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FESTIVALES

Homenaje a Héctor Olivera, talleres y buen cine clásico

Homenaje a Héctor Olivera, talleres y buen cine clásico

Mendoza. Sábado 10 de Septiembre.

Tras una maravillosa exucursión que incluyó el recorrido y almuerzo en la Bodega Séptima, acá en Godoy Cruz, compartida con las figuras, invitados y la organización del Festival, pasando por un viñedo, donde cada uno de los presentes (excepto el redactor de esta nota) puso su grano de tierra literalmente, para que en unos años crezca una uva madura, que seguramente derivará en un exquisito vino, puedo al fin, sentarme para redactar la crónica de la excepcional jornada cinematográfica que tuve el día viernes.

Todo empezó alrededor de las 17:00 Hs cuando pude asistir al Tercer Taller sobre Video Clip dictado por Nicolás Vetromile y Miguelius. A diferencia de los dos talleres anteriores que estaban meticulosamente planeados, esta edición fue mucha relajada e improvisada. Ambos exhibieron videos musicales de artistas argentinos contemporáneos que no tienen tanta difusión como Carajo, dirigidos por Mariano Dawidson, un verdadero visionario dentro de la industria del clip nacional. También se mostraron un excelente compilado de los primeros videos de Pink Floyd (donde aparecia incluso Syd Barret) y que tenían una mirada muy parecida a Anochecer de un Día Agitado o Help de The Beatles, o de la psicodelia típica de fines de los ´60. Fue muy interesante y apreciativo ver el contraste y evolución de la banda contrapuesto con fragmentos de la gran obra de Roger Waters dirigida por Alan Parker, The Wall. Para concluir (al menos el periodo que pude estar presente, porque se me superponía con otro evento que narraré en párrafos más abajo), pasaron 3 videos clips muy cinéfilos (bah, el último inspirado en una estética video juego) de los Red Hot Chilli Peppers (para mi amigo Julián, fanático). Ahí se nota las influencias cinematográficas de la banda: desde Bubsy Berkeley hasta el expresionismo alemán. Fue sorprendente descubrir que la dupla Jonathan Dayton y Valerie Faris, que dirigió los mejores videos de la banda con la estética de los films de Robert Wiene y Fritz Lang, después realizaron la conservadora Pequeña Miss Sunshine.

En fin, fue un taller para apreciar que dentro de la “industria” del video clip, tambien hay arte y artistas de verdad. Tanto Nicolás como Miguelius dieron catedra, gracias a un diálogo dinámico, instruido, fluido y divertido.

Un poco corriendo, partí hacia el Cine Teatro Plaza, donde se iba a homenajear al Gran Héctor Olivera por su aporte cinematográfico. La gala comenzó con un video introductorio acerca de la carrera del director de La Patagonia Rebelde y La Noche de los Lápices. Se le otorgaron dos placas: una de parte de la Intendencia de Godoy Cruz a su trayectoria y otra de Derechos Humanos, por su aporte a la historia y conservación de la memoria argentina, teniendo en cuenta el contenido de su obra en general. Fue un momento emocionante.

Tras este homenaje se exhibió la última película de Olivera: El Mural (2010) con Ana Celentano (a quien el director le agradeció por su participación en la película en representación de todos los técnicos y elencos que trabajaron durante su carrera), Luis Machin, Bruno Bichir y Carla Peterson.

Fue la segunda vez que pude apreciar este hermoso film, al que considero uno de los mejores de su vasta carrera, debido a su meticulosa puesta en escena, la fotografía delicada de Felix Monti, su excelente reconstrucción de época, pero sobretodo a la sólidez con la que construye climas y va confluyendo los relatos de David Siqueiros, Natalio Botana y sus respectivas mujeres con el contexto socio político que se estaba generando en Buenos Aires (y el mundo) durante la década del ´30. Pasiones y muertes que se van sucediendo al tiempo que se muestra la hipocresía de las clases nóveles de la Nación y la influencia del diario “Crítica” en la política contemporánea y la figura de Botana como un seudo Charles Foster Kane (interpretado sobriamente por Machin). Personajes de dos caras, idealistas y traicioneros al mismo tiempo. Por todas las capas que tiene el film, es uno de los más ricos y complejos que Olivera ha realizado en muchos años.

