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CRÍTICAS

Escúchame entre el ruido: parlantes holofónicos en el auditorio Kraft, por Patricio Durán

“¡Ponelo de vuelta!”, gritó uno de los asistentes apenas terminó Artaud de Pescado Rabioso (bah, de Spinetta) y se encendieron las luces del auditorio Kraft. Mérito del flaco que hizo un discazo, claro, pero también de los parlantes holofónicos de Hugo Zuccarelli que nos hicieron escuchar ese disco emblemático del rock argentino como nunca antes.

En Buenos Aires se puede disfrutar de una actividad musical poco común: sentarse a escuchar música. Ok, quizás se trate una actividad de lo más común, es cierto. Pero eso que algunos hacíamos y todavía hacemos en nuestras casas con nuestros modestos parlantes y nuestra modesta oscuridad como si fuera un rito, como si se viera una película o se leyera un libro, donde lo único que ocurre es el disco que elegimos durante el tiempo que dure, es muy diferente a poner música mientras trabajamos, viajamos o lavamos los platos.

Una de las particularidades del evento en cuestión es que el disco transcurre en la más absoluta oscuridad, que ayuda a concentrarse en lo que suena y nada más, nada de distracciones, nada de charlas o de mirar el celular. La oferta es variada pero hay presencias recurrentes casi constantes: Pink Floyd, The Beatles, Charly García, Spinetta, Cerati/Soda y Radiohead pero también aparecen trabajos de Piazzolla, Beethoven o algún DJ que fomentan la diversidad. El formato elegido para reproducir las obras es el CD y los equipos que usan no difieren de lo que cualquier interesado en la música en alta calidad puede adquirir. Surge entonces la pregunta: ¿Para qué pagar por algo que podemos escuchar en nuestras casas? La respuesta es simple: la holofonía.

Explicar la holofonía no es fácil, así que nos evitaremos ese incordio. Pero podemos decir las sensaciones que nos generó: básicamente se trata de un tipo de sonido en el que los instrumentos y las voces se ubican espacialmente en un lugar determinado perfectamente identificable. Entonces la voz de Spinetta nos llega desde arriba a la derecha, un poco más abajo escuchamos la guitarra acústica, la eléctrica viene del otro lado y así con cada sonido que logra una nitidez pocas veces escuchada antes. La clave para lograr esto son los parlantes que diseñó Zuccarelli, dos monstruos de cinco metros de altura. Antes de cada función el histriónico creador de la holofonía explica el secreto (mucho mejor de lo que podríamos hacerlo acá) en lo que casi califica como un stand up. La experiencia de escuchar un disco en la oscuridad con estos parlantes es única. Se puede consultar la grilla y comprar las entradas en su página de Facebook Parlantes Holofónicos. Nuestra recomedación para quienes asistan es elegir un disco que ya conozcan bien.

Pero la holofonía es más que eso. Además de utilizarse en la última instancia de la reproducción (o sea, los parlantes), es una forma de grabación comparable al sonido 3D que puede escucharse con auriculares en YouTube. Esta tecnología (que tiene sus detractores y refutadores) puede comprobarse con un CD que Zuccarelli ofrece en el auditorio y que también debe escucharse con auriculares. Para quien suscribe, y después de haber comparado ambos, el sonido en 3D es un lindo chiche que se puede encontrar en mejor o peor calidad, pero la holofonía de Hugo Zuccarelli impacta por su realismo.

Y hablando de realismo, Zuccarelli no se queda quieto, después del sonido llegó el turno de la imagen. Dice estar desarrollando una tecnología para las imágenes en tres dimensiones superior a la que conocemos por el cine. La información puede encontrarse en el siguiente link.

© Patricio Durán, 2018 | @moss_elixir

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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