Volvió el superhéroe más copado interpretado por el actor con más onda. Y volvió en muy buena forma… Aunque con nuevos peligros y enemigos. En Iron Man 3, Tony Stark (Robert Downey Jr, por supuesto) ya no vive tan tranquilo. Los hechos ocurridos al final de Los Vengadores lo dejaron perturbado, al punto de provocarle insomnio y ataques de ansiedad. La relación con Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) está en su punto más difícil y reaparecen personajes del pasado con quienes no terminó muy bien: los cientificos Maya Hansen (Rebecca Hall) y Aldrich Killian (Guy Pearce). ¿Algo más? Sí: el Mandarín (Ben Kingsley), un terrorista que pasó de provocar atentados en Medio Oriente a los Estados Unidos. Cuando Tony lo amenaza por televisión, su vida y la de sus seres queridos correrá peligro. Cuando queda privado de la mayoría de sus recursos, nuestro héroe deberá sobrevivir y desenmascarar los verdaderos planes del villano de turno.
Más allá de lo trágico que suene el argumento (y de lo que se ve en los avances), la película nunca abandona el humor. El director Shane Black escribió, entre otras, Arma Mortal, El Último Boy Scout y El Último Gran Héroe, y realizó Entre Tiros y Besos, en la quien también actuaba Downey Jr. Con estos grandes antecedentes, no era de extrañar que agregara elementos que caracterizaron a esas obras: acción, mucha onda, diálogos divertidos e irónicos en situaciones extremas, personajes que en algún momento son secuestrados… Un estilo que encaja con el universo de Iron Man y contribuye a catapultar la franquicia a un nuevo nivel, que podrá gustar más o menos que las dos estupendas películas pero que sin dudas va por otro camino, igual de interesante. De hecho, por momentos no parece una película de superhéroes, ya que (cuidado, posible spoiler) Tony usa la armadura muy pocas veces y debe valerse con pocos recursos y usar su inteligencia para resolver una subtrama propia de un thriller político (fin de potencial spoiler). El villano no termina de ser tan atractivo como el que encarnó Mickey Rourke en Iron Man 2, pero eso no perjudica el resultado final.
Robert Downey Jr. sigue demostrando que él y Tony Stark son la misma persona. Es casi imposible imaginar uno sin el otro, al menos para los cinéfilos. Y sus tics nunca resultan cansadores, como si encontrara la manera de conservar su frescura. Gwyneth Paltrow repite su rol de Pepper, y esta vez tiene mayor participación. También aparece más tiempo Happy, el otrora guardaespaldas de Tony, interpretado por un Jon Favreau que ya no dirige la saga pero quedó como actor y productor ejecutivo. Don Cheadle vuelve a lucirse como Ward Machine, ahora denominado Iron Patriot. Por el lado de las incorporaciones, Ben Kingsley confirma, con poco, que es uno de los grandes actores vivos, y uno de los más versátiles. Lo mismo podría aplicarse al excelente Guy Pearce, un especialista en roles oscuros, aunque distintos entre sí. James Badge Dale es Eric Savin, un letal soldado que por momentos remite al T-1000 de Terminator 2. Ty Simpkins hace de Harley, un niño que le dará una mano a Tony en un momento difícil. Rebecca Hall es la más desaprovechada del elenco; su personaje tiene una participación crucial, pero jamás levanta vuelo. Tampoco hay que olvidar las intervenciones de secundarios que siempre suman, como William Sadler y Miguel Ferrer.
Gracias al carisma de los protagonistas y a un guión ingenioso, con vueltas de tuerca que no le toman el pelo al espectador, y a efectos especiales al servicio de la historia, Iron Man 3 es un nuevo entretenimiento espectacular. Y deja con ganas de saber cómo sigue la Fase 2 de Los Vengadores. Ah, y no se pierdan la escena posterior a los créditos finales.
Por Matías Orta