El escuerzo

Los mitos y leyendas argentinos pueden hacer que hasta la película de terror más escalofriante parezca una broma. Algunos hasta inspiraron a la pantalla grande. Vienen  a la mente Embrujada, del dúo Armando Bo-Isabel Sarli, acerca de la figura del Pombero; Nazareno Cruz y el lobo, gema de Leonardo Favio centrada en el lobizón, y Luz mala, a cargo de Juan Schmidt (antes Schmidt había explorado esas cuestiones en el documental Los monstruos). Ahora es el turno del film cordobés El escuerzo.

La acción nos traslada a las sierras argentinas de 1866, durante los tiempos de guerra. Venancio (Cristóbal López Baena), un joven gaucho, mata a un escuerzo, un anfibio parecido al sapo, aunque más grande y feroz. Un acto que parece desatar una maldición: la madre le dice que si no se queman sus restos, resucitará para vengarse de su verdugo. Al principio el muchacho descree, pero cuando sale en busca de su hermano (forzado por el gobierno a pelear en el frente), experimenta visiones de depravación y muerte que alteran sus sentidos. Pronto se convence de que está maldito, y trata de hacer lo imposible por liberarse del calvario.

El guionista y director Augusto Sinay se basa en el cuento homónimo de Leopoldo Lugones, y su mezcla de crudeza rural y misterio remite a otros exponentes literarios, empezando por Horacio Quiroga. Pero esta ópera prima nunca deja de ser una experiencia cinematográfica, un descenso a los infiernos en medio de la naturaleza. De hecho, el realizador sabe darle un uso dramático a las sierras para construir una atmósfera donde se imponen lo sobrenatural y el sadismo. Así Venancio se topa con individuos extraños y visiones de monstruos y animales en estados indescriptibles. Al mismo tiempo, muestra la dureza de un entorno contaminado por el enfrentamiento entre naciones y las violentas costumbres de los lugareños; en un momento, Venancio, a modo de castigo, debe padecer un método de tortura empleado por la propia madre.

Sinay también acierta con un elenco, que va desde Cristóbal López Baena (sin demasiada experiencia cinematográfica, pero con una fuerte presencia) hasta Eva Bianco (hablando de presencias poderosas), sin olvidar al español Javier Pereira, actor habitual de Rodrigo Sorogoyen. López Baena es quien debe cargar la película a sus hombros y cumple con creces. 

El escuerzo se corresponde con otros films de horrores federales, como Los que vuelven, de Laura Casabé, y Muere, monstruo, muere, dirigida por Alejandro Fadel (hasta se podría incluir a Cuando acecha de maldad, de Demián Rugna): aunque toman elementos fácilmente distinguibles en otras cinematografías -el body horror, por nombrar uno-, posee una identidad argentina. Asimismo, presenta a un nuevo cineasta que vale seguir de cerca.

(Argentina, España, 2024)

Dirección: Augusto Sinay. Guión: Augusto Sinay, basado en un cuento de Leopoldo Lugones. Elenco: Cristóbal López Baena, Javier Pereira, Lucia Castro, Eva Bianco, Valeria Beltramo. Producción: Damián Carretero Seisdedos. Distribuidora: Santa Cine. Duración: 94 minutos.