Dramaturgia: Ernest Thompson. Versión y Dirección: Manuel González Gil. Producción General: Eloisa Cantón, Nacho Laviaguerre y Bruno Pedemonti. Coordinación de producción: Candelaria Audi. Diseño de escenografía: Jorge Ferrari. Diseño de Iluminación: Gonzalo Córdova. Diseño de Vestuario: Sofía Di Nuncio. Diseño de maquillaje y peinado: Alberto Moccia. Música Original: Martín Bianchedi. Comunicación visual: Gabriela Kogan. Actúan: Claudia Lapacó, Pepe Soriano, Emilia Mazer, Rodrigo Noya, Joselo Bella y Fabián Talin. Prensa: Alejandro Andolfi
Historias que es necesario cerrar
Un reencuentro familiar. Una hija que hace ocho años no visita la casa de veraneo en la Laguna Dorada. Un matrimonio que se vuelve a elegir día tras día. Recuerdos, reproches, sueños (in)cumplidos…
La Laguna Dorada es una historia con la que todos podemos identificarnos. En los momentos más cómicos de la obra, en los que el público responde con sentidas risas a las respuestas y exclamaciones de Román (Pepe Soriano) y a los dulces reproches y a la complicidad de su esposa Bel (Claudia Lapacó), es cuando más se percibe esta conexión. En los momentos de mayor tensión hay un silencio cómplice, pero hay algo mágico en la risa, algo liberador, que la hace única.
Román y Bel llegan a la casa que poseen en la Laguna Dorada para pasar las vacaciones –como todos los veranos desde hace cincuenta años. Inmediatamente, somos testigos de la complicidad que hay entre ambos: el humor, los guiños, las miradas… se conocen de memoria y juegan con ello. Un matrimonio que se elige día a día después de tantos años sabe casi con seguridad cómo va a reaccionar el otro ante un chiste, un gesto… y se siguen sorprendiendo. Pepe Soriano y Claudia Lapacó transmiten esa complicidad naturalmente, se complementan de manera brillante y muestran esa generosidad que tienen los grandes: permiten que los demás se luzcan y que el conjunto funcione de principio a fin.
Dijimos que se trataba de un reencuentro familiar. A los pocos días de instalarse en la laguna, llega una carta de su única hija (Emilia Mazer) en la que avisa que está viajando hacia allí junto con su nueva pareja, Tomás (Joselo Bella), y el hijo de él, Tommy (Rodrigo Noya).
La llegada de Eva dejará al descubierto viejos rencores y dolores callados durante mucho tiempo que se irán resolviendo a lo largo de la obra. Para poder rearmar su vida y dar el gran paso, Eva necesita recomponer su relación con Román, padre al que odió durante mucho tiempo; Bel será la intermediaria para que puedan, finalmente, acercarse.
Una vez pasado el cumpleaños número ochenta de Román, Eva y Tomás se van de viaje a Europa dejando a Tommy, adolescente de trece años, a cargo de Román y Bel. Desde un principio, Román establece las reglas de convivencia; lo primero que hace es mandar a Tommy a leer un libro. Aunque rebelde y contestatario, poco a poco buscará más libros e incluso aprenderá a pescar en las salidas a las que lo lleva Román. Así es como entre ellos se forja una hermosa relación: Tommy respeta y admira a su “abuelo” y Román, renovado con la frescura y energía del muchacho, finalmente puede hacer todas las actividades que con su hija nunca pudo llevar a cabo. Rodrigo Noya le brinda a su personaje esa frescura que necesita y, quizás, a la hora de expresar esa admiración que Tommy siente hacia Román, la línea entre ficción y realidad se desdibuja y se llega a ver la admiración y el respeto hacia Pepe Soriano.
La escenografía, que no se modificará durante toda la obra, recrea el interior de la casa, la galería y el bosque que rodea a la cabaña, a través de paneles verticales colgados a los costados del escenario. La musicalización se complementa perfectamente con los sentimientos de los personajes y acompaña armónicamente la obra.
La Laguna Dorada nos invita a pensar acerca del paso de los años, los recuerdos, las relaciones familiares… y en algún momento, seguramente, nos veremos a nosotros mismos. Es, además, una obra que nos regala a un magnífico Pepe Soriano: una obra que le permite transitar los caminos del humor, así como los del drama, atravesando todos los matices posibles. Y cuando un actor logra transmitir con tan sólo una mirada más que cualquier texto, ya no hay mucho más para decir… sólo disfrutarlo.
Teatro: Metropolitan Citi – Av. Corrientes 1343
Funciones: Miércoles y Viernes 20.00hs / Sábados 22.00hs / Domingos 19.00hs
Entrada: Desde $180.- hasta $240.-