bueno y mucho espacio para sus morisquetas imitativas, que son su fuerte. Pero la alegría duró dos años. Llegó el 2021 y volvió Murphy en su mérde. 

En fin, dejemos la mierda a un lado, que, después de todo, o antes que nada, Eddie Murphy es una leyenda viviente de la comedia mundial, pero de las grandes de verdad. Así como él sentó sus bases humorísticas sobre la causticidad penetrante del estilo salvaje e hipertóxico (y por momentos ferozmente “antiblanco”) del Richard Pryor de la década de los setentas (lo que traslució en su espectáculo unipersonal Raw, uno de los stand ups más políticamente incorrectos que se puedan ver, y ya era políticamente incorrecto en sus años, imaginen hoy), prácticamente todo comediante negro estadounidense de los últimos veinte años menciona a Murphy como simiente ideológica de sus invectivas o como vigía del camino a seguir si su lengua es viperina por elección. 

Para quitarle presión a Murphy en esta reseña, también me gustaría saber bien qué pasó con el talento de Craig Bewer, el director, un cineasta que se dio a conocer fenomenalmente hace quince años con Ritmo de un sueño (Hustle & Flow, 2005) y El lamento de la serpiente negra (Black Snake Moan, 2006), dos películas con personajes afroamericanos (Brewer es más blanco que la cocaína) y una puesta en escena que privilegiaba la intensidad sudorípara de sus personajes y la música como vehículo emocional concreto, sexy e incondicional, que se instalaron directamente en los videoclubes sin pasar por los cines de Argentina pero que en los Estados Unidos señalaron a Brewer como una joven promesa con talento. Cinco años después, Brewer dirigía una secuela imbécil de Footloose llamada Footloose 2011 y sus dos antecedentes de lustre pasaban a retiro a la zona más infecta de su curriculum vitae, allá donde muere el prestigio mediante un ritual contractual monetario. Ocho años después, Brewer reaparece con Mi nombre es Dolemite, que fue sensación crítica, recobrando la dignidad perdida. Que Brewer nuevamente pierde con esta comedia que nos ocupa… más de lo debido. Porque, ¿cuánto espacio podemos dedicarle al eco de un eructo mal digerido de los ochentas? Esta no es precisamente la continuación de 48 horas y Otras 48 horas de Walter Hill. Y se nos ocurren otras vueltas menos vergonzantes que la del príncipe de Zamudia, Zamunda o como se llame. En El príncipe de Nueva York 2, Murphy vuelve a los Estados Unidos a buscar a su primogénito para que las cosas vuelvan a ser como eran antes en Zamudia o Zamunda. O en Hollywood, donde les fascina enfermizamente que todo vuelva a ser como antes. Murphy sigue siendo un histrión de 24 kilates, de eso no hay dudas. No hay más que ver sus imitaciones, hasta de un viejo blanco, para no bajarlo del pedestal de comediante negro más grosso del mundo. 

No nos hagamos más ilusiones con esperar alguna otra tropezada de Murphy sobre las fauces del cine industrial bien concebido como Mi nombre es Dolemite en el futuro próximo porque sus dos proyectos siguientes son (está permitido llorar):

  • Trillizos, secuela de Gemelos con Schwarzenegger y DeVito.
  • Un detective suelto en Hollywood 4.

Resultados de la más pura vibración especulativa de una década que se resiste a escupir sus últimos gargajos financieros.

 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Estados Unidos, 2021)

Dirección: Craig Brewer. Guion: Kenya Barris, Barry W. Blaustein, David Sheffield. Elenco: Eddie Murphy, Arsenio Hall, James Earl Jones, Morgan Freeman, Tracy Morgan, Wesley Snipes, John Amos. Producción: Kevin Misher, Eddie Murphy. Duración: 108 minutos.

1 comentario en “Un príncipe en Nueva York 2 (Coming 2 America)”

  1. Se nota que no sabes un choto de Eddie Murphy. Oara vos sera una película de Mierda. Yo vi tantas peliculas mierda, incluyendo esas piculas de morbo que emputan miembros, que ouedo vomitar por meses. Habladvmal de Hollywood y te morís por conocer los estudios. Como todo hippon zurdo nacido despues de los 90. Seguro escuchas a FitovPaez y tomas cerveza brahma del pico.Son todos igualeslos decru generacion – A ver si tenes huevos para publicarlo hippie

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