La Decisión más Difícil (My Sister’s Keeper, EE. UU., 2009)
Dirección: Nick Cassavettes. Guión: Jeremy Leven y Nick Cassavettes, basado en la novela de Jody Picoult. Producción: Stephen Furst, Scott Goldman, Mark Johnson, Chuck Pacheco y Mendel Tropper. Elenco: Cameron Díaz, Abigail Breslin, Sofía Vassilieva, Jason Patric, Alec Baldwin, Joan Cusack. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 109 minutos.
Las películas con personajes que padecen enfermedades terminales suelen tener espacio más que nada en la televisión, sobre todo en canales como Hallmark. Pero ojo, el cine dio varios —y muy interesantes— exponentes.
Con sólo 11 años, Anna Fitzgerald (Abigail Breslin, la nena nominada al Oscar por Pequeña Miss Sunshine) decide emanciparse de sus padres. El motivo: fue concebida para poder salvar a su hermana Sara (Sofía Vassilieva), que padece Leucemia, y está harta de los dolorosos procedimientos médicos. A partir de este hecho conoceremos la triste historia de la familia Fitzgerald desde la óptica de cada uno de los integrantes: Kate (Cameron Díaz), una madre dispuesta a lo que sea por Sara; Brian (Jason Patric), un “hombre de la casa” con perfil bajo; Jesse (Evan Ellingson), el hijo varón, quien carga con sus propios problemas; y, por supuesto, Sara, quien a pesar de sus estado de salud trata de disfrutar de la vida.
Nick Cassavettes debe tener un fetiche con las enfermedades. Si no chequeen John Q: Situación Extrema y Diario de una Pasión, su mejor película. En La Decisión… sigue demostrando que es un buen director y que le da mucha importancia al trabajo de los actores, algo que debe haber aprendido de papá John.
Ya no sorprende la capacidad de Cameron Díaz ni la de la joven Breslin ni la de Alec Baldwin (hace del abogado de Anna) ni la de Joan Cusack en su rol de jueza. Pero la revelación viene por el lado de Sofía Vassilieva. Esta joven actriz, que viene de la serie Medium, carga con el papel más demandante y delicado a la hora de interpretar, y el resultado es más que convincente.
¿Si hay golpes bajos? Y, el público se topará con situaciones muy dolorosas, casi imposibles de digerir. Nunca es fácil ver chicos sufriendo, ni siquiera en la pantalla. Y bueno, para quien no quiera llorar en el cine está la de G. I. Joe.
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