Tras esta segunda apreciación (que tuve la gran suerte de compartir con su realizador a una fila de distancia: “el publico merece que el director se quede a ver el film completo” declaro Olivera más tarde), llegó el turno de El Túnel de los Huesos, la ópera prima en terreno de ficción de Nacho Garassino (documentalista, docente y asistente de dirección de los primeros films de Agresti) con el protagónico de Raúl Taibo. 

El galán de telenovelas es la gran atracción de todas las damas mientras que dura el Festival. No hay sitio donde pase que las apasionadas fans no quieran sacarse fotos con él. Hay pocas personas, honestamente que realmente se merecen dicho reconocimiento. Taibo se la ha ganado en buena ley por carisma, simpatía y talento dramático. En El Tunel de los Huesos, interpreta a Vulcano, un ladrón de camiones blindados que está preso en Devoto y descubre una forma de escapar. Para eso recluta a un puñado de hombres, en los que termina confiando debido a que todos tienen la misma meta: la libertad. El protagonista demuestra su versatilidad, para salir del rol de galán para componer a este recluso recio y hosco, de apariencia similar a la de Jeff Bridges y frialdad a lo Humphrey Bogart. Esto no es casual, ya que el tono del film es negro. La estructura narrativa y la historia en si están llevadas por Garassino con el mismo tempo de las películas que en los años ’40 o ’50 realizaban Hugo Fregonese, Fritz Lang, Ida Lupino o Raoul Walsh. Realmente estamos viendo un film noir de la mejor calidad. El guión no tiene fisuras, es ágil y atrapante de principio a fin. Se logran muy bien los climas claustrofóbicos, y si hubiese sido filmada en blanco y negro (o al menos tendría una fotografía más oscura de la que tiene), estaríamos hablando de una gran obra del cine contemporáneo argentino, que sin duda es de visión obligatoria para todo cinefilo que ame el género policial de los años dorados de la industria nacional. Sin embargo, la tensión se mantiene igual gracias a las verosímiles y contenidas intepretaciones del ya mencionado Taibo, Daniel Valenzuela, Darío Levy, el reaparecido Cutuli (años que no lo veía, un reflejo de John Marley) y un elenco de talentosos actores no tan conocidos. La banda sonora, el sonido y la dirección de arte, sumado, al tono directo, frío, similar al relato periodístico policial, permitene que la película sea un thriller excepcional en más de un criterio, que deriva a una sorpresa relacionada con el título del mismo. El Tunel de los Huesos se inspira en una historia real sucedida en 1991, pero bien podría haber sido filmada en 1945 o el 2010. El hecho de que los personajes hayan exisitido aporta a darle un tono más creíble a la historia. Visualmente muy atractiva, con influencias, incluso, de Martin Scorsese, El Tunel de los Huesos, marca un promisorio debut de Garassino.

Fue una jornada donde el cine clásico demostró que todavía tiene un notable lugar en la cinematografía nacional y hay realizadores que tiene el don de saber narrarlo con herramientas cinematográficas. Y nada mejor que llegar a la habitación y encontrar en TCM, la obra maestra de Alfred Hitchcock, La Ventana Indiscreta para cerrar una noche excepcional.

Hoy al mediodía se exhibieron los cortometrajes en Competencia Oficial. Está noche darán los premios a los realizadores, varios acá presentes. Si los quieren ver, muy pronto la mayoría de ellos van a poder apreciarse en el Ciclo de Cortos HD A Sala Llena en No Avestruz.

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