El exorcista: Creyentes (The Exorcist: Believer)

MIRÁ QUÉ MIEDO QUE NO TENGO

Desde el plano inicial David Gordon Green pretende rendir un homenaje a El exorcista de William Friedkin; unos perros pelean salvajemente y los vemos a través de un fotógrafo, Víctor (Leslie Odom, Jr.). En este comienzo también hay un intento por mantenerse en el carril narrativo de la célebre película de 1973, porque los primeros minutos tienen lugar en un territorio exótico, aquí en vez de Irak es Haití, en los instantes previos al fatídico terremoto que sacudió a la isla. El fotógrafo debe tomar una decisión: su mujer embarazada de casi nueve meses sufrió lesiones severas y los médicos solo pueden salvar una de las vidas. Mientras en la original tenía sentido ver al padre Merrin en esas tierras, acá da lo mismo; en vez de Haití podría haber sido en Nueva Orleans, Santiago del Estero o Timbuktú. 

Trece años más tarde Víctor solo vive para su hija Angela, entre la sobreprotección y la amistad anhela cumplirle la promesa a su difunta esposa: cuidar a la hija de ambos. Una pequeña travesura de adolescentes lleva a Angela y a una amiga de la escuela a adentrarse en un bosque cercano, con el fin de hacer un ritual. La primera busca una conexión con su madre, en ese intento el destino les traza, a ambas, un recorrido hacia lo desconocido.

Hasta los primeros cuarenta minutos Gordon Green es extremadamente cuidadoso de la obra de Friedkin; respeta el uso de la tipografía hasta la puesta de ciertos planos vacíos sin personas, también intenta copiar el tono de preocupación por los personajes, pero la vena hinchada de tanto aguantarse la exposición gráfica de rostros poseídos explota sin aviso. Tampoco se presenta una sutileza en las situaciones donde los personajes tratan de entender el desconcierto, por ejemplo, una de las madres dice: “Claro, es como Jesucristo que se fue a enfrentar al diablo en su territorio y volvió a los tres días, al igual que las chicas”. El trazo berreta no cesa hasta el final porque no se trata solo de diálogos sobreexplicados, hay además una reducción de la variable religiosa; los personajes son creyentes al extremo o escépticos, esa es la limitación para proponer el tema. Cuando en la película original, la cuestión de fe era la sustancia de todos los personajes como objetivo para resolver sus conflictos. Si la idea es extender el mundo de la primera película, ¿cómo es que Gordon Green diluye los conceptos y solo amplifica las perillas de los exorcismos? ¿Cuál es el sentido de presentar una línea narrativa del personaje de Chris MacNeil y resolverla con un nudo a las apuradas en un plano final efectista? Podría pensarse en una pretensión de reproducir la fórmula de la nueva trilogía de Halloween, y también de colocarle el sello legitimador en las antípodas de las consideraciones canónicas sobre una remake, un procedimiento más pueril en la teoría. Irónicamente, El exorcista: creyentes resulta una obra rústica puesta con fórceps en la saga, embarullada visualmente (los inserts tirados a mansalva sin razón) y pobrísima en miedo, no hay conceptos ni sustos por los que preocuparse, y eso para una película de terror es imperdonable.    

(Estados Unidos, 2023)

Dirección: David Gordon Green. Guion: Peter Sattler, David Gordon Green.  Elenco: Leslie Odom, Jr., Jennifer Nettles, Lidya Jewett, Ann Dowd, Olivia O’Neill, Ellen Burstyn. Producción: Jason Blum, David Robinson, James G. Robinson. Duración: 111 minutos.