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CRÍTICAS - STREAMING

La masacre de Texas (Texas Chainsaw Massacre)

Estrenada en Netflix, Texas Chainsaw Massacre (2022) constituye una (otra) “legacy sequel” —o “requel”, como parece que les gusta autopercibirse— que, lejos de hacerle honor a ese legado o de animarse a desafiarlo, simplemente se apropia de la identidad de su antecesora y, cual Leatherface, cubre su inexpresivo rostro con ella.

Carente de originalidad e inventiva, esta “nueva” masacre sólo se siente como tal por su ambientación espacio-temporal puesto que, más allá de eso, hay muy poco de novedadoso en su propuesta. En sintonía con “la nueva Scream” (pero no así con “la nueva Halloween” que sí tenía algo para contar), el motor que supuestamente impulsa a esta continuación directa reside en rendirle homenaje a la obra que la antecedió. No obstante, ese respeto, ese afecto proclamado por la obra maestra de Tobe Hooper, en ningún momento deja de percibirse superficial: sí, hay una intención; sí, el mito está ahí; sí, volvieron los protagonistas y hasta se tomaron la molestia de incluir guiños cinéfilos para que señalemos la pantalla cual espectadores de Pavlov… pero ¿dónde quedó el espíritu salvaje, indómito e impredecible de La masacre de Texas? ¿Y qué tal su ingenio para impactar e incomodar escena tras escena, con escasos recursos? ¿Y su negrísimo sentido del humor? ¿Y sus texturas, su calor, su hedor? Ni hablemos entonces de su admirable capacidad para desplegar subtextos (la Guerra de Vietnam, la crisis económica, el ataque a las instituciones —particularmente a la familiar—, la muerte del sueño americano, etcétera) con tales niveles de sutileza que muchos los ignoraron por completo y acabaron desestimándola como una mera “película sangrienta” (lo que es aún peor, dado que sus niveles de gore eran sumamente bajos; por el contrario, esta masacre cosecha 2022 chorrea tanta sangre que uno no puede evitar sospechar que dicho exceso tiene como fin, justamente, distraernos y evitar que reparemos en todo eso que falta).

En cierto punto, uno se lleva la impresión de que este slasher directo a VOD recuerda a su antecesora tanto como el loco de la motosierra recuerda a Sally: poco y nada. Tanto es así que nos muestra la Polaroid de los protagonistas de la masacre original no una, ni dos, sino tres veces. Lo mismo ocurre con la foto enmarcada de Leatherface en el orfanato: no una, no dos, tres veces. Es tal el nivel de énfasis, tan alevosos son los intentos de asociar la producción 2022 a la de 1974 que terminan siendo contraproducentes y despertando sospechas. El regreso de “Sally” (no así de Marilyn Burns, la actriz que la encarnó originalmente, fallecida en 2015) no hace más que reforzar aquella desconfianza: ¿ya está? ¿Eso es todo? ¿Trajeron de vuelta al personaje sólo por un par de escenas y un pasaje de postas subrayado? Uno pensaría que la evolución de Laurie Strode, la riqueza de su arco narrativo en la nueva trilogía de Halloween motivaría algún tipo de influencia, pero no: esta Sally vengativa que peina canas resulta igual de descartable que los personajes de cartón que la rodean, unos jóvenes tan insoportables y pobremente desarrollados que sus muertes acaban volviéndose un suceso digno de celebrar (las únicas excepciones son el mecánico local encarnado por Moe Dunford, cuya caracterización a contramano del estereotipo resulta casi milagrosa, y el de Elsie Fisher, aunque éste se ve asistido por recurrentes flashbacks y, tal vez, por el recuerdo aún cercano de su personaje en la hermosa Eighth Grade).

Muchas veces, cuando uno repite una vacación y regresa a un destino al que ya fue, se deja llevar por la nostalgia y retorna a lugares conocidos, ya visitados, que arrastran consigo gratos recuerdos. Sin embargo, uno nunca pretende repetir paso por paso aquel primer viaje (si no, pregúntenle a Gus Van Sant), sino que busca experimentar algo nuevo, algo que no por familiar deje de resultar excitante. En este sentido, si vamos a volver a Texas, que por lo menos sea para hacer algo distinto: no basta con “actualizar el mito” para una nueva generación lo suficientemente perezosa como para ver la original; no basta con intentar satisfacer a los fans de la saga y del género con referencias visuales cuyo fin último es aparecer en la sección Trivia de IMDb; no basta con el mero ruido de una motosierra oxidada a la distancia para generar tensión. En el fondo, tiene que haber alguien detrás de la máscara, tiene que haber algo más que contar que una simple y un tanto apurada historia de autosuperación; algo que le permita a esta nueva entrega tomar distancia de la mediocridad de aquellas que vinieron antes suyo, con pretensiones bastante similares; algo que justifique la osada —aunque poco inteligente— decisión de refritar una de las mejores películas de la historia del cine, de tomar prestado su nombre y de continuar su historia, cuando ésta encima ya había tenido una secuela perfecta, dirigida por su propio creador.

En síntesis, algo más que la secuencia del colectivo.

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Estados Unidos, 2022)

Dirección: David Blue García. Guion: Chris Thomas Devlin. Elenco: Sarah Yarkin, Elsie Fisher, Mark Burnham. Producción: Fede Alvarez, Pat Cassidy, Ian Henkel, Kim Henkel, Rodo Sayagues, Shintaro Shimosawa. Duración: 83 minutos.

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