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Cine

La muerte de un comediante

UN CHISTE SIN GRACIA

La primera película dirigida y escrita, dentro de un equipo de colaboración, por Diego Peretti, es, como lo dice su título, un corte, una muerte, una separación, un intento de reconfigurar a Peretti, icónico actor y comediante argentino, como figura dentro del polo cinematográfico actual. Es desde este lugar que se analizan los distintos elementos estilísticos, narrativos y de producción que la película propone, si bien en cuanto a lo estilístico y fundamentalmente lo narrativo, el film es de una planitud y una vaguedad francamente sorprendentes.

La trama puede ser rápidamente descrita como la historia de un actor, famoso intérprete de un héroe televisivo argentino, que ante la confirmación de una enfermedad terminal en su cuerpo abandona el país y se larga a la aventura de reconfigurar su identidad y estatus, y tratar de dar un cierre a su vida empezando a vivir todo aquello que conoció a través de la ficción en carne propia.

Juan Debré, el personaje de Peretti, se va a Bruselas a visitar la capital del cómic y de un personaje en específico, Bombín, quien no tiene miedo a la muerte y quien es el héroe de la infancia y la obsesión de Debré para moldear lo que le queda de vida en algo que tenga sentido… o al menos así pareciera ser que empieza la película. Con una situación algo intimista, muy pausada, lenta, con planos de agua, rayos de luz que se distribuyen en las superficies, recursos al fuera de foco y al fuera de cuadro, el film empieza con Debré hablando sobre la muerte, el fin, y la vida como espera. Y entonces le llega el llamado del doctor, mientras espera en la cama, y la confirmación: la vida es espera y está llegando a su fin.

Tras largos minutos de un inicio que a través de su puesta intenta presentarnos a un ya desintegrado Debré, con reminiscencias de la manera en la que Apocalypse Now nos introduce al disfuncional Capitán Willard (mentalmente deshecho, consciente de la disolución identitaria en la que nada, ensangrentado en las sábanas blancas). La central diferencia es que Apocalypse Now es un film que inicia y en cambio aquí jamás salimos de esa especie de pileta de dulce de leche moral e intelectual en el que Peretti diatriba o piensa para sí; las cosas que Willard dice y los lazos de sentido disueltos en su universo son rápidamente recogidas por el entramado del film como un total. En La muerte de un comediante, todo lo que sucede parece suceder por casualidad o por una causalidad absolutamente vedada al espectador: el sentido no tiene razón de ser o es un sentido esquivo e inaprensible. No solo la trama se va desarrollando de esta manera azarosa e inconexa: Debré reacciona y reflexiona, y a través de él no podemos sino ver a Peretti hablando infinitamente, fuera de su rol de comediante o en pose solemne de revalorizar la comedia pero como algo serio, profundo y complejo. Sin embargo, Debré es siempre un personaje disperso, poco definido, pasivo al accionar y eso que la voz en off y la constante postura “en tu cara” de la película recalcan constantemente una especie de decisión de actuar, de desdoblar lo ficcional en lo real y viceversa y de recuperar de esa manera figuras y pensamientos que encarnados en la ficción nos presentan miradas críticas de mundo. Peretti fue parte de proyectos así: ver toda su carrera con Szifron, a la cual hay constantes referencias tanto en su personaje algo similar al de “Los simuladores” como en el tono dead-pan y los juegos de palabras literales, ambos recursos que funcionan exhibiendo lo absurdo o fuera de tono. Por supuesto, en estas obras Peretti actúa, hace reír, tiene carisma, y la narrativa recupera y configura todo eso en función de una mirada de mundo clara y accesible.

Quizás puesto de esta manera se entiende mejor: el film parece recurrir constantemente, tanto en la forma de caracterizar a Debré/Peretti, como en los diálogos que tiene con los personajes, en sus monólogos internos, en la puesta en escena que existe casi únicamente para ilustrar las conclusiones o reflexiones cansinas de Debré. Si la primera secuencia del film nos presenta al personaje, su situación y dilema y su pensamiento al respecto, la otra cara de la moneda es Peretti aquí en las riendas del film, constantemente tirando en la cara del espectador y organizando azarosa, desequilibradamente la narrativa en función de poder recalcar otra vez que esta es una película seria, artística, con el recurso al viejo continente y su cine y mentalidad, con mucho conocimiento de causa por las múltiples referencias a piezas y figuras de la historia del cine y la narrativa, merecedora de ser tomada en serio pues es la muerte de un comediante y el nacimiento entonces de algo más. La película es confusa en torno a ese algo más, dejando una máxima de “humor como respuesta al vacío” muy vagamente definida, poco novedosa y poco útil al estar operativamente mal escenificada. No es un film complejo, con una deliberadamente confusa narrativa, puesta y moraleja: es un film confundido, deliberadamente inaccesible puesto que no hay nada que conectar entre toda la maraña de elementos que la película dispone. Esta situación es la forma en la que la película logra nunca salir de su primera escena, una excusa para diatribar máximas y reflexiones puestas en diálogos densos, autocomplacientes y gastados. Y a lo largo del film hace lo mismo una y otra vez, con la única salvedad de tener pequeños gags efectivos en el contexto de escenas y situaciones donde el foco de lo que Debré/Peretti quieren elucubrar narrativamente se va de una trama “política” a una especie de ensayo-ficción más cercana al Pampero (pero lejísimos de sus buenas, bien pensadas producciones) a un homenaje a Hulot o Chaplin; hay un infantilismo emotivo construido en la referencia huca constante que también se utiliza para convencer al espectador de que está viendo algo serio, por más que no tengan ni idea espectador o realizador de qué es lo que se está viendo. Y para poner un clavo final: la mayor parte de la película es aburrida. Lenta, solemne, y fuera de ritmo.

Lo más interesante a mencionar del film es la forma en la que se gestó el proyecto y la manera en la que más de 10000 personas que no trabajan en cine fueron productores asociados de la película; Orsai tiene una propuesta muy interesante en su esquema de producción, que también acerca a esos productores asociados a los procesos creativos según el proyecto. Invito a ver la página de Orsai para los detalles, pero el esquema es de gran interés para pensar en producir cine de una manera paralela a las vías actuales en Argentina.

(Argentina, Bélgica, 2025)

Dirección: Diego Peretti, Javier Beltramino. Guion: Diego Peretti. Elenco: Diego Peretti, Malena Villa, Haneul Kim, Matrioska Fabián Nuñez. Producción: Vanesa Pagani, Marchelo Scoccia, Joaquín Marqués Borchex, Walter Gammarota, Chiristian Basilis, Hernán Casciari, Mariano Avellaneda,  Gabriel Grosvald, Stephanie Massart, Jean-Louis Billard. Duración: 94 minutos.

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