Dramaturgia y Dirección: Pilar Ruiz. Asistencia de dirección: Florencia Peralta. Escenografía y Vestuario: Eliana Itovich. Diseño sonoro: Pedro Donnerstag. Producción: LugarOtro, Estudio Teatral. Producción ejecutiva: Pilar Ruiz. Diseño de Luces: Lucía Feijoó. Diseño Gráfico: Juan Pablo Rodríguez. Elenco: Romina Oslé, Susy Figueroa, Verónica Cognioul Hanicq. Prensa: Simkin & Franco.
La cuestión de fondo
En una tarima que asemeja los azulejos del piso de un baño, Lucrecia (Romina Oslé), una joven, lucha contra su conciencia sentada en un inodoro al borde de tomar unas pastillas de Misoprostol para interrumpir su incipiente embarazo. Su madre (Susy Figueroa) ha ido a visitarla y espera en el pasillo a que su hija salga. Mientras tanto la insistente madre intenta ineficazmente establecer algún tipo de dialogo, pero Lucrecia solo quiere, necesita y puede dialogar consigo misma.
Su conciencia la acosa con pensamientos sobre el aborto y los prejuicios sociales al respecto. Su madre, que se enteró del embarazo por medio de una amiga, atosiga a la joven con la visión de su próxima maternidad, infundiéndole aún más miedo del que originalmente tenía. Las voces se hacen cada vez más apremiantes y Lucrecia debe decidir si continuar con su embarazo o inducir un aborto.
Con el paso del tiempo el diálogo entre Lucrecia consigo misma se va convirtiendo en una pesadilla en la que se destaca su conciencia o alter ego interpretado por una Verónica Cognioul Hanicq apenas iluminada detrás de la tarina a un costado, en una especie de cuarto abierto que guarda juguetes, sonidos, invitando al público a una visión sobre el mundo de la joven embarazada.
Lucrecia se escucha, discute contra sí misma, contra los discursos familiares, contra la noción del instinto maternal y toda la batería de conceptos, preconceptos e instituciones sociales con las que el mundo bombardea a cada ser humano cada día. Pero ante todo discute contra su madre y lo que ella espera de una hija, contra la insoportable necesidad de sentirse contenida como hija antes que madre.
La obra de Ruiz plantea la necesidad de las mujeres de confrontarse a sí mismas respecto a su identidad, la noción de cuerpo, el aborto como nudo gordiano de la femineidad, los demonios de su pasado y del futuro, el sentido común y la mirada del otro, para tomar las decisiones necesarias que les permitan acentuar su soberanía como mujeres.
Descansa es más que una obra sobre el aborto, es un estudio sobre la identidad femenina y la construcción de una mirada de género sobre el tema. Las actuaciones de todo el elenco son muy buenas y los diálogos son interesantes aunque a veces demasiado definitivos, cerrando preguntas más que abriendo el abanico a un debate. La iluminación hace hincapié en los primeros planos y en los cuerpos poniendo a la conciencia en la oscuridad con un micrófono para intentar monopolizar la expresión.
En este caso, el teatro funciona como un espacio para generar conciencia de un malestar en un momento en la que el debate sobre el aborto y los discursos sobre la femineidad están en boga en los medios. En una época donde el ser humano es el reservorio de consumos y la identidad un eufemismo sobre los objetos que nos poseen, pensar los imaginarios sobre los imaginarios del cuerpo que construimos es reflexionar sobre el tipo de comunidad que queremos.
Teatro: La Pausa Teatral – Corrientes 4521
Funciones: Domingos 20 30 hs.
Entrada: 120 $
Por Martín Chiavarino