—¿Sabía usted, Pauline, que se estrenará pronto una nueva parte de “Indiana Jones” con el señor Harrison Ford como protagonista?
—No le puedo creer, Humberto. Me imagino lo que le habrán hecho al pobre hombre para que luzca igual que hace 42 años… Dígame, ¿No se parece ahora a Joan Collins o a Verónica Castro?
—No, Pauline, usted se quedó en el tiempo. Hubo un giro copernicano. Ahora no modifican a la persona sino a la película, mejor dicho, al pendrive. Lo “operan” digitalmente. Es un proceso que se llama de-aging. Ya lo hicieron con el señor De Niro, con el señor Pacino, con el señor Pesci.
—Pobrecitos, qué patético ¿Y se ven bien? ¿El cabello no se les pone cobrizo-carmela?
—Qué decirle, Pauline, a mí también me inspira un poco de piedad… Gente grande…
—Si fueran a hacer una nueva versión de “El retrato de Dorian Gray” vaya y pase… Pero ¿Indiana Jones? ¿A los chicos de esta época les interesa un aventurero que ya era historia vieja en sus tiempos?
—Mire, nunca se sabe… Si siguen viendo al Hombre Araña también pueden ver a Indiana…
—Quiere decir que nada ha cambiado, Humberto. El único que avanza sin detenerse es el tiempo. La humanidad no aprendió nada de Fausto y de otros tantos que quisieron retrasar o impedir su paso.
—Tal cual. Hay quienes siguen viendo cine de terror como si tuvieran 20 años, y lo analizan y qué sé yo. O peor, si leyera usted en las redes algunos posteos de sesentones, o más, que parecen de quinceañeros enamoradizos….
—¿Posteos? ¿Redes? ¿De qué me habla? Recuerde que yo ya no pertenezco al reino de este mundo.
—Tiene razón, disculpe. Se pierde algunas cosas, Pauline, pero se salva de muchas.
—A propósito de actores que no envejecen nunca. Quien mejor trató ese tema fue Billy Wilder… ¡Ah, qué caballero tan inteligente!
—¿Usted se refiere a la obstinación de Gloria Swanson en seguir siendo una diva en “Sunset Boulevard?
—No, porque la única que creía eso era ella, pero los otros la veían tal cual era, con los efectos que el tiempo le había causado. Yo pensaba en “Fedora”. Qué maravilla, el misterio de esa actriz que no envejecía, que continuaba luciendo tan lozana como en su juventud, y que al final se sabía que…
—¡No, por favor, Pauline! No spoilee el final… Ojalá quienes no la hayan visto lo hagan. Dejemos que lo descubran por sí mismos.
—¿Spoilear? ¿Usted ha enloquecido, Humberto? Estamos usted y yo solos, en este automóvil helado. Pero le aseguro que no sé de qué me habla. Posteos, redes, spoilers… qué raro es todo en el siglo XXI
—Si sólo fuera eso, Pauline, pero todo es más grave…
—Entonces, ahora que tienen los medios, aplíquenle un de-aging a su época y vuelvan a otra anterior. ¿Qué le parece la idea?
—¿Cómo en “¿Back To The Future”, dice usted…? ¿Cómo en las paradojas de J.W. Dunne? Imposible, Pauline. Y no tanto porque no se pueda hacer alguna vez, sino porque no habría acuerdo sobre el tiempo al que se querría regresar.
—Yo volvería a los 50, como en la película que dijo usted. Fue una década maravillosa en mi país.
—Mire, a mí me asusta que a muchos más de los que uno cree les agradaría retroceder un par de décadas más. Mejor déjelo así. Con el cerebro humano nunca se sabe.
—Es cierto, Humberto. Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre.
—Y la mujer, Pauline.
—Bueno, no sea tan pesado, por favor eso está sobreentendido en el plural genérico,
—Cómo se ve que no vive usted en estos tiempos… A propósito del cerebro, tal vez dentro de poco ni siquiera debamos preocuparnos por él. Todo será reemplazado por la Inteligencia Artificial.
—¿Otra novedad de su siglo? ¿Ya la venden en los supermercados?
—Sí, Pauline. Hasta las películas serán hechas con ese método, no intervendrá la creación humana.
—Mire, Humberto, que se embromen… a lo mejor sea esa la solución. ¿O también la Inteligencia Artificial continuará haciendo películas de Indiana Jones y del Hombre Araña?
—Buena pregunta. Tal vez haya que preguntárselo a ella.
—Pregúnteselo.
—A ver, espere que me conecto… espere… espere. Ya está. Me respondió: “es posible que la IA pueda crear películas tanto de Spiderman como originales, pero es probable que estas películas se diferencien en ciertos aspectos de las películas realizadas por humanos debido a las limitaciones de la tecnología actual.”
—Ajá… No le dijo nada, en definitiva.
—Tal cual, reaccionó como un humano. No tenía respuesta y vendió fruta.
—No conozco esa expresión pero la deduzco, aunque mi inteligencia no sea artificial ni ya humana, sino eterna.
—Ahora me recordó a Dante, Pauline. “Sino eterna/ y yo, eterna soy…”
—Exacto. Y el verso que sigue es el que debería figurar a las puertas de la Inteligencia Artificial: “Dejad toda esperanza, vosotros que entráis”.
—Ya habla como una traducción española. Mire que ahora, al valor que está el euro, no las podemos comprar más,
—Tiene razón, perdone, Humberto. “Dejen toda esperanza, ustedes que entran”.
(“Melancolía artificial: Diálogos de Humberto Seco y Pauline Kael, en un automóvil bajo la nieve”)