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CRÍTICAS - CINE

Kick-Ass 2, según Emiliano Fernández

Una cofradía de huérfanos.

Se podría afirmar que Kick-Ass 2 (2013) cuenta con un gran elemento a favor y otro en contra, si analizamos el convite desde el punto de vista de los fanáticos de la película de 2010. Si bien mantiene los rasgos primordiales de la aventura original, cae en cierto automatismo narrativo que caracteriza a la mayoría de las continuaciones hollywoodenses, casi siempre incapaces de llevar un paso más allá el devenir prefijado. Aun así, vale aclarar que este “resultado agridulce” está por encima del estándar cualitativo del campo de las secuelas contemporáneas, redondeando un producto digno y entretenido que profundiza en el desarrollo de personajes y hasta incluye un par de escenas muy logradas a nivel cómico.

Hoy la historia continúa la línea temporal del capítulo anterior y nos presenta un panorama de “vuelta a la normalidad” para el trío protagónico: mientras que David Lizewski (Aaron Taylor-Johnson) se aburre nuevamente de la vida suburbial y decide reflotar a Kick-Ass, por otro lado tenemos a Chris D’Amico (Christopher Mintz-Plasse) y Mindy Macready (Chloë Grace Moretz) lamentando el homicidio de sus respectivos padres y planeando el regreso de sus alter egos del pasado, Red Mist y Hit-Girl. Por supuesto que dichos planes quedan truncados cuando Chris mata a su madre por accidente y se hace cargo de la fortuna familiar, lo que deriva en una nueva escalada de violencia y asesinatos en pos de venganza.

Luego de una sociedad fallida entre Kick-Ass y Hit-Girl, principalmente por promesas de la segunda dirigidas al desaparecido Big Daddy, el relato se divide en tres para seguir el derrotero paralelo de David (se une a la liga anti- delito “Justicia para Siempre”), Mindy (quien trata de incorporarse a un grupito de “chicas populares” de su colegio), y Chris (ahora rebautizado “The Motherfucker” y buscando una represalia contra Kick-Ass y demás antihéroes enmascarados). Respetando la vieja fórmula de los corolarios vinculada a la maximización general, aquí se multiplican los secundarios y se exacerba la dimensión dramática recalcando las tragedias de cada caso a través de diálogos y contextos explícitos.

Una vez más el tono del film no consigue reconciliar las pretensiones sardónicas con el realismo hardcore, imponiendo un desfasaje esencial que se arrastra a lo largo de todo el metraje. Como comedia irónica de temática adolescente, Kick-Ass 2 es un tanto naif y no escapa a los rasgos prototípicos de un subgénero en crisis terminal. Como retrato revulsivo de los atropellos metropolitanos, la propuesta resulta caricaturesca y por demás cruel sin mayor justificativo que la estrategia industrial de apelar a los consumidores del cine de acción con detalles gore. A pesar de ello, el mejunje no carece de encanto y divierte ofreciendo un cúmulo de clichés de raigambre anarquista y resonancias contraculturales.

Con Jeff Wadlow reemplazando a Matthew Vaughn en la silla del director, la trama está apuntalada en un puñado de secuencias muy interesantes, como la del ataque al burdel y la de la masacre de policías a manos de la gigantesca Madre Rusia (Olga Kurkulina), y en el desempeño inobjetable del elenco, en el que vuelven a destacarse Moretz y Mintz-Plasse. Ya sin la novedad de la primera aunque portadora de una eficacia relativa, la obra entrega toda la pirotecnia formal, los insultos entrecruzados y el sadismo inconducente que se esperan de la saga, esa misma que en ocasiones convence y a veces dilapida el macro arsenal de oportunidades que abre esta cofradía de huérfanos con vocación de vigilantes…

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Por Emiliano Fernández

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