Mañana es 21 de octubre de 2015, el día en el que se supone que Marty McFly llega “al futuro”. Debido a ciertas características, tanto cinematográficas como comerciales, que rodean la saga, el evento se está sintiendo fuerte en las redes sociales y, sobre todo, en la vida de los cinéfilos. Se organizan fiestas, salen nuevas publicidades, la tele se llena de curiosidades, y los diarios de columnas con análisis escuetos y sin alma. Algunos celebran, otros facturan, y la gran mayoría aprovecha para sonreír al mirar a su alrededor y ver que “el futuro” ya llegó, uno está más viejo, pero los autos (y las patinetas) siguen sin volar, aunque a mí no me dura mucho. La sonrisa se me borra porque no puedo evitar pensar que hay una reflexión más grande que se nos está escapando a todos.
Quiero arrancar diciendo que Volver al Futuro es mi película favorita. Es la causante que el cine sea mi vocación, lo que significa que no miento al decir “haber visto esa película me cambió la vida”. Siempre me pregunté a qué se debía que la película haya generado ese impacto en mí y en mi generación. Intentando darle forma a una nota sobre su reestreno en 2010 entendí que era símbolo de una era. La saga entró a los hogares en pleno auge del VHS, e inmediatamente se hizo presente en la TV por Cable. Infinitas repeticiones y personajes cálidos nos dejaron un clásico moderno. Me tomó bastante tiempo darme cuenta de algo que algunas marcas entendieron de una, un poco lento de mi parte. Un colega supo titular su mirada de ese re-estreno “el marketing de la nostalgia”, recuerdo haber sentido mucha bronca al leer su nota, pero no se puede negar que dio en la tecla.
No quiero convertir este texto en un panfleto anti-capitalista. Amo la saga. Adoro el holograma de Tiburon 19 y verlo a Elijah Wood arreglando una máquina de videojuegos, y si el precio para disfrutar de eso es ver el logo de una gaseosa y un par de zapatillas especiales, lo pago gustoso. Del mismo modo, si son esas marcas las que hacen eco de aquel hecho cinematográfico y aprovechan la situación para renovar sus publicidades, que así sea. No me molesta en lo más mínimo, porque sé que esto va a acercar esa maravillosa trilogía a un público nuevo, y cualquier excusa es buena para volver a ver estas películas. En estas fechas no soy un “outcast”, soy uno más entre miles de fanáticos. Ahora bien, todo esto tiene un respaldo, la saga es un hecho cinematográfico. Es una película que usa marcas, no un comercial de 2 horas, ni una excusa para insertar en el mercado productos nuevos. Los productos son un vehículo para el film, no al revés. Hay una historia honesta que necesitaba ser contada y para lograrlo se apoyaron en esas grandes marcas, y lo hicieron siendo funcionales a la narración. Pero ¿dónde cabe esto en los festejos?
Hoy mi amor por la saga no lo define la nostalgia. Una parte de mi sigue viendo con los mismos ojos la película, sigue siendo total y completamente permeable a las emociones y maravillas que esa forma de entender el cine puede hacer sentir, pero eso no es todo. Aprendí a apreciar, y sobre todo admirar, a nivel intelectual esas obras, esa pasión cinéfila convertida en narración. Crecí y descubrí que es una película que no se trata de cambiar el pasado, sino de tener confianza en uno mismo para construir un futuro mejor. Es una saga que trata recuperar valores perdidos y de trasmitírselos a una nueva generación. Plantea que no existen los logros fáciles ni las fórmulas mágicas, y que dar un paso hacia adelante implica ciertos riesgos. Me asusta y me entristece que en estas fechas nadie celebre eso. Que la patineta voladora o una edición especial de una bebida cola eclipsen esa parte de la historia, haciendo que esos valores –y ese encanto- se pierdan bajo un océano de marketing.
Me niego a olvidar y a dejar pasar esta oportunidad para dejar en claro que significa, al menos para mí, Volver al Futuro. No quiero que la emoción nos ciegue y que choquemos contra un Rolls Royce. Elijo volver a la esencia y pensar que ésta es una buena oportunidad para recordar que una película de otro tiempo, al igual que una canción de Rock, puede marcar toda la diferencia. Y que este 21 de Octubre es el día en donde tenemos una certeza. Lo que viene no está escrito y todos podemos convertir la hoja en blanco del futuro en aquello que deseemos, o en las palabras de Marty… “Si pones tu mente en algo, puedes lograr lo que sea”.
Por Tomás M. Luzzani