ARGENTINA FOR EXPORT
Hubo un tiempo en la televisión argentina en que todas las noches había, en el horario prime time, un unitario diferente de lunes a viernes entre las 22 y las 24 hs. La factoría Pol-ka, nacida a mediados de los 90, diferenció muy bien entre el formato tira diaria orientado a “toda la familia” y el unitario que se emitía después del horario del protección al menor. El cual, además de tratarse de un formato diferente, buscaba traccionar al públio cautivo por las series extranjeras que ocupaban la franja horaria nocturna, algo que se arrastraba prácticamente desde los 80. Desde Poliladron hasta Gasoleros pasando por Verdad/Consecuencia, Mujeres asesinas y otras producciones más o menos exitosas y logradas, la productora de Adrián Suar ha crecido y se ha adueñado de las noches de TV en cuanto a ficción respecta. Han pasado demasiado entre ese comienzo promisorio de la televisión argentina mainstream (si es que resulta válido el término) y una actualidad en la que nuestra televisión decidió retomar la compra indiscriminada de latas extranjeras.
El tipo de producciones que Pol-Ka ubicaba en la programación de la TV de aire hoy ve en el aprovechamiento del streaming una salida posible para mantener viva la ficción argentina, al menos la que a priori pretende ser un poco más compleja. Más allá de esta alternativa, que sugiere una solución a la crisis de la ficción nacional en la televisión, se asoma un problema latente y es que todas las producciones de corte internacional tienen el mismo núcleo temático: la organización criminal en la marginalidad. Las tres temporadas de El marginal y las dos de Un gallo para esculapio, entre otras, son los ejemplos más evidentes de esta especie de soja audiovisual que se exporta para el mundo por parte de Argentina.
Puerta 7 es, quizás, la versión de más baja estofa de esta corriente de productos televisivos sobre criminales del menor escalafón. Aquí aparecen barras bravas que controlan una red criminal, dirigentes de fútbol turbios, una paladina de la seguridad que pretende enfrentarse a todos los molinos de viento que se le presenten y otros personajes auxiliares que operan para estirar la historia. Precisamente, si la historia ya no ofrece siquiera un atisbo de novedad (no confundir con originalidad, ya que hoy no existe tal cosa) hay un relleno de la historia que propone subtramas que desvían la atención. Si bien esto podría entenderse como la dinámica de cualquier serie, aquí resulta un verdadero problema porque hablamos de un producto que tiene menos de diez capítulos. El estilo de Pol-ka se ve en esta manera de proponer historias que tienen un pasaje inconducente, el cual podría funcionar o pasar desapercibido en una tira diaria o en un unitario de duración anual, pero en un formato serie de pocos capítulos es imposible de ignorar. Resulta extraño que un producto dirigido por Adrián Caetano, quién ya había dirigido televisión sobre temáticas carcelarias y/o marginales con mejor resultado, se deje llevar por la inercia de los estereotipos y de un vuelo visual corto, más apropiado para la tira diaria y no para la televisión actual, que ya desde hace rato ha incorporado recursos cinematográficos para narrar. Caetano fue el responsable de Tumberos, un relato carcelario de estilo crudo y disruptivo para la televisión que tiene ya 18 años; es decir, esta efervescencia por la vida marginal ya tuvo su momento de gloria, tanto en la calidad de las producciones como en la recepción del público.
El antecedente inmediato de Caetano en TV había sido la serie sobre la vida de Carlitos Tevéz, lo cual auguraba lo peor para esta producción que también pone al fútbol en escena, aunque colateralmente. No sería justo adjudicarle al director de El otro hermano todos los elementos fallidos de Puerta 7, pues desde hace años la productora Pol-ka ha encontrado una comodidad rancia en sus unitarios. Es muy difícil de distinguir entre Signos, El puntero, El Tigre Verón y cualquier otro producto con Julio Chávez de protagonista. En este caso, si bien el protagonista es Carlos Belloso no existe diferencia con los casos mencionados en el espíritu del guión, en el discurrir de los demás personajes y en la disputa de buenos contra malos dentro de un submundo de la marginalidad argentina. Algo que ya podríamos definir, lamentablemente, como un afianzado género autóctono de exportación.
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(Argentina, 2020)
Dirección: Israel Adrián Caetano. Creador: Martín Zimmerman. Elenco: Dolores Fonzi, Esteban Lamothe, Carlos Belloso, Juan Gil Navarro, Antonio Grimau, Daniel Araoz, Daniel Valenzuela.