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Fantástico inoxidable | Por qué Los Goonies es un clásico

Fantástico inoxidable | Por qué Los Goonies es un clásico

Estaba esperando el momento para ver Los Goonies con mi hija, por ahí, cerca de la edad en la que la habré visto yo por primera vez. Porque siempre que pienso en películas que hayan marcado el imaginario de mi niñez, me vienen primero dos: E.T. y Los Goonies. Pero Los Goonies tiene algo especial, algo de aventuras, algo sobre el grupo de amigos que me da la sensación de no haberla visto, sino de haberla vivido.

Quería saber si le pasaría lo mismo a Almendra. La vimos. Y Los Goonies, casi cuarenta años después de su estreno, no falló. En esa pandilla estaba la suya: podía encontrar a Emilia, Felipe, Luca y Zoe. Su pandilla eran los Goonies. Y tengo que confesar que me sucedió lo mismo, volver a verla me permitió encontrar allí a Gaita, Hernán, Pablo, Berta y Moltoni. Porque Los Goonies es una máquina viva de lo arquetípico. Pero hay un punto, un preciso punto de energía concentrada en este universo, que provoca todo el sentido y la emoción del relato. Se trata precisamente de la manera en que lo fantástico aparece como fundamento de la niñez, y por ende, del comienzo de nuestras vidas. La aventura fantástica es aquí iniciática para los personajes y fundante para los espectadores. Si E.T. viene a decirnos que es necesario hacer duelos para pasar a la adultez, Los Goonies llega para recordarnos que la infancia tiene más herramientas de salvación de las que recordamos.

Para empezar, el film no trata a los pibes como idiotas, como dice la nota que le deja el Fratelli al policía, haciéndose el ahorcado, ni bien arranca la historia. Pasa el título y ya estamos en una película. No en una “película infantil”. ¿Por qué? Porque la aventura es algo serio. Así lo viven los personajes principales, que se presentan en torno a una persecución entre policías y los delincuentes que van a cambiar sus vidas, porque van a vivir una aventura verdadera. También vemos otra persecución pero en una TV, que un personaje confunde con la real, porque en Los Goonies el límite entre mundo ficcional y el real no va a existir: lo fantástico no es ficción, la única verdad es la fantástica.

Cada personaje es un arquetipo bien claro, un muñequito para la estantería. Y eso significa mucho, es una de las aspiraciones más grandes de quienes escribimos, que alguien tenga un muñequito de un personaje nuestro y pueda volcar todo su imaginario y su ser en él. De eso se trata construir un buen arquetipo. Los Goonies lo hace: Mouth es el canchero, Data el nerd, Chunk el gracioso, Andy la atrevida, Stef la cínica, Brand la autoridad que duda y Mikey el más normal, incluso el más vulnerable, porque es asmático. Por eso es el protagonista, el líder natural, y con quien nos identificamos.

Cuando terminamos de ver esas presentaciones leemos: Historia de Steven Spielberg, guion de Chris Columbus y dirección de Richard Donner. Vieja, poné los fideos que estamos todos.

Lo primero que sabemos del protagonista es que intenta autoengañarse diciendo que quiere irse de ese lugar. Pero rápidamente sabemos que está haciendo lo imposible: no podrá autoconvencerse. Así es como operan los clásicos, en lugar de darnos las cosas servidas, nos proponen una interpretación. Entonces, interpretamos: el deseo de Mikey es quedarse en ese barrio. Pero todo el lugar está por ser comprado por un monstruo inmobiliario y este, el presente, será el último fin de semana para su grupo de amigos. La semana siguiente, Los Goonies ya no existirán.

¿Cómo puede un grupo de chicos impedir lo que ningún adulto pudo hasta ahora? La respuesta está en ese punto de energía concentrada que pone en movimiento toda esta constelación de personajes y conflictos. La capacidad (o el permiso) de pensar de manera transversal a la adulta, llevará a Mikey y sus amigos, no solo a descubrir el mapa de un tesoro pirata, sino a confiar en que es real. La leyenda dice que varios de sus abuelos, incluso de sus padres, lo han buscado y nadie lo encontró. Todos tuvieron una infancia, pero todos la abandonaron y es el turno de Los Goonies. Si logran encontrar el tesoro del Tuerto Willy, podrán pagar sus casas para evitar que todo quede en manos del monstruo. Así como la patafísica proponía soluciones fantásticas para problemas cotidianos (o soluciones cotidianas para problemas fantásticos), Los Goonies propone soluciones infantiles para problemas adultos.

