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CRÍTICAS - CINE

La Cumbre Escarlata, según Martín Chiavarino

La tierra carmesí respira.

Las historias de fantasmas han atrapado el interés de todas las culturas. Ya sea como espíritus de ancestros o como soplos que nos angustian, los relatos de almas en pena se han convertido en una parte importante de nuestras historias de terror. El talentoso director Guillermo del Toro mezcla en este caso diversas fuentes para construir el mundo gótico de su última película, La Cumbre Escarlata (Crimson Peak, 2015). Por un lado aparecen las historias literarias clásicas de fantasmas de Mary Shelley, Ambrose Bierce o Nathaniel Hawthorne y, por otro, emergen las grandes producciones de terror de los estudios Hammer, para en conjunto conformar esta interesante propuesta escrita y dirigida por el realizador de origen mexicano.

Los fantasmas de esta historia inspiran otras historias y así: la joven norteamericana Edith Cushing (Mia Wasikowska) se convierte a principio del Siglo XX, gracias al auspicio de su jovial padre, Carter Cushing (Jim Beaver), un empresario industrial, en una entusiasta escritora amateur de historias de espectros en busca de reconocimiento. La joven se enamora de un aristócrata inglés, Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), que llega a Estados Unidos junto a su hermana Lucille (Jessica Chastain) en busca de financiación para su máquina extractora de arcilla, pero desde el más allá, el fantasma de la madre fallecida de la joven le advierte sobre un peligro que se cierne sobre ella, sin embargo Edith no descubre a qué se refiere la escalofriante aparición hasta que ya es muy tarde.

Del Toro demuestra su talento para este tipo de relatos una vez más con escenas extraordinarias y tomas apresuradas que recorren escenarios escalofriantes a través de una gran historia basada en un sólido guión, que combina con habilidad elementos de la fantasía con el terror a partir de una gran erudición sobre ambos géneros. Homenajeando lo mejor del terror moderno, La Cumbre Escarlata logra construir de esta manera una historia con fuertes personajes, destacándose especialmente el carácter perturbado de Lucille, interpretada magistralmente por Jessica Chastain.

El film también toma elementos de sus anteriores e inolvidables películas, como El Espinazo del Diablo (2001), Cronos (1993) y El Laberinto del Fauno (2006). De esta forma, Del Toro vuelve exitosamente a uno de los géneros que lo obsesionan y sobre el que creó sus mejores films para ofrecer al espectador una historia sobre el amor, las pasiones prohibidas y los terribles secretos que cada familia guarda en su memoria ancestral.

Nuestra cultura no ha logrado enfrentar exitosamente a los espectros, convirtiéndolos en parte de los fenómenos paranormales que nos rodean y que la ciencia se empeña en dilucidar. Pero lo arcaico siempre se nos escapa y nuestro temor a todo lo que no comprendemos sigue alimentando las historias de ficción de los grandes artistas que logran captar los fantasmas del inconsciente colectivo.

calificacion_4

Por Martín Chiavarino

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