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CRÍTICAS - CINE

Drive, según Tomás Maito

El caballero de la chaqueta blanca con manchas de sangre

La ciudad está desolada, reina el aislamiento y la delincuencia; sólo de vez en cuando una pequeña brisa puede resquebrajar las cosas y atentar a una mínima esperanza en un mundo corrompido. A partir de esto se tematiza Drive, nuevo film del realizador danés Nicolas Winding Refn.

Un joven sin escrúpulos (Ryan Gosling), doble de riesgo en el cine y experto en el taller mecánico, sólo que también oficia de chofer para que distintas bandas escapen de distintos robos. A este hombre sin nombre (o al menos nunca se conoce en la diégesis como sucedía con los protagonistas en diversas obras de Sergio Leone) se le complica su rutina cuando conoce a Irene (Carey Mulligan) y su hijo Benicio (Kaden Leos) con los cuales entabla una agradable relación a pesar de su espectro antisocial; la cuestión es que cuando el marido de ella sale de la cárcel, para ayudar a la familia debido a las deudas que tenía el ex presidiario, se mete en un atraco que deriva en un duro inconveniente con la mafia.

Pero este muchacho no es sólo un conductor callado que como manifiesta nunca lleva armas de fuego y que solo se rige por su destreza al volante, sino que la vida misma y los hechos que suceden a lo largo de la narración lo van trastornando y acercándolo a una virtual metamorfosis entre las personalidades de Travis Bickle en Taxi Driver de Martin Scorsese y de Rockatansky en Mad Max de George Miller, para convertirse en un vengador de mentalidad fría y desacatada, convirtiendo a la actuación de Gosling en un trabajo de jerarquía para crear un ser trascendente.

Drive es oscura y desgarradora, minuciosamente dirigida por Winding Refn, cada detalle aporta los suficientes kilómetros para que esta carrera de la muerte sea de una velocidad lúcida. Los tiempos están manejados con una exactitud magistral que hacen que la narración nunca se desenfoque. Desde la hipnotizante música electro-pop hasta la demente fotografía de Newton Thomas Sigel que provoca que la obra ostente una estética perversa para acercarse psicológicamente a los films de Sam Peckinpah como Perros de Paja, aunque a pesar de no ser ultra violento, caracteriza esto de una manera ejemplar con escenas sumamente fuertes pero debidamente justificadas a nivel dramático. Se puede catalogar al trabajo del danés a modo de western moderno como The Getaway, aunque con destellos estilísticos de las películas de Quentin Tarantino y Robert Rodríguez y con semejanzas visuales a El Camino de los Sueños de David Lynch.

Eficaz, perturbadora y sumamente bien narrada, Drive es una obra que nunca pasa desapercibida, que entre los brillantes trabajos de Winding Refn y Gosling concretan un dúo entrañable para crear un universo de constante fuga entre los senderos de muerte, dónde sólo pueden coexistir los antihéroes y los villanos en una cruda y sangrienta realidad.

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