He de reconocer que la última etapa de Clint Eastwood, esa que se inicia hace ahora diez años con Jersey Boys y Francotirador, es la que más me interesa de toda su carrera. En esta década no encontraremos, quizás, sus mejores películas, al menos no las más redondas y rotundas, pero sí a un cineasta que, de nuevo quizás y con la salvedad de Francotirador, no busca la aclamación popular, ni reverdecer viejos laureles, sino tan solo seguir filmando, rápido, apurando los pocos años de vida que le puedan quedar (una etapa que arranca con los 84 años cumplidos). De ahí que se despreocupe de la verosimilitud o de la coherencia de muchas de sus decisiones: desde el exagerado maquillaje que envejece a los protagonistas de Jersey Boys a su papel de rompecorazones de mujeres a las que lleva cincuenta o sesenta años en Cry Macho, pasando (momento cumbre en su cine) por ese muñeco que se pretende hacer pasar por un bebé en la susodicha Francotirador, un muñeco que a todas luces es un muñeco sin que el director se preocupe lo más mínimo en disimularlo… Para qué, nos podemos preguntar, si ya sabemos que esto es una ficción, una mera representación.
Pocas películas puedo recordar en el cine americano reciente tan atípicas como 15:17 Tren a Paris, uno de esos títulos sobre ciudadanos americanos de vacaciones en Europa que se camufla bajo el disfraz de una película sobre unos héroes anónimos que desbaratan un atentado terrorista en un tren que se dirige a París. Porque, eso sí, si algo conecta a varias de las películas de Eastwood de este periodo es precisamente su querencia por los héroes anónimos, o por esos profesionales que se limitan a realizar su trabajo y de esa forma, sin pretender reconocimiento alguno, salvan vidas. Ahí tenemos a los protagonistas de Sully, El caso de Richard Jewell, 15:17 Tren a Paris, obviamente y otra vez Francotirador, y por fin, al o a los de Juror #2.
Lo cierto es que en Juror #2 Eastwood no está hablando tanto de héroes como de personas que han de seguir el dictado de su conciencia (lo que, hoy en día, puede considerarse una heroicidad, sí). Y digo Eastwood, cuando quizás debería de citar al guionista Jonathan A. Abrams, porque esta es una película sostenida sobre un guion que, muy fritzlanguianamente, sitúa un dilema moral en el centro de su dramaturgia… o puede que debiera calificarla de hitchcockiana en la medida en que pone en escena a un falso culpable (y el dilema de su protagonista guarda una cierta relación con el de Mi secreto me condena). En cualquier caso, este guion tan retorcido como inteligente tanto en su planteamiento como en su resolución, un guion muy de vieja escuela, inusual en el cine de Hollywood actual, no siempre se ve correspondido por una puesta en escena igual de sutil, pues Eastwood subraya algunos momentos innecesarios, caso del plano detalle del “In God We Trust” cuando la lectura del veredicto o ese encuadre que se va detrás de la estatua de la Justicia tras el encuentro entre nuestro Jurado nº 2 y la Fiscal, justo después del juicio. Detalles en todo caso menores, fruto seguramente de esa despreocupación o ligereza con la que filma nuestro director.
En el epicentro de la película tenemos a Justin, cuya mujer está en las últimas semanas de embarazo. Justin recibe una citación para ser jurado en un juicio por el asesinato de una mujer a manos de su pareja y, sin que él pueda sospecharlo, de repente este hecho le devuelve a un año atrás, cuando habían perdido a dos gemelas en los últimos meses de embarazo y él luchaba contra su alcoholismo. Toda esta información del pasado nos la proporcionará una serie de flash-backs que emanan de la memoria de Justin cuando, ante la lectura de los hechos que se van a juzgar, es consciente de que estuvo en el lugar del crimen aquel día. No solo eso, también que el asesino no es el acusado, sino que podría ser él mismo.
Pero Juror #2 no trata solo de este jurado que interpreta sin demasiada profundidad Nicholas Hoult, al menos no con los matices que Toni Collette aporta a su personaje de la fiscal, Faith, que justo en ese momento está presentándose a una elecciones para las que conseguir un veredicto de culpabilidad puede constituir todo un acicate. Por lo tanto, aquí tenemos a un jurado que sabe de la inocencia del acusado, pero que tiene incentivos para que sea declarado culpable, y una fiscal con los mismos incentivos y que ha de encontrar razones poderosas para ir en contra de sus intereses y buscar la verdad… una verdad que estaba ante sus ojos y que tardará en reconocer. En cualquier caso, la profesionalidad se impondrá, en buena medida gracias a la intermediación de otro jurado, un expolicía que es el primero en evidenciar los flancos grises del caso (y que interpreta J.K. Simmons). Todas estas contradicciones y los dilemas de cada uno de estos personajes están expuesto con una atípica honestidad, para conocimiento del espectador, antes que para el beneficio dramático del suspense, algo a lo que contribuye la propia estructura de la película.
Pese a lo que pudiera parecer, esta no es una película que avanza en progresión hacia su resolución, a lo 12 hombres en pugna. Por más que en los primeros debates del jurado así lo pudiera parecer, en Juror #2 no tenemos a un único jurado dispuesto a revertir la opinión de sus otros once compañeros, pues esta es una película de idas y vueltas que se atreve a aventurarse por múltiples recovecos, atendiendo única y exclusivamente a los intereses y las contradicciones de sus personajes. Dos muestras: la escena en la que se dilucida el giro en la opinión de Justin o ese final que Eastwood (o su guionista) va escondiendo y posponiendo hasta que Faith da con la clave, con esa prueba que no delata tanto a un culpable (algo que no queda claro necesariamente) como exculpa a un inocente. De eso trata en definitiva Juror #2, de un mundo que no puede definirse solo entre opuestos, entre el blanco y el negro, el culpable y el inocente, la verdad y la mentira, un mundo que ha de tener en cuenta toda la escala de grises y en el que los intereses personales (por muy legítimos que fueran) nunca deberían imponerse a los de los demás, mucho menos a los de la comunidad. En los días anteriores a una elecciones que pueden definir el futuro no solo de un país, viniendo de quien viene, no tengo muy claro si este era el mensaje que nos quería mandar Clint Eastwood, pero bienvenido sea.
(Estados Unidos, 2024)
Dirección: Clint Eastwood. Guion: Jonathan A. Abrams. Elenco: Nicholas Hoult, Toni Collette, J.K. Simmons, Zoey Deutch. Producción: Clint Eastwood, Adam Goodman, Jessica Meier, Tim Moore, Peter Oberth, Matt Skienna. Duración: 113 minutos.
https://www.youtube.com/watch?v=EhkkBFhW-MM