A Sala Llena

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CRÍTICAS

Garibaldi IV

Dramaturgia: Gustavo Lista. Dirección: Gabriel Páez. Músicos: Mauricio Neira, Natalia Tajiano. Vestuario: Daniela Marioni. Diseño de escenografía: Paula Picciani. Asistencia de dirección: Uner Sbriller. Actúan: Mariela Acosta, Leopoldo Barbieri, Mariano Caligaris, Diana Cortajerena, Luisina Di Chenna, Fernando Gonet, Mercedes Hernández, Leandro Lambertucci

“Una obra despedazada, o mejor dicho hecha a pedazos.

Breve, del tamaño de un jilguero, de una armónica, de un pañuelo.

Una obra como una mujer del tamaño de un salero.”

Podríamos contextualizar esta pieza como un relato de época situado en algún pueblo, en el que de a poco vamos viendo partes de vidas de ciertos individuos. A medida que conocemos a los personajes se va estableciendo una red de relaciones y esas “partes” que fuimos viendo se unirán como piezas de un rompecabezas.

“Pueblo chico infierno grande”, este dicho puede amoldarse a esta historia, teniendo en cuenta que siempre el punto de vista influye: desde un balcón cosas grandes pueden verse pequeñas y hasta quizá no reconocerse, pero si se vieran de cerca podría verse la real dimensión y entenderse de qué se trata. Al mismo tiempo, si vemos algo de muy cerca sin observar el contexto, seguramente cueste comprender la totalidad del asunto.

En relación a esto, la obra juega, precisamente, con el punto de vista. Por un lado, vemos cosas de lejos, el exterior, lo superficial de estos seres y sus relaciones y, por otro, conocemos detalles, lo interno, cuales son los pensamientos y sentimientos que los llevan a hacer lo que hacen. A medida que se pone la lupa sobre cada personaje, aumenta el suspenso, el drama y la obra va creciendo, como un pulóver que teje una abuela con paciencia y empeño, que más allá del abrigo propio del material, irradia cierta calidez. Por momentos, se siente lo de “pueblo chico”, lo apacible, incluso se transmite algo de ternura pero, en cierto momento, lo cálido llega a arder haciéndose sentir el infierno grande.

La música en vivo genera el clima adecuado ya que da la sensación de cercanía. Lo que vemos en escena podría estar ligado a algún pueblo quizá distante en el tiempo o el espacio pero, en este caso, la música en vivo ambienta y refuerza el hecho de que esto sucede aquí y ahora.

Nos encontramos con grandes actuaciones concentradas en una dramaturgia que va diluyéndolas, dirigidas en dosis precisas para obtener una puesta simple y contundente.

Un salero puede ser pequeño, pero dentro caben incontables granos de sal y con no mucho puede cambiarle totalmente el sabor a algo. Una armónica puede no ser considerado un instrumento noble, pero puede transportarse fácilmente, tocarse cuando se requiera y con pocos sonidos endulzar los oídos. Se dice que los jilgueros si encuentran un ambiente tranquilo pueden visitarlo repetidamente y hasta intercambiar silbidos con los seres humanos. Estas definiciones en apariencia aisladas, se relacionan y cobran dimensión al contemplar esta obra, al mismo tiempo que puede uno acercarse a vislumbrar quién es Garibaldi IV.

Teatro: El excéntrico de la 18 – Lerma 420

 Funciones: Viernes – 23 hs

 Entrada: $80

calificacion_4

Por Jonathan Sassón

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