We are meant to survive beyond our stories
(Joan Didion, The Last Thing He Wanted)
The Last Thing He Wanted (2020) está privilegiando un guion con pretensiones literarias por encima del rigor para plantear sus temas. Esto se nota desde la primera escena cuando una toma cenital nos muestra a una mujer trabajando en su escritorio repleto de papeles. De inmediato, el efecto de sonido del tipeo es la marca para mostrarnos el material de archivo de las apariciones guerrilleras en San Salvador durante el gobierno sandinista. Esa posición de la cámara evidencia que la mirada de la película será desde arriba, condescendiente aunque pretenda empatía. Pero el mayor problema son las confusiones progresivas en la historia.
Unos pocos minutos después, las escenas en la selva salvadoreña afianzan esta impresión con una narradora en off que cuenta en flashback las razones forzadas por las que un grupo de periodistas están ahí, entre ellos Elena (Anne Hathaway). Constatamos lo que hacía ruido en principio: el guion de Dee Rees y Marco Villalobos, adaptado de la novela de Joan Didion, no se decide si hará las veces de reportaje, crónica o retrato familiar. Y un elenco admirable que hasta incluye a Rosie Pérez y Toby Jones no nos vende, a pesar de los intentos con sus destrezas actorales, la credibilidad en la época retratada. Constantemente el vestuario usado por Anne Hathaway, por ejemplo, delata incomodidades en su postura e incongruencias con respecto a su entorno.
Tampoco ayudan las reiteraciones discursivas de que Elena es exitosa en todos sus ámbitos. El plano general donde ella está bajo una escultura en forma de estrella nos está dando demasiadas pistas de sus logros y ninguna de sus fracasos. Además para ese momento no ha transcurrido ni mitad de la película.
Hay aciertos como una emotiva llamada telefónica de la protagonista a su hija en un internado o la escena donde la frase “cómete tu pedazo de torta” tiene sentidos múltiples y finalmente engañosos. Otros dos elementos muestran un costado fascinante: la actuación de Willem Dafoe, como el padre de Elena, y el manejo del suspenso. Si no era llamativo hasta ahora en la carrera del actor su trabajo constante y prolongado (ya amasa cuarenta años entre cine y teatro) en producciones de distinta índole, la escena en el hospital nos recuerda su capacidad para matizar la picardía de su fisonomía maliciosa ya memorable por películas como Shadow of the Vampire (2000) o Spider-Man (2002). La decisión de usar primeros planos en ese pasaje muestran el ingenio de su mirada y una capacidad de supervivencia que no asoma egoísmo aunque lo haya.
Por otro lado, cierto suspenso de no entender qué pasa en la trama histórica nos mantiene viendo la película aunque los tropiezos en el montaje de Mako Kamitsuna son abruptos. Y alguien que esté más empapado de los vericuetos políticos de la época podría llenar ciertas lagunas. Con todo y esto, el guion decae por decisiones como Elena emprendiendo un viaje tan descabellado y con tan poca información solo porque su padre se lo pide y aun si ella misma pilla la senilidad de él. Y cuando ella reconoce lo precipitado de sus decisiones frente a alguien que nunca le generó confianza, ya es demasiado tarde para que creamos sus razonamientos de huída.
Que la película cierre develando quién era la periodista escribiendo al comienzo por lo menos permite la reflexión de que si no sobrevivimos a nuestras historias, hay otros que lo harán en nuestro nombre. Esta obra de Rees, realizadora premiada por Pariah (2011) y Mudbound (2017), no aprovecha del todo esta idea pero hay factores llevaderos en el camino más allá de las superficialidades históricas o la llaneza en la propuesta audiovisual.
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(Estados Unidos, 2020)
Dirección: Dee Rees. Guion: Marco Villalobos, Dee Rees. Elenco: Anne Hathaway, Ben Affleck, Rosie Perez, Willem Dafoe, Mel Rodriguez, Toby Jones, Ben Chase. Producción: Cassian Elwes, Dee Rees, Luillo Ruiz. Duración: 115 minutos.
