Sherlock Holmes logra darle energía y frescura a un personaje que, al menos entre el imaginario popular, no era más que un gentleman calculador y astuto. Y esto se debe a su director.
Guy Stuart Ritchie nació en 1968 en Hertfordshire, Inglaterra. Cuando sus padres se divorciaron pasó de ser un chico de clase media a un niño bien. Su madre, una ex modelo, se casó con el varón Michael Leighton. Por lo tanto, Guy y su hermana se criaron como reyes en el palacio de su padrastro, lugar antiguamente frecuentado por figuras de la realeza británica. Pero el muchacho no se sentía cómodo. Muerto de aburrimiento, a los 15 años decidió abandonar el colegio —el Stanbridge Earls School, institución elitista y especializada en el tratamiento de la dislexia, que G. R. aún padece—, y convertirse en un rebelde y asiduo visitante de los barrios bajos. No tardó en hacer amistad con hampones y otros personajes tan diferentes a su entorno aristocrático, pero también mucho más fascinantes. Con el tiempo adquirió el acento y los modismos de sus compañeros de aventuras… aunque a veces terminaba seriamente herido. Un tiempo después trabajó en Island Records, fue camarero, viajo por África y Grecia, y puso una agencia inmobiliaria. A los 25 años su cabeza hizo un clic. Ahora quería ser director de cine. “Es una edad muy importante, para cualquiera. La gente que descubre qué quiere hacer antes de esa edad realmente está bendecida. De repente tenía 25, tuve un ataque de pánico, crecí y todo el proceso se puso en marcha.
Luego de desempeñarse como meritorio, en 1995 empezó a dirigir videoclips y comerciales. Usó su sueldo para filmar The Hard Case, acerca de cuatro amigos que juegan al pocker y terminan pasándola mal. Desde ahí se veían la influencia de su crianza en los suburbios, algo que seguiría presente en sus largometrajes.
Y hablando de eso, y nada feliz con su tarea en el mundo de los videoclips, Guy escribió en tres meses la que sería su ópera prima. Junto a su amigo, el productor y futuro director Matthew Vaughn, estuvieron tres años buscando financiación, hasta que dieron con Trudy Styler, esposa de Sting. Ella consiguió más inversores, y hasta la colaboración actoral de su famoso marido.
Estrenada en 1998, Juegos, Trampas y dos Armas Humeantes se convirtió en un suceso de crítica y de público. La historia presentaba venía a ser una extensión de The Hard Case, aunque con más personajes y subtramas. El estilo del director remitía a Scorsese y a Tarantino, pero con un estilo avant-garde, postmoderno, música pop y electrónica y clásicos hip (Ocean Colour Scene, James Brown, Dusty Springfield, entre otros), repleto de saltos temporales y trucos de edición, que le otorgaban al subgénero de gansters un aire renovado, más cool. Un poco como hicieron Los Beatles en los ’60: tomaron un ritmo musical americano, lo reinterpretaron y le devolvieron al mundo algo nuevo. Además, significó el debut en la pantalla de Jason Statham y del ex futbolista Vinnie Jones.
Guy Ritchie se transformó en una promesa y, junto con Danny Boyle, también en un abanderado del cine británico más vibrante y entretenido.
Como corresponde, Hollywood tocó a su puerta. De hecho, casi dirige la película de Los Ángeles de Charlie. Pero el tipo es astuto y sabía muy bien lo que quería: “Las películas de presupuestos abultados son un sueño de la infancia… muchas explosiones y chicas lindas, pero sentí que no era el momento indicado para mí. Creo que es importante que escriba y dirija un par de películas más, para desarrollar una identidad como director y afianzar la confianza necesaria para hacer trabajos más personales. Mirándolo desde afuera, creo que es mejor establecerse y después ser un director por encargo”.
Pero el suceso de Juegos… le permitió rodar otra de matones de cuarta queriendo dar el gran golpe, pero a una escala mayor y hasta con Benicio del Toro, Dennis Farina y Brad Pitt haciendo de gitano peleador al que no se le entiende cuando habla (es parte de su estrategia como timador). Snatch: Cerdos y Diamantes resultó otro golazo de media cancha para el bueno de Guy.
De su casamiento, convivencia y divorcio de Madonna ya se habló hasta el hartazgo a través de medios extracinematográficos. Pero ninguno de los dos se conformó con el rol de marido y mujer: Mr. Ritchie filmó a la Reina del Pop en un ultraviolento video de su tema “What it feels like for a girl”. Lástima que también decidieron hacer juntos un largometraje: Insólito Destino, remake del aquella película italiana del mismo nombre, estrenada en 1974 y dirigida por Lina Wertmüller. Otra prueba de que Madonna, en el cine, es mufa (salvo en Un Equipo muy Especial, sobre mujeres beisbolistas, dirigida por Penny Marshall).
Luego de semejante tropiezo, G. R. Intentó regresar al terreno de los gangsters, pero no salió bien. Revólver fue injuriada por la prensa e ignorada por los espectadores. Muchos pensaban que su carrera había caído en un abismo. Y sí, su matrimonio con Madonna opacaba su carrera. Sin embargo, algo para destacar: la presencia de Mark Strong, en su primera colaboración con Guy. Vale detenerse en este actor. Nacido en 1963, este londinense de padre italiano y madre austríaca (su verdadero nombre es Marco Giuseppe Salussolia) se está anotando en el rol de villano muy seguido: Stardust: El Misterio de la Estrella, Sherlock Holmes, Kick Ass y la Robin Hood de Ridley Scott. Sí, como un Gary Oldman del nuevo milenio.
Pero volvamos a Guy Ritchie. Lo más rescatable de aquella época fue el corto que dirigió para BMW, cuando la empresa convocó a grandes directores (como Ang Lee, John Woo y Tony Scott) para presentar un nuevo modelo. Todos los cortitos estaban protagonizados por Clive Owen. ¿Qué hizo Ritchie? Pinchen aquí. No, Doña Ciccone no molesta tanto acá.
Al separarse de la intérprete de “Like a virgin”, Guy pareció recuperar la memoria. Estrenada en 2008, su RockoNrolla lo reconcilió con las masas. Todo volvía a su lugar: los hampones de décima, el ritmo imparable, la música acorde (genial cuando suena “Waiting for a train”, de la banda australiana Flash and the Pan). Al principio se extraña al pelado Stathan y a Vinnie Jones, pero enseguida actores como Gerard Butler, Thandie Newton, Tom Hardy y el mencionado Mark Strong se encargan de hacerlos olvidar.
En su más reciente obra, Guy agarró al detective creado por Arthur Conan Doyle y le dio un giro novedoso (o lo devolvió a su esencia, según los expertos). En la pantalla grande nunca vimos a Sherlock codeándose con los bajos mundos y participando en peleas clandestinas. G. R. es muy lúcido al confesar el por qué de la elección de este proyecto, que además es su primer tanque holywoodense: “El hecho de que nos atraigan tanto los detectives parece apuntar a algo que bulle en nuestro interior y que busca aprehender las grandes verdades o los grandes misterios que conforman la vida o la razón”.
El próximo paso del director parece ser el thriller Gamekeeper, anunciado para este año. También se dice que rodará para Warner una adaptación del comic Lobo. Ojalá filme ambas así llegan pronto a las salas de cine.
Mientras tanto, esperemos que Guy Ritchie siga en la buena senda… y que para eso no se reconcilie con Madonna.