Más que un cortometraje de ficción, es un juego o la versión filmada de un ejercicio teatral: relajado, flexible, sin más sentido que la experimentación creativa.
El affaire Miu Miu, de Laura Citarella, mezcla el universo de sus largos anteriores con —obviamente— la ropa y los accesorios de Miu Miu, la marca de moda italiana.
La trama es simple y lúdica. Una modelo llega a Trenque Lauquen para realizar una campaña fotográfica de Miu Miu. Se nota, de entrada, la incongruencia entre ella y el paisaje pampeano.
Sin embargo, aunque llama la atención por su altura y su ropa, ella se pierde —o se esfuma— en las calles de la ciudad y el fondo rural de la Provincia de Buenos Aires. La dama desaparece, como en la película de Hitchcock.
Una detective, una comisaria y una vidente intentan rastrearla. Pero solo encuentran pistas crípticas y prendas sueltas de Miu Miu, olvidadas o arrojadas en la llanura o sobre los árboles, como rastros o huellas de la modelo por el campo argentino.
El efecto nunca es perturbador: se trata —volvemos a enfatizar— de un juego. Como si Trenque Lauquen se convirtiera en un tablero. (En este sentido, me recuerda a las fantasías parisinas de Jacques Rivette, especialmente Céline y Julie van en barco y Le Pont du Nord).
Si bien El affaire… es un proyecto básicamente publicitario —es una producción de y para Miu Miu— Citarella se apropia de la propuesta, como también lo hizo Lucrecia Martel en 2011, con Muta. Ambos cortos pertenecen a la misma serie antológica, Relatos de mujeres, que Miu Miu viene desarrollando desde hace más de una década.
No hay un hilo conductor entre los episodios. Ya van 28, y cada uno está escrito y dirigido por una realizadora distinta. (Además de Citarella y Martel, también participaron directoras de la talla de Agnès Varda, Naomi Kawase y Lynne Ramsay, entre otras). La única constante, claro, son los productos de Miu Miu. Pero cada relato los incluye a su manera, según las sensibilidades de la autora.
Martel, por ejemplo, evoca un clima pesado, inquietante, sobre un yate de lujo. Enrarece los atuendos y los cuerpos de sus modelos mutantes. Nunca sabemos si son mujeres que se visten o vestidos que se apoderan de las mujeres. (Estamos más cerca del body horror que de las pasarelas).
Citarella emprende otro camino. Ella no enrarece sino que más bien absorbe —en su estética y mirada— los conjuntos, las carteras, los sacos y los vestidos, que cuelgan de perchas o incluso de ramas, como las hojas de un sauce llorón. La desaparición de la modelo, y la ropa que deja esparcida por la ciudad y sus alrededores, son eventos místicos antes que delictivos.
En una entrevista publicada por la misma marca italiana, Citarella admite que no le interesa tanto la moda sino el resultado del cruce o del choque entre elementos heterogéneos: Trenque Lauquen y Miu Miu, la Pampa y Europa, la naturaleza y la alta costura. No son elementos opuestos sino, simplemente, eclécticos. Marcan el espacio del juego —el círculo mágico— y todo el equipamiento relacionado, los uniformes y las herramientas.
Citarella registra el proceso de la investigación sin rigor ni solemnidad. Sus personajes se divierten, juegan.
La vidente escribe en su anotador en busca de una epifanía o, quizás, por el simple placer de escribir. Subraya palabras más por la voluptuosidad del gesto que para resolver el caso.
Un grupo de peritas, en plena investigación, baila sobre lo que podríamos llamar la escena del crimen: la colección de Miu Miu, descansando en el pasto.
La detective no parece querer descubrir algo, solo perseguir las pistas y los atuendos de la modelo. Cuando los representantes de Miu Miu piden que devuelva la evidencia a Italia, se niega.
El corto no se toma nada en serio. O mejor dicho, se toma muy en serio la importancia del juego, del descanso, del idilio dominguero, de la sororidad. No ofrece una narrativa clásica: el final es abierto y el desarrollo es (aparentemente) aleatorio. Citarella combina las prendas de Miu Miu, las locaciones pampeanas y sus actrices fetiche, y anota el resultado: un rato entre amigas, divertido y evanescente; un fin de semana que se agota, un sol que se esconde, una conversación que ya es un recuerdo.
(Argentina, 2024)
Guion, dirección: Laura Citarella. Elenco: Verónica Llinás, Laura Paredes, Juliana Muras, Guillermina Villa Simón, Ezequiel Pierri, Elisa Carricajo, Rafael Spregelburd, Cecilia Rainero. Producción: Camila Albertocchi. Duración: 30 minutos.