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CRÍTICAS - CINE

Divergente, según Martín Chiavarino

Diferentes pero muy parecidos.

Las sagas adolescentes están en su apogeo gracias a las mismas estrategias de marketing que catapultaron a El Señor de los Anillos de novela de culto para iniciados de la literatura fantástica a fenómeno mundial juvenil. Muy por debajo de Los Juegos del Hambre, Divergente es otra distopía sobre los momentos cruciales de toma de decisiones en la vida de los jóvenes.

Obviamente la historia transcurre en una sociedad post apocalíptica que parece perfecta pero no lo es. Una vez concluida la última guerra mundial que devastó las ciudades y sumió a la humanidad en la destrucción absoluta, los líderes mundiales formaron un régimen de elección voluntaria de roles sociales al cumplir la mayoría de edad tras una evaluación de aptitudes denominado “sistema de facciones”. Una vez seleccionada una facción no es posible salir de la misma. Este sistema de gobierno se divide en las facciones de Verdad, Erudición, Cordialidad, Osadía y Abnegación, que representan la sinceridad, inteligencia, paz, valentía y generosidad, respectivamente, siendo la última la que detenta el ejercicio ejecutivo. Las facciones son un eufemismo para denominar la justicia, la ciencia, el trabajo manual agrícola, el ejército y la ayuda social.

Los que son expulsados de este sistema se los denomina los “sin facción” y viven como mendigos, ayudados tan solo por Abnegación. En un sistema gregario tan cerrado que no acepta la diferencia ni la disidencia, los individuos con una personalidad conflictiva son una amenaza y se los denomina “divergentes”.

En esta sociedad perfecta protegida por un gigantesco muro de contención, Beatrice (Shailene Woodley), la hija de uno de los dirigentes de Abnegación, cumple la mayoría de edad y debe decidir a qué facción quiere pertenecer. Su examen de aptitud es ambivalente y la evaluadora le asigna Abnegación para protegerla, pero ella elige Osadía. A partir de allí comienza un duro entrenamiento militar mientras su condición de divergente amenaza su futuro y su vida. En medio de su instrucción militar, Beatrice se entera de que Erudición está intentando socavar la aceptación de Abnegación como depositario del poder ejecutivo y planea utilizar a Osadía para un golpe de estado.

La trama no presenta demasiadas novedades a un género que sigue construyendo historias -en este caso, no muy convincentes ni interesantes- sobre best sellers casi siempre escritos como literatura ligera para un público cuyo hábito de lectura es errático e inconstante debido a las múltiples distracciones de la sociedad posmoderna. A pesar de los problemas que la película presenta, como la aceleración de todo el final para no cortar la historia en dos filmes, y de desperdiciar la capacidad actoral de Kate Winslet y Ashley Judd, Divergente atrae pero desgraciadamente va perdiendo peso a medida que avanza. Tan solo queda ver cómo sigue la saga y qué hay detrás del muro.

calificacion_2

Por Martín Chiavarino

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