Tercera película de Martín Benchimol (La gente del río, 2012; El espanto, 2017). El castillo, desde el mismo título, se apropia irónicamente de Kafka, ya que se trata de una mansión de 60 hectáreas, 12 piezas y 6 baños que disimulan un mejor pasado que ese presente de techos con goteras, antigüedades y muebles desvencijados. Ahora, a cargo de morar y cuidar el lugar, están Justina Olivo y su hija Alexia, aunque en realidad es la madre quien está obligada a no vender la propiedad por el deseo de la verdadera dueña, ya fallecida, que delegó ese enorme espacio habitacional a su ama de llaves.
Por lo tanto Justina, toda una vida de servicio al otro, quien está en el castillo heredado desde los cinco años, encarna a un personaje que sustituye a otro, un reemplazo con diferenciación social, ella de baja extracción y su dueña original, por su parte, una mujer de alta alcurnia. ¿Por qué motivos Justina se queda en esa casa, con animales adentro y afuera, bancándose a su hija y soportando la visita “turística” de la familia de la antigua señora?
Hay un alto grado de responsabilidad ética en Justina, entremezclada con la resignación y el crudo destino de no poder cambiar el estado de las cosas. Subyace una particular relación entre madre e hija, dos mundos diferentes y en permanente colisión, que el director Benchimol registra con detalles. Existe, por lo tanto, una sutil forma del realizador en observar un micromundo donde se manifiestan las barreras sociales y aquellas también generacionales.
Pero si Justina y Alexia son las protagonistas, otros tres personajes actúan de bienvenido complemento. Por un lado, el amor vía telefónica de Justina, quien promete sin cumplir más de una presencia en la casa, sumergiendo a la nueva dueña en una serie de preguntas sin respuestas y en una indisimulable soledad. Pero también se está frente a los retratos de la ex dueña de ese castillo que devora a madre e hija, exhibidos desde la cámara de Benchimol como si se tratara de una actitud de vigilancia y control permanente a ese presente. Y, por supuesto, la misma mansión y su afuera, aquello que se ve de ella pero también desde el fuera de campo. Momentos en los que el espectador puede imaginar a ese enorme lugar poblado por viejos fantasmas del pasado que vivieron una época de mejor esplendor.
En ese territorio sinuoso donde se chocan el pasado y el presente, en las discusiones certeras o banales entre madre e hija y en un futuro que se avizora nada venturoso, El castillo encuentra sus zonas de interés y su aporte a cierta emoción que no únicamente propone la puesta en escena.
(Argentina, Francia, 2023)
Guion, dirección: Martín Benchimol. Elenco: Justina Olivo, Alexia Caminos Olivo. Producción: Mayra Bottero, Gema Juárez Allen y Clarisa Oliveri. Duración: 78 minutos.
