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CRÍTICAS - CINE

¿Qué voy a Hacer con mi Marido? (Hope Springs)

(Estados Unidos, 2012)

Dirección: David Frankel. Guión: Vanessa Taylor. Elenco: Meryl Streep, Tommy Lee Jones, Steve Carell. Producción: Todd Black y Guymon Casady. Distribuidora: Columbia Pictures. Duración: 100 minutos.

Pero el amor es más fuerte…

¿Qué voy a Hacer con mi Marido? es la segunda colaboración de Meryl Streep con David Frankel y el primer guión de largometraje que escribe Vanessa Taylor (productora de Game of Thrones). No es novedad que Streep es una de las mejores actrices que existen, pero su versatilidad en el rostro para pasar de una emoción a otra sigue sorprendiendo.

Kay (la Streep) y Arnold (Tommy Lee Jones) son un matrimonio que, luego de su treintavo aniversario de casados, ha caído en la monotonía. Entonces, a pedido de Kay, ambos deciden hacer terapia de pareja para intentar revivir esa magia/chispa/deseo que se ha apagado hace años. Al terapeuta -Dr. Feld- lo interpreta Steve Carell, en un papel mucho más sobrio, ya que no necesita articular ni un solo músculo de su rostro para hacernos reír y ganarse nuestra empatía al instante.  En cada sesión, los cónyuges van descubriendo sentimientos, deseos y fantasías ocultas y las “tareas” que les manda el Dr. funcionan como obstáculos, barreras que deben cruzar para descubrir si realmente quieren salvar su matrimonio o terminarlo para siempre.

Como dice Streep en una de las sesiones, lo único que comparte con su marido es la casa: duermen en habitaciones separadas, no conversan de absolutamente nada, no tienen idea de los sentimientos del otro y hace años que ni siquiera se besan. Arnold se queja de todo –y todo el tiempo- , gruñe por lo bajo al estilo Eastwood en Gran Torino y, como regalo para su mujer, compra artefactos para la casa. Por el contrario, Kay es una mujer optimista, cuyo único deseo es obtener demostraciones de afecto de su marido, y ansía recuperar esa intimidad que alguna vez tuvieron.

Se trata de una comedia sobre el redescubrimiento del amor, de la pareja, del compañerismo , del sexo y de la vida junto a la persona que uno ama pero también sobre la soledad y la frustración. Frankel se arriesga al hacer una película que resulta en cierto modo “rara” para el cine mainstream hollywoodense y para la comedia romántica tradicional: un matrimonio de décadas, en el cual el deseo, aparentemente, se ha marchitado a raíz del inevitable paso del tiempo. Es una historia de re-enamoramiento pero que comienza por la etapa de distanciamiento.

El director maneja cómodamente los cambios de un estado de ánimo a otro, tanto de los personajes –que transitan por todas las emociones posibles- como del espectador. Frankel logra transmitir la monotonía a través de la escena del desayuno cotidiano de la pareja, con primeros planos de sus rostros. Mediante las escenas de terapia y tarea, el espectador se convierte en voyeur mientras va explorando las intimidades, fantasías ocultas de los personajes y su vida sexual o, mejor dicho, la falta de ella.

Una película con mucho romanticismo pero que no llega a ser cursi. Y, sobre todo, muy honesta con respecto a las diferentes etapas que atraviesa un matrimonio.

calificacion_4

Por Elena Marina D’Aquila

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