La aventura comienza con el grupo atando al hermano mayor y partiendo en bicicleta, en una de esas secuencias con sello Spielberg que nos marcaron para siempre. Ese hermano mayor es un adolescente y, junto con la chica que le gusta y su amiga, también se sumará a la aventura. Aquí sucede algo muy particular que profundiza la propuesta del film. En todo coming of age, se narra la transición de ser niño a adulto, pero en Los Goonies sucede todo de manera inversa: los niños convencen a los más grandes de que el imaginario infantil es emancipatorio, primero conquistando a los adolescentes que se suman a la aventura, y finalmente lo harán con sus padres.

A su vez, la película propone un grupo de protagonistas vulnerabilizado, pero capaz de ver la diferencia y abrazarla. Todos están siendo desplazados por cuestiones económicas, pero además está el que sufre bullying, las chicas acosadas por el machito popular, el desafiado en su autoridad, el que quiere pero no puede, etc. Así y todo, encuentran a alguien más descartado que ellos. El personaje de Sloth es presentado como un monstruo encadenado, tal cual es condenado por la mirada adulta. Pero Chunk va a ver más allá de esa apariencia, porque es niño y porque es también un desplazado, bullyineado hasta por sus propios amigos. Chunk va a encontrar cosas en común con Sloth, va a ver la capacidad, no la discapacidad, y juntos van a salvar a sus amigos. Los Goonies es una película sobre la superación de lo que se señala como mala diferencia, desde todos los aspectos. Es una historia que nos invita a abrazar esa diferencia, porque todos somos diferentes, y a señalar que la única maldad reside en la homogeneidad de un sentido común impuesto. Y todo eso, lo viene a hacer desde el Fantástico, desde una historia “para chicos”.

Todo el relato va en ese sentido. Por eso es que los Goonies son los únicos capaces de enfrentar las trampas que ha dejado el Tuerto Willy para que nadie llegue a su tesoro. Ellos van descifrando lo que ningún adulto ha podido hacer, porque en realidad (y así lo expresa Mikey), el pirata y ellos son iguales. De hecho, no hay demasiada diferencia entre las trampas de Willy y el sistema que construyeron para ingresar a la casa de Mikey, que vemos al inicio de la película. Ellos son aventureros y ese sentido de aventura es lo único que puede salvarlos. Por eso, cuando todo el grupo duda, Mikey hace una arenga inolvidable, diciendo: “Nuestros padres están haciendo lo mejor para ellos. Aquí abajo es nuestro momento”. El tiempo sagrado de la aventura, eso es lo que sucede allí abajo. 

Cuando Mikey finalmente encuentre el tesoro y se enfrente al esqueleto del Tuerto Willy, tendrá la lucidez de decirle: “Te gané. Llegué entero por ahora.Tenemos mucho en común, ¿verdad Willy? ¿Sabés algo? Tu eres el primer Goonie”. En esa aventura que viven Los Goonies (los niños y el pirata Willy), la música puede salvarlos, así como el juego en equipo, los pasajes simbólicos son toboganes de agua, deben escapar de rocas que caen y abordar barcos piratas, como en las películas que ellos mismos ven. Es así que llegan al tesoro del barco pirata que todos imaginamos de chicos. Willy, desde el más allá, parece recompensarlos y ofrecer su tesoro, pero son los Hermanos Fratelli y su madre (adultos) quienes les impiden llevarlo… en su totalidad. Porque con muy poco de lo que tenía Willy en su tesoro, logran finalmente salvar su aldea, incluso enfrentan a los delincuentes y logran que los apresen, mientras todos observan como el barco de Willy vuelve al mar y se pierde en esa inmensidad. 

Los Goonies viven una aventura cinematográfica en su vida real y nos invitan a experimentar una en la nuestra. Yo estaba en la primaria cuando vi Los Goonies por primera vez, al igual que Almendra, y supe que un grupo de amigos puede ser capaz de salvar su mundo. Ahora que la vimos juntos, los dos terminamos queriendo salir a agarrar la bici, buscar a nuestras pandillas y vivir una aventura inolvidable.

Goonies never say die”.

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