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CRÍTICAS

La Patria Fría

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La Patria Fría

Dirección: Andrés Binetti. Dramaturgia: Andrés Binetti y Mariano Saba. Producción: Andrés Binetti, Mariano Saba, Malala González, Ezequiel Lozano. Diseño de Iluminación: Andrés Binetti. Diseño de Escenografía: Magalí Acha. Diseño de Vestuario: Ana Algranti. Diseño de Sonido y Musical: Guillermina Etkin. Elenco: Marcelo Aruzzi, Natalia Bavestrello, Oscar Cayón, Ezequiel Lozano, Osvaldo Djeredjian, Juan Pascarelli, Eduardo Peralta, Mariano Saba. Prensa: Luciana Zylberberg.

Circo sin Pan

No hay nada peor para un artista que el olvido. Charles Chaplin tenía terror a que el público lo haya olvidado cuando fue a recibir el Oscar honorario.  El circo en cuestión no es ni más ni menos que un reflejo de la sociedad argentina, de un sector que ha quedado olvidado en el tiempo y pertenece a un pasado remoto. Este “grotesco ambulante” ha llegado a Basavilbaso, un pueblo perdido en el interior de la Provincia de Buenos Aires, donde el escaso público que podría llegar a ver al circo de turno, espera la ansiosa llegada de Eva Perón en tren, regalando juguetes, máquinas Singer y bicicletas.

Mientras tanto, los artistas, en la parte trasera de la carpa, cuentan los espectadores que le quedan y sobre todo los que se van yendo. En una muestra desagradable de patetismo y miserabilidad conocemos a personajes tan contradictorios como oscuros, ambiguos y típicos argentinos. Un circo pobre. La ironía y la paradoja convergen cuando conocemos al enano que creció demasiado, el equilibrista borracho, el lanza cuchillos tuerto y nazi, el misógino y desagradable maestro de ceremonias y dueño del circo, un payaso viejo y socialista, y “la chica”, a la que no le queda otra que quedarse rodeada de esta tropue de idiotas y abusadores. En el medio, aparece un crítico agrandado (bueno, ¿cuando vieron uno que no fuera?) y un pueblerino con diversas intenciones.

Este paleta de artistas es pintada con original y melancólico humor. El absurdo se mezcla con el cinismo, y entre tanto ambiente pesimista hay pequeños indicios de esperanza… esperanza ¿para quién? Es difícil saberlo.

La Patria Fría ha sido una de las 5 obras argentinas seleccionadas por el FIBA (Festival de Teatro Internacional de Buenos Aires) para ser exhibidas durante el marco del Festival. Los autores, Binetti y Saba que venía de trabajar juntos en la surrealista Basavilbaso (una de las tantas inter textualidades que tiene la obra) ganaron la posibilidad de mostrarse abiertamente a público y decoraron la sala 2 del Teatro Anfitrión como si fuese una verdadera carpa de los años ’40. Creado el clima y panorama circense, nos adentramos en un profundo análisis de personajes con sueños rotos y desilusiones varias, a los que solo les queda la rutina de salir adelante.

Binetti, en la puesta en escena, aprovecha los recursos fuera de campo, como el sonido o la mirada fuera del área de visión para crear otro universo paralelo que resulta tan visual como el espacio “real”.

Pero más allá de la profundidad psicológica y emotiva de los personajes, en donde todo el elenco se destaca por su versatilidad y simpática tristeza, el esfuerzo físico y las máscaras que se deben poner para transformarse; más allá del clima creado en un gran esfuerzo de maquillaje y dirección de arte; de la música original, que parece estar más pensada para un funeral que para una función para niños que simbolizan la alegría, La Patria Fría habla, sin tomar posición política, de las ambigüedades y el fanatismo de los argentinos. Como siempre estamos/vivimos con el miedo que conlleva a la paranoia y resentimiento. Pero siempre nos queremos llevar el mundo por delante, nos creemos mejores que cualquiera. Capaces de cagarnos por dos pesos.

Básicamente, el doble discurso y la hipocresía son los ejes temáticos de esta inteligente obra.

Para reflexionar y reirse, o viceversa. El sentido circular que tiene la obra no es casual. Este circo viene deambulando y seguirá deambulando sin rumbo fijo, al menos hasta que  sus personajes se saquen la máscara y admitan lo que son.

Seguramente se pueden hacer múltiples lecturas. Que el circo es el país, que el circo es un reflejo antiperonista, que el circo es una metáfora sobre la condición del teatro hoy en día.

Lo cierto es el circo de La Patria Fría es un lugar muerto, al que solo le queda esperar… y esperar… y esperar… Pasen y vean, el olvido.

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weisskirch@asalallenaonline.com.ar

Había una vez, Un circo que alegraba siempre el corazón …

Sin duda, el teatro está pasando por un gran momento y se demuestra con piezas como La Patria Fría, que nos sorprenden con una escenografía detallista que permite que el publico presente piense, que realmente está en el circo… un circo muy particular.

En la pista van presentándose los diferentes miembros de la troupe: La aspirante a contorsionista, el payaso triste, el enano desarrollado, el lanza cuchillos europeo, el equilibrista borracho y el dueño del circo antiperonista que intenta motivarlos, a su manera, para que retengan al escaso publico presente. Todo se desarrolla en lo que seria el backstage del espectáculo, en donde, mientras se preparan, afinan sus instrumentos, se cambian y maquillan también se dan a conocer las diferentes personalidades que asoman por fuera del personaje, a veces con dificultad, como por ejemplo: el payaso Cascarita o el enano que a pesar de haber crecido sigue pareciendo insignificante.

El detrás de escena juega un papel muy importante, acelera el corazón pensar que allí atrás esta el verdadero show, escuchamos sus cantos, los tambores y algún plauso perdido, como en todo circo hay un león, el cuál fue mal alimentado y se lo puede sentir, ya que según la compañía se esta volviendo salvaje.

Saba y Binetti ubican sabiamente al circo en  Basavilbaso, un pueblito perdido que es atravesado por el tren solidario de Evita, justo en el mismo momento en el que comienza la función: las aguas se dividen y la llegada de un critico bastante estirado altera aun más las cosas dentro de la carpa.

El cruel maestro de ceremonias se luce en escena y la  frágil voz de Natalia Bavestrello, quien encarna a la contorsionista guaraní, inunda la sala.

La pieza esta inspirada en el circo criollo, aquel al que dieron origen los hermanos Podestá, el espectáculo se divide en dos: la pista y el escario, el primero esta fuera de escena, es donde se realizan las acrobacias y pruebas de destreza, el segundo es el que presencia el publico: el escenario donde se desarrolla el drama criollo, donde el espectáculo resiste pese a todo…

Sin duda se trata de una pieza imperdible que invita a sumergirnos en un mundo donde conviven el grotesco, la política y el circo eterno.

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Por Julia Panigazzi

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